Los índices de criminalidad e inseguridad en Bogotá van en aumento, y es que para nadie es un secreto, que como lo dijimos en una columna anterior “Bogotá no camina segura”, por diversos factores como la falta de oportunidades, el aumento de la llegada de bandas extranjeras a la capital, y otros factores que aumentan el índice que nos tiene como la ciudad más peligrosa del país.
Pero dentro del imaginario colectivo y de la percepción que tiene la gente de inseguridad, existen aspectos a revisar que pueden cambiar un poco esta situación, y es que hace un tiempo la teoría de las ventanas rotas ha rondado mis pensamientos como una forma de solucionar estas problemáticas, pues esta teoría criminológicamente hablando significa que el deterioro de los espacios urbanos fomenta la delincuencia y el desorden y al considerarse un espacio con poco interés por parte de la comunidad incentiva los comportamientos que van en contra de la ley.
Así las cosas, más allá de iniciar una crítica en contra del distrito por cómo se está atacando la delincuencia hoy por hoy, lo necesario seria hacer un llamado a la comunidad para contribuir con la seguridad de su sector, de su barrio, a través del orden comunitario y de la limpieza de las áreas comunes, y es que un parque o una calle sucia o deteriorada puede atraer un “efecto contagio”, Y es que un pequeño gesto como ese puede convertirse en un símbolo silencioso de desorden y negligencia y dar luz verde a que los comportamientos delictivos se reproduzcan en nuestra sociedad.
El cambio radicalmente empieza por nuestro ejemplo y no con nuestra opinión, pues de nada sirve que por todo culpemos a las autoridades y a los terceros, cuando inicialmente con un acto podemos aportar nuestro granito de arena desde la recolección de basuras, embellecimiento de las fachadas o áreas comunes y así reducir un poco las probabilidades de la comisión de un delito en nuestra ciudad.
Y esto obviamente no es solo un llamado a la comunidad, es una invitación a que el gobierno local y distrital presten más atención con estas soluciones, que si una bombilla de una calle no sirve no se tenga que esperar un año para su arreglo pues en ese tiempo esa calle ya puede convertirse en un foco de hurtos y otros delitos, lo mismo con el deterioro de los parques, y demás sitios de espacio público.
Al final, la tarea de cada uno es reconocer los problemas y determinar las posibles soluciones, pues solo en comunidad podemos sacar adelante a nuestra querida Bogotá, que más allá de la mejora de la seguridad, es sentir como propio cada espacio de esta ciudad, que tengamos sentido de pertenencia con lo que tanto nos cuesta, que usted y yo amemos la ciudad que nos vio nacer, y que día a día ve cumplir nuestros sueños, que nuestra ciudad sea más limpia y más segura.