Bienvenido 2025

¡Se acabó el año, o mejor dicho, inició un nuevo año!

Este año que termina nos arrancó lágrimas de dolor, adaptación y cambio. Recordaremos la partida de grandes figuras de la política como Antonio López y Piedad Córdoba; también la partida de María Elisa Uribe, la mamá de los Chacón, y la de Cabrerita. Varias amistades enfrentaron el dolor de despedir a sus padres o madres. Duro, sí, muy duro… Pasa el tiempo y vemos la muerte más cerca. Pero, por fortuna, pudimos velarlos, llorarlos y recordarlos.

Sin embargo, Colombia es un campo santo donde, durante más de 96 años, se han denunciado masacres, fusilamientos y desapariciones. Si comenzamos con la masacre de las bananeras, nos damos cuenta de que pronto se cumplirán 100 años de soledad, 100 años durante los cuales muchas familias han vivido el realismo mágico, ficcionando la realidad de sus seres desaparecidos, donde los muertos parecen hablar.

La justicia ha demorado mucho en llegar y, en este 2024, los muertos realmente empezaron a aparecer. Así, la justicia de este país tendrá que pedir perdón y avanzar en la reparación por uno de los hallazgos más espeluznantes: La Escombrera en la Comuna 13. Allí, las madres y abuelas no estaban locas; tenían razón. Su verdad, poco a poco, ha empezado a salir a la luz. Duro, sí, pero al menos ahora podrán descansar en paz.

La restauración tras esta guerra nos costará, especialmente con un Congreso tan banal y frívolo que no aprobó la Ley de Financiamiento. Con ello, ha puesto trabas al progreso, utilizando argumentos heredados de gobiernos corruptos y asesinos.

El 10 de septiembre se radicó la Ley de Financiamiento, cuyo objetivo era generar condiciones favorables para la reactivación económica y garantizar los recursos necesarios para la transformación social del país. Esta ley proyectaba un recaudo de 12 billones de pesos, pero su archivo afecta no solo al Gobierno, sino al país entero.

La norma buscaba establecer controles para evitar la evasión de impuestos, al tiempo que otorgaba beneficios a las empresas, como la reducción del impuesto de renta y un equilibrio en la tabla contable, creando un sistema más progresivo, equitativo y eficiente. Así lo señaló Jairo Orlando Villabona Robayo, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y director de la DIAN.

Esta ley traía importantes beneficios. Por ejemplo, se proponía rebajar el impuesto a las micro y pequeñas empresas, permitiéndoles competir de manera más justa frente a los grandes monopolios. La tasa de tributación efectiva (o real) de las empresas colombianas se ubicó en un rango del 20 al 26% entre 2019 y 2023.

Además, se contemplaba la rebaja del impuesto de renta del 35% al 30%, de manera progresiva, beneficiando a más de 1.050 municipios. También se eximiría del IVA al sector hotelero, impulsando así su cadena de valor. Se crearía un bono para inversiones en energía de fuentes renovables, y se proponían indemnizaciones para las víctimas, junto con otros beneficios pensados para el bien común y no solo para unos pocos.

¿Cómo explicarle a la gente común y corriente —y especialmente a las mujeres trabajadoras— que varios congresistas prefirieron que no se gravaran con el IVA los juegos de azar en línea, mientras que los juegos físicos, los licores, los cigarrillos e incluso los yogures ya se gravan? Esto, viniendo de los mismos que criticaron el alza del salario mínimo.

Según el comportamiento del Estado colombiano, cada dos años el gobierno propone una reforma tributaria, y hacia el futuro tendrá que seguir haciéndolo, ya que el sistema tributario actual no garantiza un recaudo suficiente para financiar los programas de salud, educación, infraestructura, vivienda, vías y otros programas sociales.

Por ello, es necesario llevar a cabo una reforma estructural —es decir, de fondo— en la que se evalúen cada uno de los beneficios tributarios existentes, verificando la relación costo-beneficio. Esta evaluación debe considerar el impacto antes y después de su aplicación, definiendo límites temporales claros, tal como recomiendan las buenas prácticas tributarias.

En términos simples, debemos pagar por salud, educación, vivienda y, además, arreglar la entrada de la casa. Pero el dinero no alcanza. Debemos trabajar y optimizar los recursos de todos los integrantes de la familia para cuidar el ingreso y maximizar el gasto. También debemos tener en cuenta que adquirir un crédito implica una tasa de interés, y que los imprevistos pueden afectar su pago.

Este es un reto duro para el país. Es un reto duro para lo que hemos entendido como progreso y calidad de vida. Pero la coherencia va de la mano de la decencia y las mejores prácticas.

Así que, ¡bienvenido 2025! Que nos traiga buenas prácticas de consumo, respeto por la madre tierra, amor por los animales, igualdad y prosperidad para las mujeres, porque detrás de ellas siempre habrá una familia —en todas sus versiones y diversidades—.

Que este nuevo año nos traiga salud y educación, así como espectáculos culturales, artísticos y deportivos que fortalezcan nuestra identidad nacional. Pero, sobre todo, que nos traiga paz, justicia y reparación.

¡Feliz Año!

Marcela Clavijo