Mucho dieron de qué hablar las palabras de Luis Carlos Vélez sobre la importancia de la COP16 en su programa de radio; ¿hasta qué punto eso determinó su salida de La FM, no lo sabremos?. Lo que sí está claro, es que ese desatino permitió entender un poco más la relevancia de la COP16. ¡Repasemos! COP significa “Conferencia de las Partes.” ¿Quiénes son las partes y de qué se trata la conferencia? Los primeros son los Estados miembros del Sistema de Naciones Unidas, es decir, prácticamente todos los países del mundo —salvo algunos que aún no han sido reconocidos así, por sus particularidades geopolíticas y la conferencia, es un tratado vinculante a que dichos Estados acuerdan y firman. En términos generales, hay 23 metas a 2030 que el mundo ha acordado en la COP sobre biodiversidad —hay otras COP, como la del cambio climático, por ejemplo—, entre ellas, aumentar los recursos destinados a su conservación y prevenir el comercio ilegal de la fauna silvestre.
Y es justamente esa meta, relacionada con la comercialización de la vida silvestre, una de las más ligadas a un concepto relativamente nuevo en el planeta: una salud. —one health—, el cual no es otra cosa que el reconocimiento de que la salud humana y animal, son interdependientes, por lo que el ecosistema en el que ambos habitan, debe ser gestionado adecuadamente. En palabras mas sencillas, compartimos un mismo planeta y, por tanto, es obvio que lo que afecta a unos, también lo hace con otros. El ejemplo más cercano —y uno de los más hollywodenses—, es justamente la Pandemia por Covid-19. De nuevo, vale la pena recordar algunos aspectos de esa epidemia planetaria. Los estudios más rigurosos —por supuesto que estaremos siempre rodeados por las teorías conspirativas— sobre la filogenética del coronavirus 19 que nos afectó a los humanos hace cuatro años, lo rastrean de un coronavirus de los pangolines —un mamífero parecido a lo que conocemos como un oso hormiguero—, el cual desafortunadamente está en vía de extinción, al ser muy apetecido por ciertas culturas asiáticas y africanas, para consumo gastronómico y uso textil de su particular piel de escamas.
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A pesar de estar en el planeta por millones de años, igual que nosotros, lo cierto es que no es un animal doméstico —como los perros y gatos—, y se trata de una especie silvestre y amenazada debido a la voracidad humana. El problema, comienza aparecer cuando “hecha la Ley, hecha la trampa,” como decimos en Colombia. Su comercio, ilegal en gran parte del mundo, termina haciéndose en escenarios clandestinos, sin condiciones mínimas de salubridad, sucios y pequeños, en donde el humano y aquellos animalitos conviven muy estrechamente. Así, lo más probable es que en algún momento de 2019, un coronavirus de un pangolín voló por los aires y se posó en el tracto respiratorio de un ser humano, sin muchas oportunidades de prosperar, pero lográndolo, mutando con cada reproducción en las células huésped y, finalmente donde todo cambió, adquiriendo la capacidad de transmisión de humano a humano —ya no, de pangolín a humano—. ¡El resto, es historia!
Existen otros casos así que han logrado cambiar radicalmente nuestra historia humana. Otro dramático ejemplo, con un comportamiento epidemiológico distinto por su forma de transmisión, pero igualmente dramático es el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), descendiente evolutivo de un virus de primates africanos. El VIH también es una pandemia —epidemia en los cinco continentes— y ha cobrado la vida de más de 30 millones de personas, además de incontables costos sociales y económicos.
Lo más preocupante de todo es que, estas infecciones zoonóticas están haciéndose más frecuentes, fruto de nuestra expansión geográfica sin control, la globalización y, sí, el comercio ilegal de la fauna silvestre. De nuevo, volvemos a la COP16 y a Cali, Colombia. En esta narración, dimos la vuelta al mundo y regresamos a lo que se discutirá en la “sucursal del cielo” —quienes no conozcan Cali, cuando lo hagan verán que sí lo parece—. La Conferencia de las Partes en Cali, reforzará el trabajo de todos los Estados por las metas de biodiversidad y les hará seguimiento, seguramente encontrando deficiencias en casi todas, sino todas. Del compromiso concienzudo de los Estados y sus gobiernos dependerá, no solo el bienestar de las especies animales y vegetales del planeta Tierra, sino nuestro bienestar y salud, como especie cohabitante de este mundo, como lo pudimos ver en la narración de esta columna. De ahí la suprema importancia de la COP16.
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En últimas, su relevancia no radica en que vendrán más de 12.000 personas a visitar a Cali y ver que no solo se trata de una ciudad violenta, sino de una urbe boscosa tropical, alegre, con exquisita gastronomía y con una multiculturalidad que aflora en cada esquina. Su importancia no reside en que vendrán, al menos 12 jefes de Estado y el Secretario General de las Naciones Unidas, llevándose a sus países una imagen más amable y estratégica de Cali y Colombia. ¡No¡ su impotancia es porque lo que se va a tratar en Cali, es de interés planetario y definirá, para bien o para mal, el futuro nuestro, de las generaciones futuras y del planeta de compartimos. Así que, cuando alguien quiera ganarse likes o audiencia con pequeñeces de política doméstica con la COP16, hablemosle de las enormes repercusiones que este evento tiene y tendrá para todos..