El proyecto del Corredor Verde de la carrera 7ma que presentó la administración, se traduce en una propuesta de Transmilenio. Además, este proyecto reduce el tránsito de automóviles a un solo carril, en sentido Norte-Sur: el IDU ya reconoció durante su participación en la Audiencia del Museo del Chico que la carrera 7ma desde la calle 32 hasta la calle 93 solo va a tener un sentido, sentido sur-norte, para movilidad mixta (carros particulares, motos, rutas escolares, carros de carga, etc.).
Por ello, en la 92 con 7ma, en la subida a la Avenida Circunvalar, tienen proyectado un puente estrecho de un carril y de un solo sentido. El tráfico que va en dirección de norte a sur tendría que desviarse de la carrera Séptima en la calle 92 para continuar por la Circunvalar utilizando un puente de un solo carril.
Una verdadera transformación social a partir de cambios tan fuertes como el que produciría el Corredor Verde por la séptima, sólo sería posible a partir de la construcción de un sentido compartido. Es decir, un cambio como estos no sólo puede pensarse desde el ámbito de lo que va a construirse sino que tiene que implicar un verdadero diálogo con la ciudadanía, en el cual se reconozca la voz del otro para poder construir confianza y llegar a acuerdos que realmente permitan reconocer este tipo de proyectos como verdaderos espacios para la vida en comunidad.
Sin embargo, la oportunidad de hacer un diálogo se ha perdido con el proceder autoritario de esta administración y en este artículo explicaremos los principales inconvenientes que ha tenido su actuar y por qué la ciudadanía molesta e incómoda tiene toda la razón.
Claudia López ha incumplido tres acuerdos con la ciudadanía. Uno constituye una de sus promesas de Campaña, pues ella había afirmado que no iba a convertir la 7ma en una troncal de buses del sistema de transporte masivo de la ciudad. Es más, dicha promesa se incorporó en el Plan de Desarrollo en el artículo 105: “En ningún caso el corredor verde incluirá una troncal de transporte masivo como la que se planteó en el proyecto diseñado por el Instituto de Desarrollo Urbano durante 2017 y 2018…”
Otro frente al artículo del Plan de Desarrollo advertido, pues allí estaba consignado que se iba a diseñar un corredor verde con participación ciudadana incidente. Lo cual tampoco ha pasado y al parecer tampoco hay intenciones de que suceda. Al igual que el proyecto del POT de Bogotá, el Corredor Verde ha sido un proyecto realizado en el escritorio de la Administración, a espaldas de la ciudadanía.
Y por último, en el Acuerdo 781 de 2020 por medio del cual se aprobó el primer cupo de endeudamiento del Distrito por un valor de casi $11 billones, la administración adquirió la obligación de exponer el proyecto del Corredor Verde a finales de 2021 ante el Concejo de Bogotá. Sin embargo, dicha exposición nunca se llevó a cabo.
La ciudadanía siente incertidumbre frente al proyecto presentado por la Alcaldía porque no hay claridad ni precisión sobre varias cosas, según Omar Oróstegui, hay falta de información en lo siguiente:
- Escenarios modulaciones de movilidad en kra 11 y Circunvalar
- Tiempos estimados de desplazamiento vehículo privado vs transporte público por tramo
- Impacto en la valorización de predios
- Estrategias para mitigar llegada de vendedores ambulantes alrededor de estaciones
- Especificar nuevas intersecciones viales y tiempos cruces semafóricos oriente-occidente
- Detallar Tipos de buses y capacidad de pasajeros
- Definición operador troncal y explicar qué pasará con la demanda estimada de pasajeros de los otros operadores
- Explicar por qué se solicitan recursos en presupuesto 2023 cuando se habían aprobado por cupo de endeudamiento
- Detallar costos de los nuevos pasos subterráneos y puentes vehiculares
- Explicar tiempo estimado de ejecución por tramo y medidas para mitigación de tráfico.
Lo que está ocurriendo frente al Corredor Verde de la 7ma es una imposición a las malas y no lo podemos permitir. Como Concejal de Bogotá hago un llamado a la ciudadanía para que se fortalezca la acción colectiva, tenemos que movilizarnos a través de muchos medios y no permitir que la manera de hacer las cosas por las malas y sin participación haga de las suyas en Bogotá. Aún podemos transformar a Bogotá desde el diálogo. Hago un llamado también a la Alcaldía para que abra estos espacios y no se cierre a una toma de decisiones arbitraria que puede tener consecuencias nefastas para la ciudad.