¿Por qué sigo haciendo esto?

¿Por qué sigo empeñado en luchar contra la crisis climática? Esa es la pregunta que me hago después de hablar de este tema con varios de mis amigos. Entiendo de dónde vienen, considerando los sesgos de negatividad y confirmación (como mencioné la semana pasada), pero estas preguntas me llevan a un lugar incómodo: reflexionar sobre por qué hago lo que hago, sin perder el sentido de mis acciones. Aquí van algunas razones:

Es científico y probado, no es una mentira de la agenda 2030

El cambio climático está demostrado por el aumento sostenido de la temperatura global (1.2 °C desde finales del siglo XIX), el deshielo de glaciares y polos, y cambios en los patrones de precipitación. Los modelos climáticos muestran que, sin el aumento de gases de efecto invernadero producido por el hombre, estas variaciones extremas no ocurrirían con la misma magnitud.

Los efectos incluyen el calentamiento de los océanos, lo que altera las corrientes marinas y provoca la pérdida de biodiversidad; cambios en el ciclo del agua que causan sequías e inundaciones extremas; y la acidificación de los océanos, que perjudica a los corales y a las especies marinas que dependen del calcio.

Estos son algunos impactos específicos:

Olas de calor más frecuentes e intensas: En 2023, gran parte de Europa sufrió una ola de calor sin precedentes, con temperaturas superiores a los 40 °C en muchas áreas, lo que puso en peligro la salud de millones de personas y afectó la infraestructura (El País).

Huracanes y tifones más intensos: Un ejemplo reciente es el huracán Ian (2022), que devastó partes de Florida y el Caribe, causando daños masivos e inundaciones costeras severas. Estos fenómenos también están aumentando en frecuencia en el Pacífico (El País).

Inundaciones y precipitaciones extremas: En países como Alemania y Bélgica, las lluvias torrenciales de 2021 provocaron inundaciones históricas, con pérdidas humanas y daños en infraestructura por miles de millones de euros. Este tipo de eventos se intensifica por la mayor capacidad de la atmósfera para retener humedad debido al calentamiento global (Expansión).

Sequías prolongadas: En América del Sur, la sequía ha afectado la cuenca del río Paraná en Brasil, Paraguay y Argentina, impactando tanto la agricultura como la generación de energía hidroeléctrica. Esto también ocurre en zonas de África y América del Norte, donde las sequías se prolongan y agravan por el aumento de temperaturas y la reducción de lluvia (Expansión).

No es ideal, es costoso

Aunque en mis conversaciones casi siempre me hacen parecer un idealista, “hippie” o incluso comunista (a lo cual hago caso omiso para evitar herir susceptibilidades), creo que soy más pragmático que muchos de los que me estigmatizan. Aquí van algunos costos de la crisis climática:

En Argentina, la sequía y las temperaturas extremas han comprometido la producción de cultivos clave como la soja y el maíz, reduciendo las expectativas de cosechas y generando una posible pérdida de más de 20 mil millones de dólares para la economía agrícola. (El País)

Ecuador está enfrentando la peor sequía en seis décadas, con impactos económicos significativos y graves desafíos energéticos debido a la escasez de agua. Esta crisis ha obligado al país a implementar cortes eléctricos de hasta 14 horas en algunas áreas, afectando la industria, las pequeñas empresas y el bienestar general de la población. Además, se proyecta que la economía de Ecuador crezca solo un 0.3 % en 2024 y un 1.2 % en 2025, una previsión que el FMI califica como optimista dado el contexto actual de sequía y crisis energética. (Expansión)

La temporada de lluvias torrenciales y tormentas DANA en 2024 ha dejado daños significativos en varias regiones de España, especialmente en la Comunidad Valenciana y el sureste del país. Las primeras estimaciones sugieren que las pérdidas totales podrían superar los 10,000 millones de euros debido a los daños a infraestructuras, viviendas, comercios y tierras agrícolas, afectando especialmente los cultivos de cítricos y otros sectores como el transporte y la logística. Además, alrededor de 4,500 comercios en Valencia se han visto perjudicados por las inundaciones, y se espera que el costo final sea elevado para el sector asegurador. (El País)

El cambio climático podría reducir el PIB mundial hasta en un 18 % para 2050 si las temperaturas siguen aumentando, afectando sectores como la agricultura, el turismo y la infraestructura. Las pérdidas económicas derivadas de desastres naturales y la adaptación a nuevas condiciones climáticas serán enormes. (El País)

Costos domésticos

Siguiendo con mi enfoque económico, no solo son costos para los países. Si algunos de ustedes creen que lo que paga el Estado no afecta el bolsillo de cada uno, les aseguro que sí. En Estados Unidos, el impacto económico del cambio climático en una familia promedio puede ser significativo, aumentando los costos en diversas áreas esenciales del hogar. Estos aumentos se manifiestan tanto como gastos directos como en costos indirectos debido a interrupciones en infraestructura, vivienda y sistemas energéticos:

Costos de propiedad y seguros: Los desastres climáticos como inundaciones, huracanes e incendios forestales pueden dañar propiedades, lo cual eleva las primas de seguros para el hogar en un 10-20 % anual. Las familias también afrontan gastos de reparación o reconstrucción tras eventos extremos (CFR Education).

Gastos de energía y servicios públicos: La mayor demanda de calefacción y refrigeración, sumada a la inestabilidad de las redes eléctricas por olas de calor o tormentas, incrementa los costos energéticos. En EE.UU., la interrupción de la red durante eventos extremos, como la congelación de Texas en 2021, generó pérdidas multimillonarias, aumentando las tarifas de servicios públicos debido a la presión sobre la infraestructura (CFR Education).

Alimentos y agua: Las interrupciones agrícolas debido a eventos extremos incrementan los precios de los alimentos; las pérdidas globales de cultivos por olas de calor provocan un aumento del 5-10 % en el costo de los comestibles. Además, las sequías reducen la disponibilidad de agua, obligando a muchas familias a gastar más en agua embotellada o en sistemas de conservación (CFR Education).

Salud y seguridad: Las altas temperaturas y la contaminación aumentan problemas de salud, generando gastos médicos adicionales. Las familias en zonas con riesgos climáticos frecuentes suelen enfrentar costos relacionados con problemas respiratorios, deshidratación o golpes de calor, especialmente en niños y adultos mayores (CFR Education).

Pérdidas laborales y de productividad: Los trabajadores al aire libre y las empresas dependientes de cadenas de suministro sensibles al clima enfrentan interrupciones, lo que reduce los ingresos del hogar. Por ejemplo, el calor extremo cuesta a la economía mundial miles de millones anuales en productividad laboral perdida (CFR Education).

Estos son los costos en el país del Tío Sam. En nuestra América Latina, la proporción y el monto cambian, pero los rubros se mantendrán.

Las consecuencias de la crisis climática están siendo devastadoras

No es necesario esperar al 2100 para vivir las consecuencias, ya las estamos viviendo.

Aquí algunos ejemplos:

Fenómenos climáticos extremos más frecuentes e intensos: El calentamiento exacerbado aumenta la frecuencia de olas de calor, sequías, tormentas e inundaciones. Estos eventos afectan la agricultura, destruyen infraestructuras y ponen en riesgo la vida humana. Por ejemplo, las olas de calor más intensas ya están causando muertes y problemas de salud en todo el mundo (El País).

Subida del nivel del mar y pérdida de territorios costeros: El deshielo de glaciares y polos contribuye a un aumento del nivel del mar que podría llegar a más de un metro en las próximas décadas si no se controla. Esto amenazaría ciudades costeras como Miami y Bangkok y desplazaría a millones de personas (El País).

Escasez de agua y alimentos: Cambios en los patrones de lluvia y mayores temperaturas afectarían el suministro de agua y la producción de alimentos, sobre todo en regiones vulnerables. Esto podría desencadenar crisis alimentarias y conflictos por los recursos naturales en zonas como África subsahariana y Asia Central (Expansión).

Pérdida de biodiversidad: La alteración de los ecosistemas lleva a la extinción de especies. Los arrecifes de coral, los bosques tropicales y otros hábitats están en riesgo por el calentamiento y la acidificación de los océanos, lo que afecta a millones de especies que dependen de estos ecosistemas (El País).

Problemas de salud pública: El aumento de enfermedades relacionadas con el clima, como infecciones transmitidas por mosquitos (dengue, malaria) y problemas respiratorios agravados por incendios forestales y contaminación, se verán amplificados. Además, las olas de calor extremo pueden provocar golpes de calor y exacerbar problemas cardíacos y respiratorios.

En el futuro, serán aún peores.

Lo anterior, sumado a mi aversión al cinismo de expresiones como: “es lo que hay”, “ya no hay nada que hacer” o “así funciona el mundo”, hace que todos los días me levante a luchar, ya sea desde este artículo, desde mi trabajo o separando los residuos en casa.

Obviamente, no soy un ingenuo, y reconozco que mi impacto es absolutamente ínfimo en comparación con la responsabilidad que los gobiernos y las empresas deben asumir si realmente queremos cambiar el rumbo del planeta. Es crucial que los grandes tomadores de decisiones comprendan que, si seguimos así, no habrá un planeta para ellos, ni para nosotros, ni para las generaciones futuras.

John Stuart Mill:

El hombre no está dispuesto a cambiar, a pesar de ver que el mundo se está desmoronando.”

Juan Camilo Clavijo