Los cargos por los que fue declarado culpable el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y ahora también candidato para llegar a la Casa Blanca, y que lo comprometen seriamente por la falsificación de registros comerciales relacionados con giros de dinero a la ex actriz, guionista y directora de la industria porno, Stephanie Clifford, quien además afirmó que había tenido una relación extramatrimonial con el magnate en 2006, han generado más ruido mediático que un impacto real en la campaña presidencial y en la candidatura del líder del partido Republicano.
En el juicio se probó que Clifford recibió 130.000 dólares, justo antes de la contienda electoral de 2016, dinero que sirvió para comprar su silencio. Al ocultar esta información en los registros comerciales de la campaña, la justicia del Estado de Nueva York declaró culpable a Trump por violar las normas que rigen el financiamiento de las campañas políticas. Según el juez, el ocultamiento de estos hechos afectó deliberadamente la elección del expresidente ese año y dejó abierta la duda de si su periodo presidencial se pudo haber manchado con otros casos de corrupción.
Si bien Trump, pese a los líos legales que enfrenta, puede continuar sin problema en la contienda electoral para llegar a la Casa Blanca el próximo 20 de enero de 2025, pues los requisitos para aspirar a la presidencia de los Estados Unidos son tener al menos 35 años, ser ciudadano estadounidense de nacimiento y haber vivido en el país durante al menos 14 años; por lo pronto, el exmandatario y actual candidato tendrá que enfrentar varios escenarios judiciales hipotéticos.
En contexto, vale recordar que la sentencia mínima por falsificar registros comerciales en primer grado es cero, por lo que podría recibir libertad o baja condicional, una sentencia de no prisión o hasta cuatro años por cada delito. Igualmente, es probable que se le ordene que cumpla el tiempo en prisión simultáneamente por cada cargo, por lo que enfrentaría hasta cuatro años en total.
De otra parte, el juez podría sentenciarlo a un período de meses o semanas de prisión o exigirle, por ejemplo, ir a un penal todos los fines de semana durante un período de tiempo y luego cumplir el resto de la condena en libertad condicional. Ahora, esto es muy poco probable, pues sería bastante costoso para el sistema penitenciario tener a un expresidente, junto con el servicio secreto, en la cárcel.
Pero, más allá de los posibles escenarios jurídicos que deberá enfrentar Trump, el hecho de que pueda continuar en la contienda electoral sin mayor reparo, hace que el impacto de los cargos por los cuales fue encontrado culpable recaigan directamente en la ciudadanía y la opinión pública. ¿Por qué?
Tres razones así lo explican:
Primero, todo indica que su situación judicial, por lo menos en los futuros votantes, no causará ningún efecto. De hecho, según una reciente encuesta de PBS NewsHour, dos de cada tres ciudadanos estadounidenses afirman que su voto no se verá afectado en las elecciones presidenciales por esta coyuntura. En general, el 67 por ciento de los consultados señaló que una condena de Trump no supondría ninguna diferencia para ellos en noviembre.
Segundo, la victimización del expresidente Republicano por parte de su electorado podría, incluso, incrementar su apoyo en las urnas. Es posible que esto aliente aún más a los simpatizantes de Trump a apoyarlo, viéndolo como una “victima” del sistema judicial. Por ejemplo, a la salida del juicio algunos de sus simpatizantes y medios de comunicación se agruparon, a lo que él respondió: “El verdadero veredicto lo dará el pueblo el 5 de noviembre, ellos saben lo que ha pasado aquí”. Esto, palabras más, palabras manos, evidencia un llamado a continuar apoyando su candidatura, poniendo en tela de juicio al sistema judicial del país norteamericano.
Tercero, su situación judicial no ha generado mayor impacto en los Estados bisagra: El alcance de esta noticia se ha sentido más en ciudades como Washington y por su puesto Nueva York, también a nivel internacional, pero parece no tener mayor repercusión a nivel nacional, en especial en los Estados bisagra de Nevada, Wisconsin, Michigan, Arizona, Pensilvania, Georgia y Carolina del Norte, claves para la definición de la presidencia de Estados Unidos.
En conclusión, si bien es posible que, dentro del partido Republicano, algunos se cuestionen su candidatura, es claro que al no tener otros líderes políticos con la misma popularidad de Trump, muy seguramente permitan que el magnate continúe en la contienda como representante de esta colectividad, a pesar de la negativa de algunos de sus miembros.
Abdelaziz Malaver
Docente de Relaciones Internacionales
Universidad de San Buenaventura