Algunos quieren presentar la masculinidad como disvalor. Académicos construyen argumentos contra la masculinidad que, a la postre, terminan implementadas en políticas públicas estatales que buscan la inclusión, la igualdad y la equidad. Merece mención especial, el hemisferio occidental donde la masculinidad es mal vista, por considerar que los problemas que agobian a la humanidad están relacionados con el hecho que, durante siglos los hombres tuvieron el control de las comunidades excluyeron al diferente, idea que permanentemente se divulga como verdad irrebatible.
Masculinidad y Femineidad entrañan fenómeno natural, no en vano, la vida entre los mamíferos y de la gran mayoría de especies emerge de la unión de una célula masculina junto a una célula femenina. Ser masculino significa la fuerza, la provisión, la protección, el coraje y la capacidad de engendrar vida, que unido al Ser femenino que suma la dulzura, la belleza, la administración, el afecto, la comprensión, el cuidado y la capacidad de albergar vida, permiten que la vida fluya en armonía. No es posible concebir la humanidad sin la complementaria dualidad masculina-femenina.
Ejercer masculinidad es motivo de desaprobación. Los varones son inducidos a abstenerse de actuar masculinamente. En la medida que el hombre se feminiza, la mujer se masculiniza. La hibristofilia va en aumento, probablemente, ante la escasez de hombres masculinos, se busca al malandro, porque erróneamente se enseña que la masculinidad es la causa y origen de los males. Hace carrera que es políticamente aceptable que, el hombre se comporte con femineidad bajo el argumento de prevenir que se repitan las faltas cometidas por la masculinidad del otrora. El rol masculino se desvanece. Cada vez hay menos hombres protectores y proveedores. Hombres y mujeres son iguales en derechos y deberes ¡De acuerdo! pero son también diferentes en muchos aspectos.
Feminizar la masculinidad es restar valor a la esencia del hombre, al igual que masculinizar la femineidad es restar valor a la esencia de la mujer. Cada vez más frecuente: Hombres comportándose como mujeres y mujeres comportándose como varones. Enseñarle al niño a cazar, a pescar, a comer carne, a jugar con rudeza, a reír con estridencia, a trepar árboles es inapropiado; lo apropiado es enseñarle otro tipo de menesteres, porque se ha propalado la idea falaz de que la masculinidad significa violencia, y ser masculino es sinónimo de Ser violento. Hoy van más hombres a ejercitarse al gimnasio que en cualquiera otra época, paradójicamente los hombres de hoy son menos masculinos y más débiles comparados con los hombres del ayer.
Feminizar lo masculino es de tajo romper con la naturaleza y con el entendimiento de que hombres y mujeres son un complemento y no una competencia. Los ladyboys silenciosamente anhelan hombres de aparente comportamiento masculino; aumenta la frecuencia de hombres que prefieren a aquellos sobre las mujeres.
Los estados con sus políticas han contribuido poderosamente con la feminización de la masculinidad. De hecho, hay estados que tienen normas que otorgan ventajas en los procesos de contratación a los proponentes que estén conformados por personas identificadas como diversas sexuales, como es el caso de España. La feminización de la masculinidad constituye una característica de la postmodernidad, al punto que personajes influyentes nombran a sus hijos X A E A_XII, Exa Dark Siderael y Techno Mechanicus, entre otros nombres que, por supuesto, no tienen por qué definir masculinidad o femineidad, pero sí pertenecen a una época en la que tener una identidad sexual definida no interesa.
La masculinidad y la femineidad obedecen al orden natural, como hay día y noche, oscuridad y claridad, arriba y abajo, frío y calor, existe la polaridad que es complemento. Estos tiempos de adalides negacionistas de la naturaleza humana son motivos de profunda preocupación. Llegará un momento donde orinar de pie estará prohibido y comportarse masculinamente será delito. La masculinidad será tratada como aquellas comunidades sofisticadas tratan a sus canes, aceptan su tenencia siempre y cuando les corten las cuerdas vocales para no molestar al vecino que no gusta de los ladridos. ¡Ojalá no sea tarde!