Con el año entrante encima, (nos separan apenas 60 días), el país político ya se está revolcando y vio la facilidad – siempre la facilidad – de los que les gusta vivir de la política para ellos anunciar desde ahora, que en el año 2021 no habrá tregua y que cómo sea y al precio que sea, se moverán y hasta se retirarán y renunciarán de sus propios partidos buscando otras mejores opciones que les garanticen sus aspiraciones particulares, pero por supuesto también sus caprichos personales. Ellos no actúan de otra manera.
Ya están apareciendo las renuncias y desde hace varios meses los congresistas están pujando por una reforma que les permita cambiar de partido o unirse con otros partidos para amarrar su próxima elección. A eso los políticos le llaman alianzas o coaliciones pero todo el mundo sabe que el nombre de eso es lentejismo o transfuguismo o voltiarepas.
Al no encontrar eco con el presidente Duque en su acostumbrado gobiernismo, Roy Barreras por fin sintió lo que es ser un inútil de la política, pues su asistencia al Senado siempre estuvo marcado por las rodillas expuestas y favorables hacia quien ejerciera como presidente de la república, votando favorablemente todo lo que le pasaran a cambio de puestos y presupuestos. Con Duque se ha sentido como las novias plantadas el día de su matrimonio y hasta cambiable. Y para reclamar que “a mí me tienen que ver y me tienen que escuchar”, decidió renunciar al partido de la U. Está desacostumbrado pues con Uribe tuvo una ubre de cuatro pezones y 15 litros de leche diarios durante 8 años y 96 meses; con Juan Manuel Santos y las Farc tuvo esa misma ubre durante 8 años y 96 meses más una figuración que a toda hora lo hacían sentir como el superhombre. Todo eso se le apagó en estos 27 meses donde le quitaron la ubre, los pezones, la leche, los micrófonos, los reflectores, los puestos y los presupuestos.
Para hacerse notar otra vez (eso le hace mucha falta para alimentar su ego), le está proponiendo al país un referendo revocatorio en contra del señor Presidente. Eso no existe. El artículo 259 de nuestra Constitución solamente revoca los mandatos de gobernadores y alcaldes y la verdad sería bueno que para estos se practicara a partir del primero de enero del 2021.
Barreras pone como gancho de atención, “revocar un mal gobierno, garantizar una renta básica universal, universidad gratuita para los jóvenes y un mínimo vital pensional”; eso es como mezclar fríjoles con mazamorra a la misma hora.
Estas necesarias propuestas las debió pelear en el Congreso cuando le escuchaban sus peroratas, pero la revocatoria contra el presidente es jurídicamente inviable, porque no existen los mecanismos legales para ese esperpento de revocatoria. El diccionario dice que “esperpento es la presentación de una realidad deformada y grotesca y la degradación de los valores consagrados a una situación ridícula”.
Ahora resulta que Roy ya no es de derecha y busca espacio en el centro. Creyendo que por formar otro partido o atacando a los expresidentes de los que siempre mamó, el país le creerá. Tendrá que ser candidato presidencial para que lo vuelvan a mirar y entonces los colombianos sabrán lo que es hacer el ridículo.
Armando Benedetti es otro senador con fuerza costeña y muchos buenos amigos “cachacales” que le celebraban la irreverencia que mostraba para denostar de sus adversarios políticos, convencido que eso daba votos. Igual que a Barreras, le quitaron la ubre de cuatro pezones y 15 litros de leche diarios que durante 8 años y 96 meses le dio Uribe y la ubre de cuatro pezones y 15 litros de leche diarios que durante 8 años y 96 meses le dio Juan Manuel Santos. Tampoco es tenido en cuenta para recibir sus puestos y presupuestos. Igual que Barreras, está desacostumbrado por estas fechas y quiere irse del partido de la U. Barreras y Benedetti fundaron con Uribe el partido de la U. Están aburridos de ser ignorados. Eran más protagonistas en los tiempos de “mano firme y corazón grande” y en el de “paz, equidad y educación”, aunque poco les importara defender esos mensajes presidenciales.
Pese a que las renuncias de Barreras y Benedetti han sido avisadas y anunciadas por todos los medios periodísticos nacionales, no han producido el escozor que ellos podrían pensar, sacudiría al país político. Todo ha tan sido normal, como si no hubieran renunciado a su partido, el país los tiene ignorados y al contrario, más bien los veremos negociando esos votos con candidatos del centro, ni derecha ni izquierda, en una actitud muy distinta a la de Robledo, porque ese si quiere tener partido propio.
Jorge Enrique Robledo fue de los primeros en anunciar su retiro de la llamada coalición o pegamento o alianza con otro partido del que finalmente se dio cuenta que era bienvenido –solo si – y solo si aportaba sus votos para hacer crecer una izquierda que no tenía tanta fortaleza si él no estaba allí. La izquierda necesitaba un político para mostrar. Con Robledo esa izquierda se creció en votos y en personas muy capaces y con un intelecto distinto para hacer cosas distintas. No fue suficientemente valorado.
Y se fue a hacer un partido distinto, que ya no tuviera su basamento en el MOIR porque esas causas ya estaban desapareciendo y ahora es necesario, como en el fútbol, romper por el centro y no volver a jugar con las alas, pues esas alas ya no unen, más bien desintegran.
Dignidad se llamará su partido.
Al irse Robledo del Polo, queda en riesgo la representación del Polo en el Senado y en riesgo su reconocimiento en el sistema electoral. Robledo, solito, alcanzó cerca del 40% de la votación por la lista que presentó el Polo Democrático al Congreso en el 2018, con 226.099 sufragios. Echando números, el Polo tiene que salir a buscar más de 300 mil votos, para mantener el umbral en las elecciones de 2022.
No se puede negar que Robledo, Barreras y Benedetti son combativos, no se quedan quietos ni callados y seguramente armarán una bulla para que el país sienta que ellos viven y son importantes.
Sergio Fajardo, a quien modestamente le recomendamos que diga algo de lo que podría hacer como presidente a ver si se gana siquiera un voto más, también busca desesperadamente el centro. Pide pista en el Centro Democrático y salvo que Luis Alberto Moreno decida no participar, lo mirarán.
El problema de Fajardo es que no se le reconocen proyectos ni propuestas de calado social. Se le conoce haciendo silencio y sin comprometer las causas, parecido a los que se casan, que no le dicen a sus parejas que las quieren o las aman; no quieren comprometerse. Eso así ni dura ni sirve.
Pero el país hoy está para otras cosas y los políticos lo tendrán que revisar.
Ellos como el país nacional, deben estar aburridos de peleas todos los días, de calumnias todos los días, de acusaciones todos los días, de insultos todos los días, de vejámenes, de que unos son bien paridos y los rivales son mal paridos.
Los políticos se han insultado tanto, que han logrado que la gente se aburra primero de los políticos y luego de la política; eso se explica mirando la cantidad de votos en blanco por todo Colombia, como si los electores estuvieren clamando poder elegir a mejores de los que hay allí para escoger. No hay con quién dirían los votantes, sin razón.
Los electores son exigentes y quieren ser escuchados, aunque finalmente se decidan por cualquiera y votan por cualquiera porque los gobernantes (presidentes, gobernadores y alcaldes) terminan haciendo cualquier cosa y en el Congreso votan a cambio de cualquier cosa.
A Raúl Di Blassio, célebre pianista argentino quien no utiliza las manos para robar le escuchamos decir en un concierto en Guayaquil Ecuador, que “al pueblo hay que escucharlo”.
Esta situación en la que todos los políticos están mirando para el centro, recuerda a todas las plazas principales del país, atestadas de gente en el centro, con muchos compradores en el centro, con muchos vendedores en el centro, con mucha basura en el centro, con muchos problemas en el centro y con muchos ladrones en el centro. Entonces, ¿por qué extrañar que hoy todos los políticos quieran irse para el centro?.