No olvidar la historia

No podemos ingenuamente seguir pretendiendo culpar al gobierno de Gustavo Petro de los hechos que están ocurriendo a raíz del conflicto armado en Colombia. Como firmante el Acuerdo de Paz e integrante de las extintas FARC-EP, recuerdo muy bien que en el tercer punto del Acuerdo quedó clara la responsabilidad del Estado colombiano con todas sus instituciones de hacer esfuerzo por el desmantelamiento de los grupos sucesores del paramilitarismo y todas aquellas expresiones que amenazaran la implementación del Acuerdo de Paz.

Ahora bien, de forma reiterada fuimos insistentes en la responsabilidad del gobierno para el cabal cumplimiento de los Acuerdos, esto conllevaba al cubrimiento con el monopolio de la fuerza en los territorios donde antes operaba la antiguas FARC-EP, hecho este notorio del incumplimiento por parte de los dos presidentes que antecedieron a Gustavo Petro. Así las cosas, no podemos seguir aceptando que sigan engañando a los colombianos y colombianas queriendo mostrar una política de paz total fallida, cuando tan solo el gobierno del cambio lleva 15 meses en ejercicio.

No podemos seguir engañando a nuestra población y engañándonos nosotros mismos como líderes de opinión, digamos la verdad: siempre se recoge lo que se cosecha. Pensaron los enemigos de la implementación del Acuerdo de Paz que le hacían un daño con esto a los firmantes o al nuevo partido que surgió después de la firma, hoy estamos viendo los resultados de esa mala lectura política, mezquina, que lo que hace es perpetrar el odio y que entre colombianos nos veamos diferentes e impulsemos políticas para destruirnos.

¿Acaso no es cierto que hubo entrampamiento para judicializar a algunos líderes principales del nuevo partido? ¿Acaso no es cierto que engavetaron el Acuerdo de Paz y no lo implementaron? ¿Acaso no es cierto que fueron mezquinos en hacer un trabajo pedagógico para que los colombianos y las colombianas conocieran la importancia de ese Acuerdo de Paz y cuáles serían sus beneficios? ¿Acaso no es cierto que las víctimas según serían el centro de la implementación¿ ¿cuál fue la política para el cabal cumplimiento? ¿Acaso no es cierto que a los firmantes de Paz creyendo en la palabra empeñada nos tocó que construir nosotros mismos las zonas transitorias de normalización?

¿Acaso no es cierto que hoy en día los firmantes ni siquiera tienen tierras y no cumplieron lo que quedó en el punto 3 que según el censo realizado por la Universidad Nacional se crearía el programa para la vivienda de los firmantes y hasta el sol de hoy, a 7 años no se ha visto la materialización de esto? Así podría enumerar cantidades de incumplimientos, y a esto le sumamos el robo de la plata de la implementación a través de la corrupción.

Como dicen en mi tierra: se las dejo ahí, así que hagamos análisis objetivos y saquemos conclusiones reales y comencemos a implementar políticas concretas en función de acabar el odio, la desigualdad social y mejor hagamos el esfuerzo por aportar nuestro grano de arena en la reconciliación para poder construir la paz, y de esa forma acompañemos   al gobierno para poder sacar buen provecho de esta oportunidad que nos dimos en el plan nacional de desarrollo de buscar la paz total. Si seguimos sin reconocer la realidad del país, nos veremos  evocados a quién sabe cuántos años más de guerra, es hora de pararla, para eso tenemos que hacer todos y todas mayores esfuerzos.

Los que mueren en la guerra son los hijos de las personas más humildes, de los campesinos de la Colombia profunda, o los pobladores de los barrios más humildes de las ciudades. Porque los hijos de los encorbatados nunca van a la guerra, pero sí les es muy fácil impulsarla desde las oficinas e incluso desde los recintos del Congreso. La reconciliación es el mejor camino para poder avanzar en la construcción de las paces.

Pedro Baracutao