Por: Guillermo García Realpe
En medio de esta crisis de salud pública, pero también social y económica, florece paralelamente la industria del cannabis en Colombia, una alternativa que le podría dejar al país enormes dividendos y adicional a ello, generar miles de empleos que ayudarían a la reactivación de la vida productiva del país. Es un sector que está en condiciones de apalancar la reactivación socioeconómica que hoy requiere Colombia en medio de esta contingencia.
El cannabis medicinal además de generar empleo, contribuye a mejorar los ingresos fiscales de la nación, amplia el espectro exportador, es clave en la sustitución de cultivos y contribuye al desarrollo de zonas aisladas del centralismo. Aunque persisten varias talanqueras en materia de regulación y trámites para que el sector definitivamente logre su fin y en eso ya países como Brasil y Perú empiezan a tomar la delantera, ante la lentitud de Colombia en asignar los cupos de exportación.
En el caso colombiano, regiones como Cundinamarca, Boyacá, Quindío, Tolima y Antioquia ya producen y cultivan semillas, flores o aceites de cannabis medicinal de muy buena calidad, productos muy apetecidos en mercados de Europa y Estados Unidos. Pues como no, si es que ya está comprobado que el cannabis tiene múltiples bondades para tratar enfermedades tan complejas como la epilepsia, la esclerosis, el Parkinson, también el dolor crónico, entre otras más. Pero también debe convertirse en una gran oportunidad para departamentos como Nariño, Cauca, Putumayo y el Sur de Colombia.
Incluso, se estima que en nuestro país, según datos de un estudio muy serio, existen 5,6 millones de pacientes que padecen alguna patología de las descritas anteriormente. Lo que se convertiría, sin duda, en una gran oportunidad para su tratamiento y en un alivio efectivo al dolor que hoy sufren millones de colombianos.
El sector del cannabis tiene pendiente varias modificaciones legales, entre ellas al decreto 613 de 2017 y a la resolución 1478 de 2006, las cuales permitirían un mejor aprovechamiento de las actuales licencias y fijaría a sus titulares compromisos mínimos de cultivos y exportaciones. Lo que ya de por sí se convierte en un enorme desafío para esta industria.
Precisamente sobre este particular, haré llegar una carta a los Ministros de Salud, Agricultura y Justicia para que se revisen los alcances del Decreto 613 de 2017 y que el mismo tenga una más amplia cobertura, que beneficie a otros sectores importantes que también contribuyen al desarrollo del país, pero que hoy están rezagados y por fuera de cualquier posibilidad de crecimiento.
Ese Decreto es muy limitado y solo privilegia a unos pocos, se necesita por ende, dada la actual coyuntura social y económica abrir ese abanico. Debe convertirse entonces en una iniciativa de los colombianos para los colombianos, para los campesinos, para los desmovilizados, para los indígenas, los afros descendientes y para los profesionales del sector agropecuario que también tienen derecho a tener oportunidades. Esto no debe ser para los empresarios, ni para las multinacionales, ni para los laboratorios farmacéuticos, ni para el gran empresariado que siempre ha usufructuado el campo y a la gente pobre del campo, la que siempre ha afectado las políticas públicas, ahora una vez más las desechan.
La situación actual amerita que seamos solidarios y generosos, por ende debe ser la oportunidad, para que los sectores anunciados anteriormente se incluyan, para que produzcan y den empleo, hoy necesitamos mucho del sector productivo en defensa del empleo nacional y la industria del cannabis se puede convertir en una extraordinaria oportunidad para el renacer también de nuestro campo, tan golpeado hoy por la situación a la que nos ha conllevado la expansión de la covid-19 y finalmente que, el gremio profesional de ingenieros agrónomos sea consultado para ayudar a armonizar el Decreto en su parte técnica, política y social a modo de apoyo a la institucionalidad responsable de otorgar licencias y registros.
Es momento de cambiar la historia, ya Colombia ha puesto miles de muertos en la lucha contra el narcotráfico, incluso, grandes líderes políticos como Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara Bonilla, y personajes de la vida nacional como Guillermo Cano, ex director de El espectador o el ex procurador Carlos Mauro Hoyos, perdieron su vida en la lucha contra ese penoso flagelo que solo ha dejado muerte y una estela de violencia a lo largo y ancho del país. Ahora, surgen nuevas oportunidades que pueden revertir ese oscuro pasado y transportarnos a un horizonte claro, lleno de oportunidades y de una gran transformación social.
Necesitamos que Colombia vuelva a florecer y que renazca la esperanza, que la vida se sobre ponga a la muerte y que de la exclusión afloren las mejores oportunidades.
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