A las bogotanas y bogotanos que me respaldaron con sus votos para la alcaldía de Bogotá, votos libres en nada definidos por intercambios clientelistas y sí por las convicciones de cada uno. En una elección muy signada por el temor que llevó a votar, no tanto por lo que se considerara la mejor propuesta, sino por quien asegurara impedir, y en la primera vuelta, que se fortaleciera el poder del presidente Gustavo Petro, cuya caída en la opinión pública la confirmó que su candidato sacara menos del 19 por ciento de los votos.
Muchas gracias también a los candidatos y candidatas de Dignidad & Compromiso al concejo de Bogotá y a las Juntas Administradoras Locales, porque se esforzaron al máximo. Y a los directivos y voluntarios de la campaña, que trabajaron durísimo y no desfallecieron, movidos solo por sus convicciones y por su amor a Colombia.
Gracias también a muchos que no votaron por nosotros pero que nos hicieron saber que respetan nuestra propuesta y que tienen con ella importantes coincidencias.
De otra parte, para Dignidad & Compromiso fue importante que la candidatura a la alcaldía de Bogotá sonara en toda Colombia y haber inscrito tres mil candidatos en 27 departamentos, dejando terreno abonado para actividades políticas futuras.
Porque además esta elección confirmó la necesidad de construir una tercera alternativa política. Una propuesta que responda a la creciente decepción con el proyecto de supuesto cambio del actual gobierno, que cada día confirma que carece de una propuesta seria para crear más empleo y más riqueza y resolver los problemas nacionales, mientras utiliza una retórica ampulosa y hueca y promueve las perniciosas prácticas políticas por las que votaron en contra sus electores. Y que también es contraria a lo que ofrecen las fuerzas de la política tradicional de retomar el poder para continuar con sus malas teorías y prácticas que, por contraste, le sirvieron de base social y política al triunfo de Gustavo Petro.
En mi caso, seguiré opinando sobre los verdaderos cambios democráticos que necesita Colombia. Porque mi decisión de vida de hace medio siglo no tuvo como fin hacer una carrera en la burocracia estatal, y menos enriquecerme con ella, sino luchar por esos fines en cualquier posición en la que me tocara hacerlo.
Contarles que en las próximas semanas me centraré en terminar un libro de memorias que ya tengo comprometido con una editorial y que será una especie de historia de Colombia. Arranca desde antes de interesarme por la política, explica las razones por las cuales le di ese fuerte giro a mi vida y con qué características y empata con mis tiempos de profesor universitario y dirigente de organizaciones cafeteras y agrarias, hasta llegar a ser senador de la República.
Un texto que espero contribuya a entender las causas últimas de por qué Colombia sufre por un subdesarrollo tan profundo que debe avergonzarnos ante el mundo, subdesarrollo industrial y agropecuario y científico-técnico que está en la base de todos y cada uno de los incontables y graves problemas del país.
Y que pueda servir para unir a los colombianos de todos los sectores para impulsar el país hacia su modernización, sacándolo además de una polarización extrema, politiquera y estéril, apenas útil para arrear electores a las urnas, apoderarse del botín burocrático y no tocar las causas de la crisis. En tanto se siguen dejando sin aprovechar las inmensas riquezas naturales de nuestro gran territorio y la conocida inteligencia, creatividad y capacidad de trabajo de los colombianos, como millones llevan décadas demostrándolo en los países a donde han sido expulsados por las malas políticas de los gobiernos de Colombia.