Especial de Alfonso Peña
Son cerca de ocho millones de huevos que se producen en la región. En Cáqueza, las vías de acceso a las fincas están deterioradas, los cierres de la vía al Llano y los altos costos de los insumos ponen en riesgo la oferta de huevo en la capital. El panorama es nuboso.
Vine hasta el municipio de Cáqueza, en el oriente Cundinamarqués, a contar la historia de cómo esta región se ha convertido, en los últimos años, en la mayor productora de huevo y por qué hay amenazas de que se disminuya la oferta del alimento hacia la capital de la república.
En mi recorrido por granjas y galpones, las expresiones de inconformidad que se escuchan de boca de los avicultores, no son alentadoras. El panorama, que se advierte desde las montañas escarpadas de la cordillera oriental, es nuboso.
Los altos precios de los insumos y las afectaciones en el transporte del huevo, se ha convertido en un dolor de cabeza para los productores que ven cómo estos asuntos cada vez hacen más difícil desarrollar la actividad.
En mi recorrido me topé con un hombre quien el mayor tiempo de su vida ha estado entre galpones, gallinas y cubetas.
Ha sido un hombre juicioso, de algo le ha servido lidiar con gallinas en estos últimos 15 años, porque los huevitos le dieron para educar a su familia.
Gracias a este alimento proteínico, su esposa terminó una maestría en educación, el hijo mayor se hizo médico, la hija terminó la carrera de trabajo social y el último de los Bravos, se graduó de médico veterinario. Bendito, ha sido el huevo para esta familia. Les hablo del empresario Gustavo Bravo.
Ha sido tanta su devoción por el negocio de los huevos, que defiende la labor de los avicultores de la región.
“La avicultura es una pasión. Me entristece cuando el avicultor tiene problemas de mortalidad en sus galpones. Es mucho el dinero que se pierde y con él, las esperanzas”, señala.
Este hombre de contextura robusta y mirada serena, le pide al gobierno nacional mayor consideración con los avicultores de la región. “Van a acabar con los huevos de la gallina de oro, como en la fábula, y van a joder a mucha gente. El gobierno tiene que ser responsable con el gremio”, dice.
Incrustada sobre la ladera de una de las montañas, que vigilan el municipio de Cáqueza, a quince minutos del casco urbano, en la vereda Ganco, viven los Moreno, una dedicada a la producción de huevos en un galpón de aproximadamente 80 metros.
En ocasiones a los Moreno, el dulce se le pone a mordiscos. Sin embargo, heredaron de su ancestro el adagio que dice: ‘Entre más bravo el toro, mejor la corrida’. Resulta que cuando no son los altos precios de los insumos, es el bendito problema del cierre de la carretera de la vía al Llano que imposibilita el transporte del producto a la ciudad.
“Cuando se les da por cerrar la vía, las cosas se complican porque el gasto de combustible y el tiempo perdido inciden en las utilidades y así es muy difícil”, relatan Jaime mientras ajusta una máquina seleccionadora de huevos que se descompuso y no permite una selección oportuna del huevo. “Un gramo que se descuadre es plática”, recuerda.
¿Pero cuánto debe invertir un avicultor en una gallina desde que la compra hasta el momento en que empieza a producir?
Aquí está la respuesta.
El Plan Vacunal en promedio por polla es de $1.600 pesos. Este Plan se desarrolla hasta la semana 16, momento en que la gallina empieza el proceso de producción de huevo.
La inversión que debe hacer el avicultor en alimento, arriendo, servicio de luz, agua y gas es considerable. Se estima que el costo por polla hasta la semana 16 es de $24 mil pesos. Nada fácil para quienes se dedican a este negocio.
Cierto es que mientras sigan existiendo Los Bravo, los Montero y los Gutiérrez, los bogotanos podremos seguir disfrutando de ese delicioso manjar como lo es el huevo.
Ojalá el gobierno nacional ayude a los avicultores del departamento Cundinamarca, para que el matrimonio arroz y huevo, continúe siendo uno de los manjares que hoy hace parte del menú de ricos y pobres. El arroz con huevo.
¡Qué viva el huevo!