Lejos de un atentado aislado, los ataques terroristas de Hamas contra civiles israelís, tienen un impacto duradero sobre la estabilidad del Medio Oriente. Un ataque impensable en el siglo XXI por su barbarie: masacre de adolescentes desarmados, la violación de abuelas, y bebes secuestrados en jaulas. La decisión de Colombia de no condenar el ataque de Hamas, es el viraje más radical en política exterior reciente del país. Al margen de la conversación sobre la relevancia de establecer un estado palestino independiente y autónomo, las consecuencias para Colombia son duraderas de un ataque frontal contra Israel. A pesar de una inesperada popularidad con la que hoy cuenta Colombia en las calles árabes, no es claro que sean positivas.
Esta tradición de neutralidad colombiana frente a la soberanía de Israel y Palestina viene de atrás. En 1947, cuando la Resolución 181 de Naciones Unidas buscaba una solución para la creación de un país para judíos y otro para musulmanes en el protectorado británico, Colombia fue uno de diez países que se abstuvo de votar. Colombia no reconoció a Israel hasta 1957 y fue el último país suramericano en hacerlo con Palestina en 2018. Mucha prudencia.
La estrecha relación con Estados Unidos de los últimos 20 años nos acercó más con Israel. Era común ver cómo Colombia e Israel eran los países respaldando a EEUU en resoluciones de ONU. Uno el mejor aliado de EEUU en las Américas, el otro, el mejor aliado en el Medio Oriente. Colombia e Israel también hacían causa común cuando varias ONG los acusaban de violaciones de derechos humanos en su lucha contra el terrorismo. Tras tratado de libre comercio y varios más de cooperación, casi el 80% del comercio con el Medio Oriente es con Israel. Solo en dos países del mundo negar el holocausto es un delito, uno es Colombia.
No es realista deslindar la relación con Israel de la que tenemos con EEUU, se puede mantener un silencio estratégico, pero es tan estrecha que un ataque sobre uno es como un ataque sobre el otro. Hay más judíos en EEUU que en Israel, solo Nueva York tiene tres veces más judíos que Jerusalén. No solo son democracias, sino que tienen una alineación de seguridad e inteligencia de colaboración extrema. En el plantón pro-palestino en Bogotá, se gritaba “fuera yankee.”
En la política de relaciones exteriores de EEUU, al contrario de la colombiana, el congreso juega un papel fundamental. Al atacar de manera tan agresiva a Israel, nos ganamos de enemigos al American Israelí Political Action Committe, probablemente el grupo de lobby más poderoso de ese congreso. Si bien hasta hoy Colombia contaba con el apoyo Demócrata y Republicano, con esta ruptura vamos a tener nuevos francotiradores que nunca habían participado en la conversación de América Latina.
La conversación del derecho de Israel a existir debería estar superada, solo salvajes como Hamas están en contra. Que Israel tenga el derecho a hacer lo necesario para garantizar su seguridad todavía requiere más consenso. Mientras se eleva la temperatura de la conversación, es difícil separar a Israel de los judíos. Ya empiezan hechos aislados de antisemitismo, en redes sociales ni se diga. Por encima de todo, debemos recordar que la comunidad judía colombiana ha hecho grandes aportes al país, somos afortunados de tenerlos.