Por: León Sandoval
La dependencia casi vital del hombre contemporáneo hacia las nuevas tecnologías debe ser motivo de especial y preocupante atención. Es un hecho indiscutible que el transhumanismo, entendido como una ideología que defiende la existencia humana a partir de la tecnología y la ciencia para lograr el bienestar está en cosecha. Esta semana hubo una suspensión en los servicios de plataformas tecnológicas como Whatsapp, Facebook e Instagram que afectó también a otros desarrollos tecnológicos en los sectores de las telecomunicaciones y financiero. No se ha determinado si se trató de un error en los cambios de configuración de los rúters de la red troncal que coordina el tráfico de red, como lo justificó el gigante Facebook, si se trató de un ataque ciberterrorista, o fue simplemente un saboteo propio ordenado por Mark Zuckerberg (1984) para enviar a sus contradictores un mensaje sobre su poder global. Lo cierto es la desazón y frustración surgidas en muchas personas que utilizan estas plataformas para los negocios, el trabajo, la salud, la justicia, la educación, la recreación y las relaciones familiares.
El Dios creador del Universo entendido como un ser superior o una energía creadora será sustituido por un nuevo dios: el Dios Dato. El algoritmo que da lugar a que el deísmo mute en el dateismo al que alude el historiador israelí Yuval Noah Harari (1976) en su célebre trilogía. El Dios del Universo cederá su puesto al Dios del Metaverso que es creado artificialmente en un universo digital para convertirse en una nueva realidad en la que el hombre contemporáneo pueda desarrollarse en todos los aspectos de su vida, desde lo laboral hasta lo recreativo. Facebook ha destinado una suma superior a los cincuenta millones de dólares para desarrollar una tecnología de realidad aumentada que permitirá construir el Metaverso. Esta labor recae en cabeza del estadounidense Andrew Bosworth, nuevo Jefe de Tecnología de Facebook, hasta hace poco Vicepresidente de Realidad Virtual y Aumentada, y también responsable de hardware como las gafas de realidad virtual Oculus y del Laboratorio de Realidad de dicha Compañía.
Zuckerberg y socios juegan a los dados con el Metaverso, para Ellos, esta nueva forma de realidades aumentada y virtual superará el internet móvil para marcar una fina línea entre realidad y virtualidad. El Metaverso será la nueva forma de realidad, en la que se podrá pasar del espacio físico al espacio digital, por medio de avatares que permitirán una existencia doble en lo físico y lo virtual para llegar a ser una sóla existencia y se perderá la noción de qué es real y qué es virtual.
El Metaverso se erige como una nueva realidad acorde al transhumanismo, la obra del escritor estadounidense Isaac Asimov ( 1920-1992) dejó de ser ficción para convertirse en realidad, El Hombre Bicentenario será un hombre neopostmoderno resultado del transhumanismo que habitará el Metaverso, su religión probablemente será el Dateismo con un sentido de globalización localizada y la búsqueda constante de placer, su medio de pago serán las criptomonedas como sinónimo de riqueza en un espacio artificial pero no menos real. La idea del Metaverso produce temor por la sustitución paulatina del Universo conocido, y desconfianza sobre la venalidad de quienes lo conciben y actúan como si se tratara de dioses.
Frente al silencio de los gobiernos y a la debilidad de los humanos contra los nuevos amos del mundo, queda como último recurso o de pronto toral recurso apelar para ante la Ética, a la ética de la naturaleza humana que conserve los antiguos valores y avale los nuevos valores de la justicia, la libertad, la familia, la educación y la propiedad privada que deberán ser articulados en ese Metaverso frente a derechos como la privacidad, la seguridad, la intimidad, la autonomía, el olvido, el silencio y la individualidad. Quiera el Gran Dios del Universo que el Metaverso sea simplemente un mal sueño de Zuckerberg y sus miléniales pero jamás una realidad.