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“Reír para no llorar” se convirtió en una suerte de mantra con el cual cerrar la semana. El viernes pensaba en las razones que me llevaron a querer entrar a la política y no podía dejar de preguntarme por cuán normalizadas están situaciones totalmente inaceptables y cómo es que las personas menos indicadas terminan ocupando las posiciones más importantes de Colombia.

Debo confesar que en medio de la decepción y el desdén que me provocó el ya más que famoso “Anatolio vote sí”, llegó la risa. Esa gracia, a la que solo somos sensibles los latinoamericanos, que sí o sí viene con el infortunio de la tragedia, o para el caso en mención, el infortunio de saltar del anonimato al desprestigio total.

No obstante, aunque esto parezca un mal rato o un accidente, más que ser la excepción es la regla. Esta semana nos regaló otro ejemplo en la plenaria de Senado, cuando todas las bancadas aprobaron la aterrizada proposición de mi amigo el senador Yezid García y a las pocas horas los parlamentarios gobiernistas salieron a decir en medios que “les metieron un gol”. ¿Cómo es posible que los congresistas no sepan cuál es su trabajo?

Este escenario se repite más veces de las que la ciudadanía debería estar dispuesta a soportar, y en ultimas termina siendo la semillas de los debates rastreros e incompetentes que abundan en el legislativo.

Muchas veces en lugar de estudiar y conocer a profundidad los temas en discusión, las bancadas activan sus aplanadoras y los parlamentarios solo repiten órdenes que bien llegan desde corporaciones o desde los edificios aledaños al recinto del legislativo.

Y peor aún es cuando la única forma de sacar adelante las agendas mediáticas de los mismos y las mismas de siempre termina siendo el ataque personal, la falacia ad hominem, el bochinche.

Por eso es que en el título de mi entrada de hoy le planteo una pregunta a mis lectores: ¿Nos sorprende? Y la verdad es que no, no nos sorprende.

Las viejas costumbres y maquinarias políticas de este país, y me atrevería a decir que de la región, están corroídas de oxido. Ellos y ellas lo saben, nosotros lo sabemos y fuera del país tampoco es un secreto. Es justamente eso mismo lo que les asusta, que en el fondo saben que se les está acabando su estadía en lo más alto del poder y por tales motivos intentan hasta lo ilegal por permanecer en esa cúspide.

Bien lo decía Paulo Laserna en un programa concurso hace muchos años, “si no sabe no vote, si sabe vote ya por favor” y hoy mejor que nunca antes en la historia de este país sabemos cuales son los efectos de no enfrentar en las urnas a esas viejas ideas y mecanismos que han gobernado a Colombia en los últimos 50 años.

Colombia está cambiando y eso a ellos si que les sorprende.

@JuanLuisCasCo

Juan Luis Castro Córdoba | Opinión

prensa@juanluiscastro.co

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