“Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero” reza el rico refranero español. A casi ningún aficionado le gustó que el Mundial se asignara a Qatar como sede hace ya 12 años. Es cierto que en esa zona nunca se había disputado una cita mundialista y por rotación geográfica ya tocaba. Qatar es un país de poca tradición futbolera y poca afición, lejos de todo sitio y costoso de llegar… Desde el primer momento todo fue turbio: sospechas de corrupción, denuncias de condiciones infrahumanas y supuestos miles de muertos entre los obreros que construyeron los estadios, además de la ausencia de derechos fundamentales en el emirato para ciertas minorías sociales, hoy muy poderosas en el mundo.
A la FIFA le dio igual. Unos cuantos cientos de millones de dólares tendrán la culpa y algún día lo sabremos como se han ido destapando las ollas podridas anteriores. Los ‘petrodólares’ ya se compraron buena parte de los clubes europeos, y con la FIFA no iba a ser menos. Lo de menos es el aficionado. Porque saben que los aficionados perdonan todo cuando el balón echa a rodar. Todos sabemos que la FIFA es corrupta, pero que más da, el espectáculo por encima de todo.
FIFA, como todo organismo supranacional, nunca ha sido ejemplo de transparencia precisamente. En el caso de los máximos dueños del fútbol mundial, desde los tiempos de Joao Havelange arrastran una sombra de corrupción y escándalos demasiado alargada. Hubo un punto de inflexión, allá por los años 70, en el que fútbol se volvió un negocio global por encima del deporte. Como siempre, el dinero y la televisión ensucian todo, incluso las causas más honorables.
Lo cierto es que este Mundial, que hay que decirlo, está resultando atractivo para el espectador desde lo futbolístico, es un completo despropósito desde el punto de vista conceptual. Es el esfuerzo desmedido desde dentro de intentar molestar al aficionado y a muchos de los países participantes. Al menos los que son más o menos coherentes con lo que piensan y que no están cómodos en este gran teatro postizo y mentiroso.
Falta de coherencia de FIFA
Es impresentable por parte de FIFA, tan ejemplarizante cuando se trata de combatir el racismo en los países democráticos, que en este caso se le han olvidado sus valores en algún banco de Suiza o Islas Caimán. No tiene presentación defender una cosa en un sitio y ser cómplice de lo contrario en el emirato que te paga. Y no sólo cómplice, censor y dictador.
Claro que como organizador, FIFA puede poner las normas que le dé la gana y el resto son libres de participar o no. Pero esa libertad y democracia no es precisamente lo que predica. Cero coherencia. Es bochornoso para el sentido común y la inteligencia media que el señor Infantino, presidente del ente, salga el día 1 del evento a dar una charla moral sobre lo malos que han sido los europeos a lo largo de la historia (3.000 años atrás ni más ni menos), obviando mágicamente los desvíos de democracia que a día de hoy sí tiene muchos países donde rige la sharia o ley islámica. Infantino, espero no abochorne más a su familia con discursos como ese.
Y con todo lo anterior no quiero decir que Qatar tiene que cambiar sus normas cívicas de un día para otro. Su cultura, allá ellos si les gusta, es la que es. Pero sí debería ser requisito indispensable para organizar el torneo la apertura para que, al menos, los extranjeros hagan con libertad las prácticas comunes en el mundo entero, como puede ser la ingesta de alcohol o la normalización de las muestras de amor en público, sean con la orientación sexual que sea. Y sí no, no podrían organizar un evento de este tipo, que no deja de ser una fiesta mundial. Culpa es de FIFA por tragar con todo. Nuevamente poderoso caballero es Don dinero.
Y en este punto, también recordarle ese mismo argumento a las federaciones y equipos nacionales. Está bien lucir una bandera o brazalete para visibilizar lo que se quiera, pero eso no vale de nada. Si tan ofendidos y molestos están, boicoteen el torneo y no jueguen. Esa práctica fue bastante común en los Juegos Olímpicos en el Siglo XX. Por ejemplo, Estados Unidos no participó en Moscú 1980 y los soviéticos y su bloque de la Europa del Este devolvieron gentilezas en Los Ángeles 1984. Pero claro, antes en el deporte había más valores y menos dinero. Con Qatar todos pierden y todos ganan al mismo tiempo. Ganan dinero y pierden credibilidad, pero esto realmente es secundario en este mundo inmoral.