La cruda verdad sobre la moda rápida


Por: Daniela Pérez Cano


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@daniperezcanoo

La manera en que la mayoría de seres humanos nos sentimos cuando compramos ropa nueva es increíble. Adquirimos prendas caras y de marca, porque nos hace sentir con status y con el poder de darnos el lujo de estrenar cuando queramos.

Sentimos además, que ante los demás, estrenar prendas y tener un closet repleto de ropa es sinónimo de ser pudientes y exitosos.

Hoy día con los precios tan accesibles que nos brindan las grandes empresas de moda, muchos tenemos la oportunidad de estrenar muy a menudo.

Y es que esa es la tendencia del mundo consumista y capitalista en el que vivimos. No solo pasa con la moda, sino en todos los aspectos de la vida, siempre queremos más, sin detenernos a pensar en las consecuencias que esto puede tener para el planeta.

La moda puede que sea algo que se ve hermoso, glamuroso y que no hace daño a nadie. Sin embargo, hay algo que muy pocos tienen claro o desconocen: la industria de la moda es el segundo mayor contaminante del mundo. Industria en la que los únicos que ganan, son los empresarios, porque incluso quienes somos compradores, aunque nos sentimos estupendos cuando compramos y estrenamos, cuando llegan las facturas de las tarjetas de crédito, el sentimiento de culpa es aterrador.

En tan solo doscientos años el diseño de modas ha crecido tanto que se ha convertido en una de las industrias más rentables del mundo. Pero,  ¿cómo es que es tan fácil que la gente compre ropa nueva todo el año, si no todo el mundo es rico?.

La respuesta es que las grandes compañías de moda producen su ropa bajo la modalidad de lo que se llama “La Moda Rápida” (Fast Fashion), que consiste en producir prendas de vestir masivamente que se traducen en una colección nueva cada semana.

Anteriormente, se sacaban colecciones cada estación del año, ahora las grandes empresas de moda rápida producen colecciones semanalmente, un total de aproximadamente 48 colecciones al año, con precios increíblemente bajos, de los cuales a las personas se les hace muy difícil rehusarse a comprar, incluso si son de clase media o baja.                       

Esto suena maravilloso para los que somos amantes de la moda y disfrutamos viendo como en las vitrinas cambian de atuendos cada ocho días. Compramos, nos endeudamos a 36 meses, y en lo último que pensamos cuando lo hacemos, es en que los recursos naturales son limitados, en el daño ambiental y en las condiciones infrahumanas en que tienen estas grandes empresas de moda rápida a las personas que manufacturan la ropa en países necesitados, para poder cobrar las prendas a precios irrisorios.

Luego de las compras de diciembre, el Black Friday y en estos días de enero, de grandes rebajas del 80% de descuento, paso por las vitrinas con gran emoción y me surge la pregunta  ¿Cómo hacen estas empresas de moda para cobrar esos precios tan increíblemente bajos? esta es la cruda verdad.

Estas grandes compañías según el documental de Netflix “The true cost”. 2015, son por lo general Americanas o de países desarrollados, que no producen su ropa allí, porque la manufactura resulta muy costosa, por lo tanto, se van a países pobres como Bangladés o La India, donde abusan de la gente necesitada, pagándoles cualquier miseria para que trabajen en sus fábricas textiles, bajo condiciones infrahumanas con el fin de poder conseguir la ropa a precios muy bajos y venderlas de forma que ellos obtienen aproximadamente el 500% de las ganancias.

Cuenta esta producción que las personas que trabajan en esas fábricas, en ocasiones niños, no tienen derechos laborales o derecho a la seguridad social. Trabajan más de 20 horas diarias, con salarios de menos de un dólar al día y en edificios que están a punto de derrumbarse por el mal estado en que se encuentran. Sucedió en el 2013 en una fabrica textil llamada Rana Plaza en Bangladés, la cual se desmoronó dejando miles de trabajadores muertos.

Por otro lado, los químicos que son usados para tinturar las telas son increíblemente dañinos para el medio ambiente. Los pesticidas que son usados para el crecimiento rápido del algodón, son mortalmente dañinos para la salud humana y el desperdicio de  algunas telas, como por ejemplo,  el polyester, que según lo dicen los ambientalistas, tiene un tiempo de degradación de más de 300 años, hacen que el daño ambiental que genera el consumo extremo en la moda rápida,  sea altísimo.

Ojalá que muy pronto los seres humanos nos demos cuenta que los excesos en el consumo de la moda, puede hacer mucho daño al mundo.

Si en verdad queremos preservar el medio ambiente, debemos ser más equilibrados en nuestros hábitos de consumo, incluyendo la moda.

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