Quiero dedicar estas letras a los colombianos, a todos aquellos que con afecto, gratitud y fe han abrazado con sus oraciones a mi amigo, el senador y precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay, así como a toda su familia.
Hoy escribo esta columna de una forma poco habitual, en los pasillos de la Fundación Santa Fe, en la que se encuentra Miguel en una Unidad de Cuidados Intensivos, pero lo hago con la certeza de que pronto superaremos esta pesadilla y que él saldrá adelante en su recuperación tras el vil intento de magnicidio del pasado 7 de junio.
Reconozco que son momentos de angustia e incertidumbre para toda Colombia, sin embargo, este país ha demostrado su afecto hacia Miguel. No dudo un segundo que Dios y las constantes oraciones de millones de creyentes lo han mantenido anclado a este plano terrenal. Y él que es un guerrero y luchador ha estado a la altura de esta difícil batalla.
Gracias a quienes creen, a quienes caminan en fe, a quienes brindan una palabra de aliento, un voto de confianza o simplemente una mirada de esperanza. Esta causa no es solo de una persona, ni mucho menos de un partido o de una región: es de todos los ciudadanos que queremos un país mejor, donde prevalezca la seguridad, la unión, alejados de la violencia y en el que sobresalgan las oportunidades.
Miguel Uribe Turbay representa una nueva generación de liderazgo: que cree en la familia, con principios y valores, con carácter férreo y con la convicción que el servicio público debe ser un acto de pasión, entrega y responsabilidad. Por eso es que tantos nos sentimos identificados desde cada rincón del país y el mundo, desde donde han llegado mensajes de solidaridad y apoyo.
Sin duda, los colombianos no nos resignamos, pues defendemos la libertad, la democracia y el Estado de derecho.
Colombia está en un despertar, en ese que construye diálogo, respeto y la certeza que las diferencias no nos debilitan, sino que nos enriquecen. No estamos derrotados, seguiremos trabajando con más fuerza, más compromiso y más cercanía, pese a que los violentos pretendan lo contrario.
El país merece lo mejor de todos nosotros. Sigamos orando por la recuperación de Miguel, mantengamos la unión y por nada perdamos la fe. Gracias Colombia y ¡Fuerza Miguel!
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