A ritmo de trap, rap, mambo, merengue y reguetón, Puerto Candelaria estrenó en las plataformas de ‘streaming’ La Sinfonía de los Bichos Raros, un disco dedicado a la familia, pero sobre todo al público infantil. El álbum llega después de una serie de presentaciones teatrales en Bogotá y Medellín, donde tocaron el repertorio que lo compone.
Un par de años después de lograr una nominación a los Grammy Latinos en la categoría de Mejor Álbum de Música Infantil con Viva la Fiesta del Colegio de Música de Medellín, Merlín Producciones estrena este nuevo proyecto enfocado en la niñez, que le hace justicia a animales que históricamente han sido despreciados por la humanidad. Son 12 canciones entre las que se roban el protagonismo animales como la mariposa negra, la cucaracha, el chulo, la araña o el sapo por nombrar algunos.
“En Puerto Candelaria siempre hablamos de nosotros como los raros. Empezamos a ver en la naturaleza los bichos raros, seres mal amados y poco comprendidos. Comenzamos con un análisis de nosotros como seres humanos y de los animales. Nos preguntamos quiénes somos nosotros en la sociedad, quiénes son estos animales que tienen un papel importante en la naturaleza y que, de pronto, no son considerados”, señala Catalina Calle, vocalista de Puerto Candelaria, mejor conocida como Catt.
El mensaje de fondo con La Sinfonía de los Bichos Raros es dar un espacio a que los oyentes tengan un respeto a la diversidad y a lo diferente. También es una invitación para que algunas personas que se consideran dentro de lo normativo tengan análisis diarios de sí mismos y de su relación con los demás para romper las barreras de la discriminación e indiferencia al otro.
La apuesta de Puerto Candelaria se complementó con una alianza con el Teatro Colsubsidio, que quería un trabajo infantil que sirviera como herramienta contra el bullying. Y aunque adoptaron la idea, no querían que el disco se manejara de manera tradicional. “No era detenernos a mirar cómo se le dicen las cosas a los niños, porque los niños tienen una capacidad muy grande de vivir la vida. También sabemos que son los futuros representantes del país”, explica Catt.
Para el planteamiento de lo lirical, los integrantes de Puerto Candelaria hicieron una investigación previa con Elisa Chaparro, científica especializada en insectos. Ella los instruyó con datos científicos, que ayudaron a los artistas a entender mejor las características de cada insecto y su papel en el ecosistema. A partir de ahí hallaron semejanzas de cada animal con los seres humanos, lo que hace que la conexión con el oyente sea mayor.
Pero la investigación académica no fue el único factor que tuvieron en cuenta para conectar con el público infantil. Lo musical con el disco es un atrevimiento de la agrupación de Medellín, que a pesar de tener una alta influencia del jazz, en esta ocasión predominan los géneros urbanos con canciones que tienen bases de trap o reguetón.
“Nos gusta jugar, innovar, permitirnos ser niños y descubrir sonoridades a las que no estamos acostumbrados a coquetear con ellas… Dentro del pueblo de Puerto Candelaria estamos en un limbo: no hay una época exacta, ni lugar específico o un mapa real, por eso todo el tiempo estamos jugando, viajando a otros lugares y nos visitan otras personas. No está mal que juguemos con estas sonoridades y que lleguemos a estos públicos”, dice Catt, añadiendo que la elección de estos sonidos era para llegarle a un público más contemporáneo de una manera más juguetona y moderna sin perder la esencia de Puerto Candelaria.
Con este nuevo álbum se incluyeron un par de intérpretes de reparto que son fundamentales en la concepción del proyecto: Delfina Dib y Rap Bang Club. Tanto el dúo como la solista son artistas de la escena del rap, pero en esta ocasión le dedicaron su talento a la niñez.
El vínculo entre ellos y Puerto Candelaria comenzó con el concurso BudX de Budweiser, en el que coincidieron con Juancho Valencia, líder de Puerto Candelaria y Merlín Producciones. “Juancho siempre tiene una cosa muy bella que es la intuición. Los vio y dijo que quizá podíamos hacer algo. Uno cree que no, porque el mundo jazz, guapachoso, con un montón de sonoridades diferentes no cabe con el género urbano, pero uno se equivoca ahí”, expresa Catt.
Los integrantes de Rap Bang Club participan en canciones como Happy Happy, Chulo, Mantis, Sapo y Murciélago, mientras que Delfina Dib colabora en Serpiente, Cucaracha y Happy Happy.
“Delfina y los chicos de Rap Bang Club tienen algo muy especial y es que son muy sensibles como seres humanos, como músicos e intérpretes. Para nosotros era importante que hubiera química con los niños y se pudieran soltar un poco. Estos tres humanos son increíbles con eso. Son muy abiertos a todo. Uno no creería que un rapero estaría dispuesto a cantar y jugar con una escenografía distinta a su escena y mucho menos cantar para los niños; pero ellos tienen esa sensibilidad y a nivel musical eso es mantequilla, porque les vibra y les suena”, destaca Catt.
La Sinfonìa de los Bichos Raros ya fue presentada en abril en el Teatro Colsubsidio en Bogotá y en el Teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín. La escenografía dio cuenta de peinados estrambóticos y una ambientación selvática. Catt lo describe como “una especie de oasis teatral lleno de bichos y hojas gigantes”.
El compromiso de Puerto Candelaria con la preservación del medioambiente no se queda únicamente con el mensaje que dejan en el disco. La Sinfonía de los Bichos Raros fue grabado en el estudio de Merlìn Producciones, que funciona 100 % con energía solar; mientras que los videoclips fueron grabados en el centro cultural Matacandelas, pionero en funcionar con energías limpias.
Adicionalmente, el álbum viene con un libro interactivo para la familia, que será lanzado en el marco de la Fiesta del Libro de Medellín.
Después del Filarmónico reciente que crearon, Puerto Candelaria estrena en las plataformas este álbum para el público infantil, y aunque no dieron pistas de hacia dónde se dirige este pueblo desde lo sonoro, la complicidad entre ellos sigue intacta para buscar nuevos sonidos sin temerle a nada. “No nos quedamos en un solo lugar. Esa versatilidad nos da para que un día saquemos un disco de jazz, al otro día uno de cumbia, o uno de cantina o infantil y que todos suenen a Puerto Candelaria”, concluye Catt.
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*Foto: Cortesìa Puerto Candelaria