Dios salve a la Reina Isabel frente a la mediocre política actual

Con el fallecimiento de la Reina Isabel II (y la semana pasada Mijail Gorbachov) se entierra políticamente para siempre el Siglo XX. Un siglo donde el noble arte del ejercicio político era más mucho serio, más profesional. Donde los que llegaban a ejercer el poder tenían perfiles más preparados. Mentes más estructuradas, y general, personas con más sentido de estado. Lo que siempre se llamó ‘profesionales de la política’ en el buen sentido. Pues ya, se acabó. Bienvenidos ahora sí a la nueva política posmoderna. A la lamentable gestión pública del Siglo XXI, al circo de los mediocres, al terreno de los trileros, mentirosos, trepas, analfabetos oportunistas, o gente que simplemente ve la actividad pública como una manera de enriquecerse. No todos son así, no generalizo, pero sí es la sensación que trasciende…

En la política actual prima el marketing por encima de las ideas, la imagen por encima de los valores, y la superficialidad por encima de la intelectualidad. La política light ejercida por la práctica totalidad de líderes actuales no superaría ni la más mínima prueba de liderazgo, por ejemplo, en los años 60 del siglo pasado. ¿Se imaginan a personajes como Justin Trudeau haciendo frente a la crisis de los misiles de Cuba? ¿A Úrsula Van der Leyen o a Gabriel Boric planificando un Plan Marshall para recomponer el mundo después de una Guerra Mundial? ufff , escalofríos me da sólo de pensarlo.

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Y con esto tampoco digo que hay que idealizar todo tiempo pasado, pues no olvidemos que en el siglo precedente ejercieron el poder con mano de hierro regímenes comunistas o nazis. Se produjeron hechos tan bochornosos como el holocausto judío, las purgas comunistas en China o la Europa Oriental, las dos guerras mundiales y sus consecuencias, dejando más de 200 millones de muertos.

No, no se trata de idealizar el mal. Se trata de resaltar y recordarle a las nuevas generaciones que antes había una forma de hacer las cosas mucho mejor. La visión de los políticos que ejercían el poder era más honesta, equivocada muchas veces, pero más honesta en el sentido de buscar lo mejor para sus súbditos o ciudadanos. Existía una lealtad institucional de procurar hacer las cosas por el bien común.

Inmoralidad política

Ahora no es así, ahora muchos políticos inmorales sólo persiguen su beneficio personal o de los grupos que representan, saltando por encima al pueblo, arruinando colectivos con políticas confiscatorias desmedidas; con políticas sectarias; bloqueando el ascensor social que siempre fue la educación pública haciendo de ésta un chiste sin gracia. Privando a las nuevas generación de un espíritu crítico que pueda conducirles a una vida mejor. En otras palabras, condenando miserablemente a la gente a la dependencia del gobernante de turno, construyendo una sociedad de personas dependientes y débiles. Pide sacrificios para los ciudadanos, pero ellos no predican con el ejemplo. Al contrario hacen lo contrario de lo que dicen: hipocresia e inmoralidad.

No ha habido ningún precedente contemporáneo de liderazgo durante siete décadas como el de la Reina Isabel. Ni siquiera en dictaduras, mucho menos en democracias. Sin duda esta mujer tenía algo especial. Pasó por 16 primeros ministros, la última ‘Premier’ hace sólo unos días. Desempeñó un papel fundamental en la segunda mitad del siglo pasado, ganándose el cariño de los británicos y, sobre todo, el respeto del mundo entero; y no porque haya fallecido, que ya se sabe que no hay muerto malo. El respeto se lo ganó durante décadas, en vida y haciendo cosas importantes por el pueblo que representaba. Qué difícil es esto en este mundo efímero, donde todo es de usar y tirar.

Ya no quedan líderes de verdad como era Isabel. Duro papel tendrá Carlos para tapar el inmenso vacío que deja su madre. Y sobre todo para mantener el respeto hacia la institución, tan cuestionada desde hace años por los chismes de palacío. God save the Queen, Elizabeth.