Colombia hoy tiene una oportunidad histórica que no puede desaprovechar. Por primera vez, ocupa la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un espacio clave para la concertación política y la integración regional sin tutelajes externos. Pero esta presidencia debe ser más que simbólica. Debe ser estratégica.
Mientras tanto, del otro lado del continente, Estados Unidos —nuestro socio comercial tradicional— ha encendido una guerra de tarifas contra nuestras exportaciones, violando las condiciones del TLC que los sectores políticos tradicionales tanto defienden. Productos clave como el acero y el aluminio han sido golpeados con aranceles de hasta el 25%, además de los aranceles al 10% al resto de nuestras exportaciones, afectando nuestra industria, el empleo y nuestra balanza comercial. No es la primera vez que ocurre, y probablemente no será la última.
Ante este nuevo escenario, Colombia tiene dos opciones: esperar pasivamente a que Washington cambie de parecer o ejercer liderazgo desde la CELAC para abrir caminos nuevos, más dignos y más equilibrados.
La CELAC no es un foro ornamental. Es el único espacio que reúne a toda América Latina y el Caribe sin la presencia de Estados Unidos ni Canadá. Y si queremos que esa comunidad sea una fuerza real en el mundo multipolar que emerge, debemos actuar en consecuencia. Por eso, el momento exige que Colombia impulse desde la CELAC una agenda concreta de acercamiento a los BRICS y a los países que ya están en proceso de adhesión o asociados como Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
Los BRICS representan una alternativa real al modelo de relaciones internacionales dominado por Occidente. Ya concentran más del 40% de la población mundial, cerca del 30% del PIB global y han iniciado procesos de desdolarización que desafían la arquitectura financiera tradicional. Con ellos, América Latina podría negociar en condiciones más simétricas, con mayores márgenes de soberanía y cooperación tecnológica, energética, comercial y financiera.
Este no es un llamado a romper con nadie. Es un llamado a diversificar. A no seguir siendo una economía dependiente, ni un apéndice subordinado del comercio estadounidense. Es, también, un acto de realismo geopolítico: si el mundo está girando hacia un nuevo equilibrio de poderes, América Latina no puede seguir esperando sentada.
Colombia tiene hoy la voz y el lugar para poner ese debate sobre la mesa regional. Puede convocar, articular e impulsar un grupo de países dentro de la CELAC que esté dispuesto a explorar una relación más profunda y estructural con los BRICS. No como una ocurrencia coyuntural, sino como una apuesta estratégica de largo plazo.
La presidencia pro tempore de la CELAC debe ser, entonces, el punto de partida para este viraje. Tenemos los instrumentos, el contexto y el respaldo político para hacerlo. Lo que necesitamos ahora es la voluntad.
Es hora de mirar al sur global. Porque el futuro no nos va a esperar.
Alejandro Toro


Alejandro Toro
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