Lo ha vuelto hacer. El Madrid ha ganado de nuevo la Champions Ligue, y ya van 15. Me gustaría saber tanto de fútbol como mis amigos periodistas y poder decirles las mejores jugadas de la historia del madridismo y hacer un balance y recorrido por las 15 Copas de Europa o al menos de las últimas 9, que son las que he vivido.
Siendo un equipo lleno de estrellas y grandes jugadores de fútbol cabría esperar que hubiera preferencias y melindres con aquellos que dentro de la plantilla juegan más y mejor. Lo cierto es que gestionar los egos de un vestuario no es nada fácil como imagino que tampoco lo es que poner en valor a cada jugador y hacerle sentir parte indispensable del todo. Ahí está la destreza del entrenador y su equipo técnico deportivo, pero es que un Club es más que un equipo y una gestión empresarial, y el Madrid tiene ese punto más que lo hace superior sin rechistar.
Este año no partía como favorito, tuvo a su portero Courtois lesionado hasta la final, y lejos de apostar por esa carta de víctima derrotada y lamentarse por la desgracia del belga, algo que muchos hubieran tomado como arma en cada conferencia de prensa posterior a un mal resultado, supo buscar la solución confiando plenamente en su segundo guardameta, el ucraniano Andriy Lunin, el cuál ha hecho un excelente trabajo; por sí mismo y por el equipo. Uno sabe que cuando se trabaja bien hasta el final el primer beneficiado es uno mismo, pero paralelamente el beneficio redunda alrededor, en este caso; en el equipo y en el Club y en la afición. Pero la clave del éxito tampoco es esa, pues todos los deportistas trabajan por la sana superación propia y el éxito en la competición.
Podríamos pensar que además de ver las fortalezas y el valor de cada uno de sus jugadores y enfocarlos al bien del todo, estudian a conciencia cada partido para conocer el modo en que deben enfrentarse a sus rivales y así, partiendo de nuevo en desventaja, supieron ganar al Manchester, contra el que no podían hacer mucho, salvo poner cabeza en la defensa de su portería. Ser y actuar como un solo jugador frente a un equipo lleno de estrellas, aunque mucho me temo que tampoco radica aquí ese plus que tiene el Madrid.
Podría hablar del éxito de Florentino y de su equipo gestor, del buen hacer en el vestuario de Carlo Ancelotti, del liderazgo de Nacho como capitán de un equipo mítico y nada de eso definiría ese plus que tiene el Real Madrid.
Tal vez la clave esté en la certeza de todos ellos de saber que mientras el contador siga en marcha se puede ganar sin atisbo alguno de duda y que en ese tiempo, sea el que sea, no cabe la renuncia de ni un solo jugador, con lo cual sólo queda perseverar, seguir poniendo empeño en el objetivo final, que no es otro que el más favorable a su propósito; ganar o mantener a cero el marcador.
El Real Madrid es un el magnífico ejemplo de empeño en la lucha por los objetivos, de esperanza e ilusión para mantenerse en el campo y de fe en saber que siempre se puede hasta el último minuto, creyendo que de verdad es posible, porque lo es.