¿Estás en ‘mute’?

Le tenemos un miedo terrible al silencio. Nos hemos contagiado de este pánico a no decir nada, a no opinar y nos hemos convertido en unos acumuladores y productores de ruidos constantes. Pareciera que fuera malo detenerse a pensar, organizar y entonces sí expresarnos. Nuestras vidas no dan tiempo para espacios silenciosos, tendemos a sentirnos vacíos si el teléfono no suena, si el correo no nos interrumpe y si nuestras pantallas no se llenan de alertas. Ruido, ruido y más ruido, ¿cuánto de eso es realmente importante y nos agrega valor?

Este pánico al silencio lo empecé a detectar de manera más frecuente cuando me inicié en el entrenamiento a voceros y equipos directivos, donde veía constantemente que las personas tenemos un tremendo afán por hablar sin pausa, por contar lo que creemos que es relevante para nosotros y no nos tomamos ni cinco segundos para escuchar lo que es relevante para el otro. En el afán de hablar olvidamos que hay terceros y que sus intereses son distintos a los nuestros y que sufren del mismo mal de querer hablar sin pausa.

Al silencio no deberíamos tenerle miedo, hay mucho que aprender de él. Un espacio sin ruido es normalmente un momento de concentración, de tranquilidad y de reflexión. Es la oportunidad para analizar qué está sucediendo y hacia dónde se puede tomar el camino. En vocería una pausa puede ser la diferencia entre una gran frase o el mayor error que una persona pueda cometer. En la vida diaria es prácticamente lo mismo, nos apresuramos a emitir juicios y no nos detenemos a pensar si eso destruye o aporta.

Siempre he tenido un profundo respeto por aquellos que de forma natural no tienen esa urgencia. Se interesan más por escuchar y entender, que por lograr un podio en emisión de opiniones. Su poder está en lograr frases poderosas, no necesariamente elaboradas o adornadas con un léxico especialmente complejo, pero son simples reflexiones que logran llegar al punto y tocar fibras. Frases que tienen ángulos impensados o aristas que no todos percibimos.

Estos personajes son para mí maestros del “mute”, personas que saben silenciar sus micrófonos y solamente abrirlos para agregar valor. Tenemos mucho que aprender de ellos, todos estamos cerca a alguno de estos avanzados de la oratoria y deberíamos prestarles más atención. El poder del silencio es una invitación gigantesca en tiempos donde hemos convertido al ruido en un compañero constante. Pensemos cuánto espacio le dedicamos a escuchar nuestra mente, a reflexionar en nuestro día o a entender lo que otros nos estaban queriendo decir.

Este año, seguramente la frase más empleada en todos los idiomas, puede llegar a ser “estás en mute”. Una referencia obligada en cada reunión virtual a la que asistimos donde los que estamos apurados por hablar, olvidamos que habíamos silenciado nuestro micrófono. Puede que sea el momento para tomar este constante accidente como un llamado inconsciente de reflexión para que nos obliguemos más a estar en ‘mute’ y trabajemos en elaborar mejores ideas, aprendamos más de otros y exploremos el basto poder del silencio.

A cuántos por ahí les convendría un poquito de ‘mute’ para dejarnos pensar y no llenarnos de ruidos no pedidos que realmente no aportan absolutamente nada.

@AlfonsoCastrCid
Managing Partner
KREAB Colombia