Llevamos años agotados por el tráfico de Bogotá. Según la Encuesta de Movilidad Bogotá-Región 2023, los viajes en transporte público en la ciudad promedian una hora y veinte minutos, cifra que se incrementa en los estratos más bajos, y una de las razones que colocan hoy a Bogotá en el lamentable cuarto lugar del ranking de ciudades latinoamericanas con peor tráfico.
Bogotá necesita terminar su infraestructura de transporte, porque la falta de vías adecuadas no solo limita la productividad de la ciudad, sino que también encarece los costos de producción, los precios y dificulta la reducción de los tiempos de desplazamiento, lo que impacta directamente en el crecimiento económico y el empleo. Aún con esto, el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que se adoptó en 2021 para Bogotá eliminó el tramo norte de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO), una arteria vital para la ciudad, con el propósito de construir la Ciudadela Educativa y del Cuidado. Esta decisión anula años de esfuerzos técnicos y financieros invertidos en los trazados, los diseños y la compra de predios destinados para la construcción de esta importante avenida, presente en el Plan Vial de Bogotá desde hace más de 60 años.
El POT, un instrumento esencial para el ordenamiento territorial debería tener una visión a largo plazo, que facilite el acceso a vías públicas con infraestructura de transporte y priorice el interés general sobre el particular. La administración anterior pasó por alto estos principios y adoptó una perspectiva de corto plazo que no considera el crecimiento de los hogares y la población proyectada para Bogotá y la región. Además, la historia reciente de la ALO plantea dudas sobre la primacía del interés general en el ordenamiento territorial y sobre la transparencia de la administración anterior.
En los últimos meses de 2023, y de manera apresurada con evidentes intereses políticos, la administración anterior adjudicó la construcción de la ciudadela, a pesar de todas las voces de advertencia; un proceso que se caracterizó por la falta de una adecuada planeación contractual y la continua alteración de las reglas de juego que generaron un escenario de incertidumbre.
En primer lugar, la selección de la constructora Las Galias, una empresa con deudas significativas con la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano de Bogotá (Renobo), el operador urbano del proceso se realizó antes de establecer el marco normativo necesario para la actuación estratégica, indispensable para determinar con exactitud los elementos de captura de valor del suelo. En segundo lugar, se realizaron múltiples adendas, incluso el mismo del cierre para presentar propuestas, añadiendo un manto de duda adicional al procedimiento administrativo. En tercer lugar, mediante este proceso licitatorio, y de manera inadecuada en términos legales, se impusieron una serie de competencias a Renobo. En cuarto lugar, los predios de distinta naturaleza, privada, pública y de espacio público, comprados para la construcción de la ALO, siguen bajo la tutela del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), y hoy el proceso no cuenta con el vehículo fiduciario necesario para hacer su transferencia a Renobo. Por último, la falta de indemnización en caso de inviabilidad del proyecto, contemplada en el proceso, agrega más incertidumbre, exacerbando las sospechas sobre la premura con la que se llevó a cabo este procedimiento. Estas irregularidades fueron las que motivaron a la Procuraduría General de la Nación a solicitar la terminación del proceso de construcción de la ciudadela y al alcalde Mayor de la ciudad Carlos Fernando Galán a solicitarle a su equipo revisar el proceso.
Es por todo esto que insisto en la revisión de la eliminación del tramo norte de la ALO en el POT, y del proceso acelerado de adjudicación que a todas luces está cargado de intereses políticos claros y de irregularidades. Los invito a que salvemos la movilidad de Bogotá, preservando el trazado completo de la ALO. Busquemos soluciones. La Ciudadela puede construirse en otro lugar donde también cumpla el propósito de dotar a la ciudad con los mejores equipamientos. Necesitamos defender la ALO para que con las futuras generaciones podamos decir ¡Vivamos Bogotá!