Por: Sociedad Colombiana de Pediatría
El acoso escolar o bullying se ha convertido en una problemática de salud pública que afecta a niños, niñas y adolescentes, sin importar su estrato social, edad, raza, género o religión. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reveló que cerca de 246 millones de niños y jóvenes en el mundo experimentan algún tipo de violencia escolar, siendo la más común: el bullying.
Colombia es uno de los países que afronta un relevante número de casos sobre este tema, lo cual se confirmó con una encuesta desarrollada por la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS) que arrojó que el 20% de la infancia y adolescencia es víctima de acoso en alguno de sus tipos. Uno de cada 5 niños sufre de bullying en las aulas de clase. Con el regreso a la presencialidad escolar, estos casos son más notorios, pero el ‘ciberbullying’ aumentó durante el aislamiento.
Conversamos con la Dra. Olga Lucía Hoyos De Los Ríos, Psicóloga y experta en bullying, con una Maestría en Desarrollo Social y un Doctorado en Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Ella se desempeña actualmente como docente del Departamento de Psicología en la Universidad del Norte (Barranquilla).
1. ¿Qué es el acoso escolar o bullying?
OLH: Se conoce también como ‘maltrato entre iguales’ y es una relación de tipo perverso en la que se da una situación de abuso de poder, una agresión reiterada en el tiempo, con intención de hacer daño, creando una situación de desbalance. Hay una víctima que se siente indefensa. Es importante recalcar que se presenta en el marco de una relación interpersonal en el contexto del grupo, por ello es frecuente que se evidencie en el ámbito escolar.
2. ¿Cuáles son los tipos de bullying?
OLH: A veces se confunde el bullying con otras formas de maltrato y la razón de ello es que las maneras que adopta son similares, pero hay que tener en cuenta las características distintivas del bullying: la intención de hacer daño, el desbalance de poder y la frecuencia de su ocurrencia. En los tipos de bullying se distinguen: maltrato físico, como pegar, halar el cabello o dañar la ropa o cosas personales; y maltrato verbal, de forma directa como insultar e indirecta como hablar mal del otro o crear rumores. Además, maltrato relacional, como la exclusión social, no dejar participar o ignorar. Otra manera es mediante amenazas y acoso sexual. Hoy día se habla más frecuentemente del ciberbullying, que está relacionado con las agresiones en redes sociales, correo electrónico o mensajes de texto.
3. ¿Cómo es el panorama del ‘matoneo’ en las aulas de clase? ¿Se puede mencionar también este término para referirnos al bullying?
OLH: Es un término que se empezó a usar en Colombia, el Dr. Enrique Chaux, Psicólogo, lo mencionó por primera vez. En lo personal utilizo más el ‘maltrato entre iguales’ por abuso de poder. La palabra matoneo hace pensar más en la agresión física y tiene su origen en el término en inglés bully (matón). En Colombia se reconoce el bullying como matoneo, y si esto sirve para sensibilizarnos, identificarlo y abordarlo, me parece bien su uso.
La ONG Bullying Sin Fronteras señaló que entre 2020 y 2021 se presentaron 8.891 casos de bullying en el país. Lo que observo es que hay una gran preocupación por esta problemática y cierta sensibilización sobre la misma, pero sigue habiendo confusión con otras situaciones. Asimismo, mitos en la forma de abordarla, sobre todo en el manejo privilegiado de casos individuales y no grupales. Debemos trabajar más en la prevención.
El bullying no es un problema de niños, pues la mayoría de las veces requiere la intervención de los adultos. La comprensión del tema debe llevarnos a que no banalicemos el término y no llamar bullying a situaciones como por ejemplo una interacción entre amigos, que entre risas mencionan unos a otros: “No me hagas bullying”. Cuando esto pasa le quitamos importancia al problema y lo dejamos de ver con la prioridad que requiere.
De regreso al colegio, los niños y jóvenes están afrontando distintas emociones y un proceso de readaptación. Para algunos es algo fácil y para otros difícil. Los docentes, el equipo de convivencia y los padres de familia deben acompañar la situación y minimizar los casos de bullying que puedan presentarse.
“Se piensa que todo es bullying y no todo es bullying”.
4. ¿Cómo afecta el bullying escolar a nuestros niños y adolescentes?
OLH: Debemos tener una mayor sensibilización y conciencia. Existe la creencia que este tema es cosa de niños, pero resulta que se da entre escolares y universitarios, incluso entre compañeros de trabajo. Cuando no hay una intervención adecuada, el bullying tiene consecuencias para todos los actores: víctimas, agresores y testigos. Cuando las víctimas no reciben dicha intervención, esas personas siguen presentando inseguridad y baja autoestima, y pueden llegar a tener un cuadro depresivo importante.
Para el caso de los agresores, la intervención es clave porque estos jóvenes crecen con la idea que todo se vale y eso lleva a que transgredan las normas, con consecuencias en su vida adulta como la delincuencia y el consumo de sustancias psicoactivas. Se observa que en la vida adulta se repite el círculo de violencia. Con relación a los testigos, la ausencia de intervención conlleva a un aprendizaje en el que se ve la violencia como una estrategia de éxito. Algunos estudios nos muestran cómo durante los últimos años universitarios, el bullying sigue ocurriendo y se recibe ayuda en menor medida de parte de sus compañeros.
5. ¿Cómo el pediatra identifica y aborda el tema para establecer una ruta de atención con otro especialista o subespecialista?
OLH: Lo más importante es estar sensibilizados, conocer el tema y darle importancia para identificarlo. El pediatra recibe al niño en la consulta y cuando el acoso es físico, le queda más fácil identificar, indagar y explorar las posibles situaciones que llevaron a esto. Expresiones del niño como el no querer hablar, pueden ser un indicador y sospechar junto a sus padres.
De igual manera, la consulta se podría dar por problemas de alimentación, sueño o quejas recurrentes de dolor de cabeza. El estudio de la situación junto a los análisis diagnósticos puede indicar que debe explorarse una posible situación de bullying. Es importante compartir con los padres su preocupación e invitarlos a indagar en el colegio sobre lo que puede estar ocurriendo con su hijo. Dependiendo de los hallazgos médicos se puede sugerir una interconsulta con psicología o psiquiatría. Es importante señalar que los profesionales de la salud tenemos la obligación de denunciar ante las autoridades competentes cualquier situación de abuso que se identifique.
“Seguimos creyendo que los niños, varones, no tienen por qué llorar y deben saber defenderse”.
6. Un consejo para los padres de familia acerca de cómo hablar a los niños sobre el bullying, para prevenirlo y enfrentarlo:
OLH: Los papás debemos darnos el permiso de aceptar que a veces las cosas no salen como queremos, y por tanto nuestros hijos pueden tener algún rol de los actores dentro del bullying: víctimas, agresores o testigos. Cuando escuchemos hablar de peleas o este tipo de situaciones, hay que conocer sobre cómo van las cosas con los niños, saber qué es el bullying y tocar el tema con ellos. A los niños les están dando constantemente información, pero hay que ayudarles a distinguir: el golpe, la broma, y el ser ‘sapo’, un término que se utiliza comúnmente. Cómo reconocer estas situaciones deben ser iniciativas que orientemos desde casa y se refuercen en el colegio. Ser ‘sapo’ no es denunciar a alguien que está dañando su integridad o la de otro… La broma no ofende a ninguno.
También debemos cambiar creencias: no está mal sentirse mal y llorar, y mucho menos está mal que mi hijo varón llore. Explicarle tanto al niño y a la niña que si los golpean y tratan mal, eso duele, y no está mal decirlo, además que puede pedir ayuda. Estar en disposición de ayudar, sin generar un revuelo innecesario, pues el niño se asusta mucho cuando los papás intentan tomar acciones contra la familia de los involucrados. Hay que recordar que ellos ya están asustados y temen más que la acción de sus padres empeore la situación. Hay que mostrarle al niño que puede confiar en nosotros y vamos a encontrar una solución para la situación. Es un trabajo conjunto entre padres, colegio y otros profesionales. Los papás somos modelos para nuestros hijos. Nuestras actuaciones enseñan más que mil palabras. El buen trato no es un tema de los niños en el colegio. El buen trato se practica todos los días, en todos los ámbitos, y el niño aprende de ello.
Finalmente, reconocer que en ocasiones no podemos solos y como padres también tenemos derecho a pedir colaboración. En ese momento no hay que dudar en buscar ayuda profesional.
“Broma no es cuando alguien se ríe a costa de otra persona, es cuando todos nos divertimos de algo que resulta ser gracioso”.