Todo empieza con la noticia de un asesinato o una masacre que sucedió en alguna parte del país, la víctima fue algún líder social, excombatiente, reclamante de tierras, protector del medio ambiente, indígena, miembro de la comunidad LGBTI, o de cualquier otra persona que ejerza una actividad que sea considerada de alto riesgo en el país, se dan declaraciones del Presidente o del Ministro de Defensa, se conoce que se formará un consejo de seguridad y se ofrecen recompensas por información, esta escena se ha vuelto tristemente repetitivas.
El objetivo de estos consejos de seguridad es tratar de atender de forma urgente problemáticas -asociados o causantes de la seguridad obviamente – en la región, combinar servicios de inteligencia y crear operaciones que afecten o eliminen una amenaza latente. Son grupos que gracias a la coordinación con otras entidades y personal especializado pueden cumplir relativamente rápido con una determinada misión, desde el Ministerio de Defensa se muestran como un as bajo la manga infalible para dar solución a cualquier problema que se enfrenten.
El problema con esta lógica es que si bien se puede dar de baja a integrantes de bandas criminales y recibir información que puede ser muy útil, es una estrategia que es útil cuando solo con presión militar se puede solucionar la situación en la región.
Pero la mayoría de las veces, no cambia mucho debido a que simplemente otro insurgente toma el puesto disponible, sigue traficando, extorsionado o asesinando y se vuelve a presentar el mismo ciclo de noticias, declaraciones, operaciones y recompensas.
La falla de esta estrategia de los consejos de seguridad se encuentra en su misma esencia, son buenas para acabar objetivos, pero gran parte –si no la totalidad- de esas problemáticas que van a combatir nace del abandono o inexistencia estatal en la que se encuentran las regiones que visitan, y solo medidas de seguridad no bastan para sacar a estas regiones de sus crisis.
Claro que estás zonas necesitan seguridad, quien no la merece, pero para que sean verdaderamente efectivas deben desarrollarse paralelamente a planes, acciones, políticas y recursos que se enfoquen en lo que son para mí una prioridad.
Los consejos de seguridad son útiles, pero es iluso pensar que abarcaran todo el abandono estatal al que estos sitios han estado expuestos durante este y otros gobiernos, la situación ahora es más crítica debido a que las estructuras criminales, llámense Clan del Golfo, La oficina (de Envigado), Los Pelusos o cualquier otra, sí se han adaptado a este nuevo escenario de territorios sin presencia de las Farc, es cierto que ha habido una lucha feroz por tomar los territorios pero también ha aumentado las alianzas de algunos de estos bloques y se brindan protección mutuamente. Desde el gobierno se deben repesar las políticas, en eso, esta y la anterior administración han fallado.
Por ello se deben crear planes con una nueva visión, enfocada más al desarrollo de la economía apoyado en los proyectos locales y culturales, en donde el trabajo con los líderes sea estrecho y así sus voces no sean solo advertencias ignoradas.
Existe un factor que puede aumentar la cantidad de actos criminales en el país, y es que cerca de época electoral, los grupos armados –o políticos- buscan callar voces que se les hagan incomodas, la mayoría de estos casos quedan en la impunidad, en el mejor de los casos encuentran al perpetrador, pero no al responsable de impartir la orden.
Este fenómeno se suma siempre cuando se habla de elecciones, y se intensifican al ser regionales. Posiblemente veremos el mismo ciclo de noticias tristes, declaraciones, recompensas y algún resultado sin contexto y a gran escala no muy relevante. Espero equivocarme.