Trump gana. Trump arrasa en Estados Unidos porque la gente está cansada de vivir una inflación asfixiante. Cansada de que los encasillen en celdas de género, color, inclinación sexual… Cansados de que se nieguen constantemente las verdades biológicas más elementales y que los sentimientos se apoderen del discurso y hayan eliminado al sentido común. Y aunque no lo crean, los estadounidenses están cansados de salvar al mundo, y poner miles de millones de dólares en esa causa.
Kamala y el partido demócrata pierden. Fiasco total, batacazo en taquilla, como si de una peli de Disney se tratara. Nadie entona el mea culpa, ni un “siento haberos decepcionado”. Las feministas, esas que votaron por la casilla de mujer, se han puesto en huelga de sexo y se han afeado- aún más si cabe- cortando la melena, que consideran estética de patriarcado. Madurez social en estado puro. Esas son las Demócratas estadounidenses de hoy. Unas pobres pringadas.
Hablo con mis amigas al otro lado del océano, entienden que el personaje chirría pero que su discurso es coherente. Ha sabido convencer hablando de problemas reales, dando alternativas y proponiendo soluciones a la inflación, combatiendo la sinrazón que la izquierda woke ha impuesto a través de las empresas que los apoyan; grandes grupos de comunicación, artistas, actores de Hollywood, productoras… Y ha unificado a todos; bajo el paraguas de ciudadanos iguales, de pleno derecho, sin etiquetas de minorías.
A medida que avanzan las semanas la imagen que de Trump tenemos va cambiando y aquel al que acusan de misógino ha nombrado por primera vez en la historia estadounidense a una mujer como Jefa de Gabinete, Susie Wiles ( 67 años) incansable, trabajadora, inteligente y discreta… o eso dicen de ella. El nazi, el de extrema derecha enemigo de los inmigrantes – cuyo voto precisamente ha captado- ha nombrado como Secretario de Estado a Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, senador republicano y primer hispanoamericano en llegar tan alto. Trump, hombre de empresa, parece que se está rodeando de gente eficiente, preparada y menos ideologizada que los meros políticos. Sorprende que un hombre tan poderoso proponga a dos hombres de innovación tecnológica, Elon Musk y Vivek Ramaswamy, para analizar todo aquello que sobra en la estructura gubernamental y reducir los gastos. ¡Ojalá a este lado del océano copiaran estas iniciativas!
Comer el coco
Mientras, Europa se echa las manos a la cabeza y menosprecia las elecciones estadounidenses y las analiza con temor, porque quizá le toque dar la talla en defensa de sus fronteras y no todos los países de la Unión entienden por igual el precio de la paz. Además, mientras aquí nos empeñamos en seguir legislando y viviendo en esta cuasitiranía de las minorías, en Estados Unidos por fin han sabido ver lo que les une y han dado carpetazo a las diferencias.
En Alemania esta victoria suena a horror y la gente llora. Los estados de WhatsApp de mis conocidos muestran un crespón negro, los niños vuelven del colegio señalados por sus amigos; alegrarse de que no ganen los demócratas no es ser pro Trump, pero no entienden. Lo woke también infecta las escuelas europeas. Trump es el mal menor, el loco al que hay que aguantar, aunque más locura sea creer los dictados del partido demócrata y sus afines mediáticos.
Aquí, la gente de a pie es incapaz de entender que demócratas y republicanos nada tienen que ver en gestión económica, territorial y política con el concepto de política que se tiene en el mundo germano. Que allí son todos más o menos liberales, que los que deportan a ilegales -las mayores deportaciones se hicieron en tiempos de Obama y Biden- también son los que defienden políticas de puertas abiertas. Que la seguridad social no existe, pero tampoco Alemania es un país tan social y ejemplar como ellos creen, hay mucho que mejorar, ya saben, no es el paraíso de los años 60. No comprenden el trasfondo, como tampoco entienden otras tantas cosas y se tragan cualquier discurso porque en general la prensa europea bebe de las mismas fuentes que critica a Trump.
Efecto mariposa
Y en la misma semana en la que gana este rubio anaranjado se levanta un terremoto que hace tambalearse al gobierno germano, tanto se remueve que cae y ya están anunciadas para febrero las elecciones generales.
El Bundestag ve venir lo que se viene: aumento de aranceles a los productos alemanes en su principal mercado exterior EEUU (160 mil millones al año ) y un virus de gasto descomunal; que no da resultados, y una crisis social; que polariza a la sociedad no sólo en materia de inmigración también en los conflictos bélicos actuales, la crisis de gobierno está servida.
La disyuntiva está en preparar el mercado para ser competitivo o ayudar a las empresas frente a la avalancha de despidos subvencionando una vez más el tejido empresarial. El ministro de finanzas-de clara tendencia liberal – renuncia a subir el techo de deuda, aboga por bajar impuestos, por reforzar el mercado para que sea competitivo, pues Alemania va perdiendo cuota en el exterior; sus coches ya no son tan deseados, ni son sinónimo de lujo, ni de buen auto fiable y duradero.
En el gobierno, tan Frankenstein como el español, hay quien prefiere aumentar la deuda, y al ministro … lo echan. Como consecuencia el gobierno cae y como en este país aún queda algo de decencia política el presidente anuncia disolución y elecciones.
Este soplo de realidad deja al descubierto que Alemania es cada vez menos competitiva, más cara de mantener y necesita reformas profundas. Ha dejado de ser motor y ha pasado a ser remolque. Necesita un gobierno fuerte, sin colores que lo debiliten, que ponga en marcha políticas que fortalezcan el mercado, que pongan a los alemanes, y a los que llegan, a trabajar y producir para un país al que le queda poco de vieja gloria y se va pareciendo cada día más a la viejita de pelo morado y enjoyada que camina desnortada en una Europa que le sigue la corriente pensando que tiene dinero y lo que le queda es solo el reflejo de un pasado que fue mucho mejor.