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En la última semana, el presidente Gustavo Petro decidió convertirse en el protagonista de un drama político que mezcla acusaciones de acaparamiento, manipulación de datos y una campaña electoral anticipada. Con su tribuna favorita, la red social X, Petro lanzó una serie de denuncias que, más que soluciones, parecen cortinas de humo para distraer de lo que realmente importa: su estrategia de consulta popular y su afán por mantenerse en el centro del debate público. 

Primero, el mandatario se enfocó en el «acaparamiento y especulación» de medicamentos, culpando a las multinacionales capitalistas y a los «grandes ricos epulones» del país, siguiendo la misma estrategia que empleó con el presunto  acaparamiento y especulación del gas (ahora planea comprarlo a Catar), cuando la realidad demostró que era producto del déficit en la producción nacional  debido a  la suspensión de proyectos de hidrocarburos, o también el enfrentamiento con el Alcalde Galán por la crisis de agua en Bogotá y el presunto acaparamiento en la captación de la marca “manantial” por parte de Coca-Cola.

Acaparamientos y más acaparamientos…, con una fuerte defensa a su reforma de la salud, Petro con ira presidencial ordenó “allanar” – sin competencia legal- las bodegas de Audifarma, donde se encontraron 113.000 unidades de insulina retenidas. Mientras los pacientes reciben respuestas negativas al solicitar medicamentos esenciales generando el caos y las inhumanas filas abarrotadas de enfermos ante los dispensarios, que yacen embodegados, lejos de quienes los necesitan. Audifarma, por su parte, justificó el desabastecimiento citando la deuda de 4 billones de pesos que el gobierno mantiene con los gestores farmacéuticos, generando problemas en la cadena de suministro debido al desfinanciamiento del sistema. Pero, ¿realmente solucionará algo que el presidente “jefe de bodega” ordene entregar medicamentos en 24 horas sin abordar el problema de fondo? Parece que no, primero debería solucionar la distribución mediante el encaje financiero, a menos que quiera que “todo cambie, para que nada cambie” buscando titulares que aviven lo dramático.

Luego, el presidente decidió meterse en otro lío: el acaparamiento de los datos oficiales violando la “reserva estadística”. Al publicar en X datos sensibles sobre el desempeño económico antes de que el DANE los diera a conocer oficialmente, Petro no solo incumplió la Ley 2335 de 2023, sino que también permitió que un grupo selecto tuviera acceso anticipado a información clave. Expertos han advertido que esta acción sienta un peligroso precedente y podría tener consecuencias legales y disciplinarias.

Detrás de estas cortinas de humo, parece que el gobierno tiene un objetivo claro: la consulta popular. Este mecanismo, más que una herramienta democrática, parece ser una estrategia para mantener activa la base electoral petrista y polarizar el debate público. Sin embargo, esta medida  tiene riesgos. Por un lado, podría movilizar al electorado antipetrista, que ve en la consulta una herramienta de polarización. Por otro, un fracaso en esta campaña anticipada podría generar un desgaste político significativo para el presidente, abriendo espacio para que candidatos de oposición capitalicen el descontento. 

Distraer de los problemas reales, Justificar las reformas presidenciales, Mantener la agenda política bajo su control, Polarizar el debate público y preparar el terreno para la consulta popular, son las verdaderas intenciones detrás de todo esto.

El gobierno  empleará a fondo más denuncias de acaparamientos y tenderá más cortinas de humo, como el caso de Audifarma y la insulina retenida, para distraer la atención de los problemas estructurales —por ahora: escasez de medicamentos, gas y agua—, justificar sus reformas y mantener el control de la agenda política. Esta estrategia polariza el debate público, movilizando a su base electoral mientras enfrenta a sus opositores, y preparar el terreno para su consulta popular apoyada en la narrativa del cambio. Sin embargo, enfocarse en tácticas políticas en lugar de proponer soluciones concretas conlleva altos riesgos como erosionar la credibilidad del gobierno si no se abordan las crisis reales, debilitando la consulta y, al contrario de lo pretendido, convocará el electorado antipetrista para oponerse al gobierno en las urnas masivamente.

Estas cortinas de humo tan frecuentes y la estrategia solapada de movilización popular en busca de un respaldo electoral, es un boomerang que cortará más de una cabeza. Advertidos estamos todos y en especial el gobierno.

Luis Fernando Ulloa Castrillón

Columnista

commanager@confidencialcolombia.com

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