Marcial Muñoz

¿Quieren un mundo mejor? No enseñen a un niño a respetar a los gays, enséñenle a respetar a todas las personas (y a los animales). No enseñen a esos niños a no pegar a un negro, blanco, asiático o musulmán, enséñeles a no pegar a nadie. Tampoco es buena estrategia educar a un niño en el mensaje del ‘No maltrato hacia la mujer, ¿No creen que sería s efectivo enseñar a NO MALTRATAR, sin más?

El problema viene cuando se diferencian los respetos. Cuando se le da más valor a una vida que a otra, cuando el racismo se vuelve transversal y se justifica según quien lo ejerza. Cuando no importa el qué, sino el quién. O peor aún, cuando esas ‘divisiones sociales’ se convierten en negocio de unos pocos, que se escudan en fines filantrópicos cuando realmente tienen oscuros intereses e industrias detrás, y el ciudadano de a pie es el idiota útil sin darse cuenta. Esta es la base del mundo de la postverdad y el infocalipsis en el que nos adentramos peligrosamente.

La vida de George Floyd debería valer lo mismo que la de las cuatro personas blancas asesinadas en Los Ángeles esta semana por un ataque de un loco racista de raza negra. O que decir tienen las 19 religiosas decapitadas en otro ataque racista-religioso del Estado Islámico la semana pasada, o las de los miles de muertos en Siria fruto del tablero geopolìtico mundial. Todas ellas son víctimas del odio irracional, pero de estos tres últimos casos poco o nada habrán visto en las televisiones. Hay ciertos racismos, lo que llaman no estructurales, que no interesan divulgar. Y es un error, porque violencia llama a violencia, y con los últimos sucesos en Estados Unidos habrá blancos/negros que no eran racistas que igual se estén volviendo.

Libre pensamiento o pensamiento único

El fascismo, el racismo, el comunismo o cualquier ismo totalitario no se cura ni leyendo un libro ni viajando por el mundo como muchos se creen; borrando la historia tampoco, y tumbando estatuas, aún menos. A todos los ismos, incluyendo el idiotismo, se les combate poniendo a trabajar las neuronas, con herramientas sociales que fomenten el libre pensamiento y la libertad del individuo, y con plata, como todo en la vida, pero es más importante en esta ecuación el libre pensamiento y la educación en valores.

A los instigadores, que como en toda buena conspiración los hay, de las revueltas sobrevenidas por el ‘caso Floyd George les importa un carajo Floyd George o su familia. Los problemas de marginalidad en las comunidades afros les importan otro carajo, y el racismo en general otro carajo más. Los saqueos que vive medio mundo son una excusa para quemar las calles, robar comercioscrear caos, aflorar odio contenido para romper la convivencia y construir un nuevo orden social: la era de los idiotas.

Y en todo esto tiene que ver mucho la Generación Instagram y su antecesora, la del facilismo y la inmediatez. Jóvenes y ya no tan jóvenes que parecen vivir en burbujas, ajenos a los problemas del mundo real. Jóvenes y no tan jóvenes que se escudan en un mundo de falsas sonrisas en las redes sociales, pero que luego se estrellan con una realidad dura, durísima. Precariedad de empleo, deshumanización, desigualdad… y todo ese ‘happy worldque proyectan en las redes se derrumba, y sale la rabia contenida, y la violencia, y pasa lo que pasa.

Es un mundo de postureo, en el que se dan más muestras de duelo en los celulares por un muerto al que no conocen a 15.000 kilómetros, que al del propio abuelo, al que seguro no visitaban dos años antes de fallecer.

Revisionismo hacia un mundo esclavo

La literatura y el cine del Siglo XX ya nos adelantó un futuro mundo colectivista. Ese mundo va tomando forma en el S.XXI mediante personas sumisas, victimizadas e idiotizadas desde la cuna con las redes sociales. Personas arrodilladas intelectual, moral y físicamente, donde cada vez más el pensamiento crítico o discordante se castiga con el escarnio público (¿les suena la cosa?).

Está de moda derribar estatuas que consideran racistas, quitar cuadros sexistas o pedir perdón por hechos de nuestros antepasados de hace 5 siglos o más. Tumbar estatuas de Winston Churchill, Cristóbal Colón, o censurar cultura como Lo que el Viento se llevó o la serie de TV ‘Friends’ por racista no te hace mejor ciudadano, te hace más idiota, que es lo que quieren en el fondo.

El revisionismo, sin entender las causas, el contexto histórico o la sociedad de la época, es de borregos, personas que se apegan a un ruido en redes sociales para evitar caer en la hoguera de la nueva inquisición del pensamiento único. Pronto veremos como quieren destruir las pirámides de Egipto o el Coliseo de Roma, (recuerden, lo veremos) y el motivo no es otro que la idiotez humana es infinita. Especialmente la de la masa que cae en la trampa de los que les quieren manejar, sin ni siquiera cuestionarse las cosas.

Apostaría que dentro de 200-300 años nuestros futuros descendientes, si no son más bobos que nosotros, nos mirarán a estas generaciones del cambio de milenio, como la de los idiotas, los que se dejaron arrebatar la libertad, ese regalo maravilloso que costó alcanzar una evolución de miles de años y cientos de millones de muertos en guerras u odios.

¿Quieren un mundo mejor? traten bien a las TODAS las personas, independientemente de su condición sexual, ideología, religión o raza. Cuiden su entorno más cercano, ese en el que ustedes tienen responsabilidad directa con sus actos, y presten menos atención a las TT de las redes sociales, que por supuesto están manipuladas y orientadas a que pensemos lo único que les interesa: dominarte.

Ñapa. Quédense con esto: son tan idiotas, pero tan idiotas y superficiales, que ni siquiera se dieron cuenta que ‘Lo que el viento se llevó es una despiadada crítica al esclavismo y un canto a la libertad. Gracias Margaret Mitchell.


Otras columnas del autor