Hace un año en nuestro país el 33,5% de los cargos gerenciales o directivos dentro del mundo empresarial, estaban ocupados por mujeres. Una cifra que supera los estándares mundiales en donde el porcentaje de liderazgo de las mujeres en este tipo de cargos está en el promedio del 27%.
El actual Congreso de la República en su conformación cuenta con 86 mujeres que representamos en el total de curules el 29,15%.
Esta antesala estadística es útil para reflexionar sobre el preponderante rol que hoy en día tenemos las mujeres no sólo en la dirección estratégica del entorno empresarial privado, sino la activa participación que en escenarios de poder político se nos ha conferido por parte del elector primario y que según los analistas tiene un futuro en ascenso, en un país que infortunadamente aún con sesgos mira la fortaleza del trabajo femenino en todos los sectores productivos.
A mi juicio el liderazgo femenino no debe enmarcarse en la ya “maltrecha” teoría de competencia con los hombres, en el entendido de “que género es mejor” o cual “puede ocupar mejores posiciones”. La sociedad actual, con las nuevas corrientes de pensamiento y los logros históricamente alcanzados, nos lleva a reflexionar sobre un rol de la mujer junto al hombre; es decir a la par de, en conjunto con, una mirada que si bien puede sonar “simplista” tiene mucho de fondo en una sociedad que producto de la rapidez de la cotidianidad se preocupa más por la forma que por la esencia de cómo podemos mejorar los patrones de convivencia.
La gobernanza democrática requiere elementos que se nutran de la cohesión, la resiliencia, el fortalecimiento común y eso solo se logra cuando de parte y parte nos miramos como iguales bajo un mismo objetivo. La igualdad de género sigue en construcción y sin duda aún nos falta mucho camino por recorrer.
Hoy cuando nos aproximamos al debate electoral que permitirá escoger los nuevos mandatarios territoriales en Colombia, bien vale la pena revisar las cifras de participación de mujeres en las diversas listas de aspirantes a cargos de elección popular. En el caso de nuestra organización y que cuenta con un programa de liderazgo denominado “Mujeres X Lo Importante” son 52 lideresas que, a lo largo de los 27 municipios de Caldas, han postulado su nombre como candidatas a Alcaldías, Asamblea Departamental y Concejos Municipales.
Un aporte valioso en el contexto general del liderazgo político de las mujeres si tenemos presente que según el Índice de Brechas de Género de 2020 (WEF – Gender Gap Index Report 2020), en Colombia persiste la brecha de empoderamiento político: el país ocupa el puesto 33 entre 152 países, ascendiendo 29 puestos en la última medición.
La participación de las mujeres marca sin duda un asunto conectado con el fortalecimiento de la democracia visto este como un sistema político y social capaz de incluir y representar a toda la ciudadanía.
Las grandes transformaciones del país requieren de la perspectiva de género. Más que dar valor a un liderazgo femenino, lo que debemos impulsar tanto mujeres como hombres, es que las acciones de nuestra sociedad se realicen inspiradas en los sueños y deseos de la misma comunidad, basados en el futuro que imaginan.
El liderazgo no tiene género. Pero el liderazgo femenino en especial debe ser el reflejo de un cambio social, incluyente, pluralista, que se aleje de una visión única, que su aporte sea siempre contemplar diferentes miradas y perspectivas.
Por eso hoy es de destacar que en el contexto político regional sean muchas más las mujeres que se atrevan a ser protagonistas de la historia de sus municipios, que se apropien de lo que quieren para sus entornos y hacer que las cosas pasen.
Debemos atrevernos más, ser más audaces, abandonar los temores, acabar con los factores que obstaculizan que nos queramos enfrentar a diversas situaciones. Es el momento de dejar de temerle a la crítica, al fracaso, a que nada pase. ¿Acaso quedarnos en el solo intento es mejor?