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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Oscar Sevillano

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La UNGRD, un debate tomado por las ramas y no por la raíz

Nada se solucionará en la Unidad Nacional para la Gestión de Desastre (UNGRD) si no se aborda el debate como un problema estructural y se deja de mirar cómo hasta el momento se ha hecho, es decir por las ramas.

La UNGRD debe ejecutar recursos no como normalmente lo haría una entidad del Estado, es decir, siguiendo las reglas de la Ley 80. Esta debe operar de manera inmediata y atender los riesgos por desastres naturales con premura, y es aquí donde más de uno aprovecha para hacer de las suyas.

 

Fuentes me confirmaron que desde que se creó la UNGRD, los gobiernos que han acudido a ella, no lo han hecho para solucionar los temas de riesgos por desastres naturales sino más bien para utilizarla como la caja menor del Palacio de Nariño, por tanto, no sería extraño que en esta ocasión sus recursos se los haya tomado para pagar favores políticos.

Es por lo anterior, que el Congreso de la República en lugar de estar discutiendo por definir el partido político y el gobierno que ha batido el record en corrupción, debería pensar en expedir una ley que permita reformar la UNGRD para que no continúe convertida en la puerta de entrada para que más de un avivato haga de las suyas.

No estoy diciendo que no se deba exigir al Gobierno Petro las explicaciones por los hechos de corrupción denunciados recientemente, por supuesto que el Ejecutivo está en la obligación de darlas, pero tampoco se puede pretender que el Legislativo se paralice y no se tramiten los temas pendientes como lo pide la oposición, entre otras porque estos partidos (Centro Democrático y Cambio Radical), son los menos indicados para dar cátedra de moral y buen comportamiento político.

Estoy seguro que sí en el hipotético caso de que Álvaro Uribe Vélez le ordenara a su bancada del Centro Democrático, “votar los proyectos mientras lo meten a la cárcel”, ellos no dudarían en hacerlo, y no les importaría que la instrucción los lleve como oveja al matadero.

Tampoco dudo que, si Germán Vargas Lleras ordena a Cambio Radical dejar de discutir tanto y dedicarse a trabajar para que casos como el de la UNGRD no se repitan, sus senadores y representantes abordarían este debate con la seriedad que se requiere.

Una vez más se demuestra que la corrupción no respeta ni fuerza política ni mucho menos ideologías, que esta se puede colar en cualquier proyecto político, basta con que se abra la puerta para que haga de las suyas, y es por esto que quienes hoy posan de limpios y puros, así en el pasado hayan vestido con ropa sucia y manchada, cojan el toro por los cuernos y de una vez corten el árbol por la raíz y no por las ramas como suele hacerse cada vez que esto sucede.

Cambiando de tema, Claudia López debería ser sincera con el país y confesar que, con el show de su salida de la Alianza Verde, lo que está haciendo es ambientando el escenario para pedir la escisión del partido en la próxima asamblea de la colectividad e irse a otro movimiento con las curules que ayudó a elegir.

Oscar Sevillano

@sevillanojarami

¿Qué pasó con el posconflicto?

Durante el gobierno de Juan Manuel Santos el país se movió en torno al proceso de paz con las extintas Farc y se planteó la idea de que Colombia transitara a una etapa de posconflicto y se difundió la idea de que este sería la cura para los miles de problemas que padecen cientos de municipios y veredas.

Esta etapa de posconflicto llegaría con la firma de la paz con el grupo guerrillero, y aunque la firma llegó, el anhelado posconflicto no apareció ni por las esquinas y aunque suene extraño, el primer culpable de que esto no sucediera fue la persona más interesada en que el país hiciera tránsito a esta etapa, es decir: Juan Manuel Santos, quien no quiso escuchar a quienes le aconsejaron no insistir con su plebiscito por la paz y el resultado de su terquedad, fue el habilitar y envalentonar al uribismo quien no solo le ganó con un No a la paz sino además puso en el Palacio de Nariño a su candidato presidencial, es decir, Iván Duque.

 

Por supuesto Iván Duque, siguiendo las órdenes de Álvaro Uribe restó importancia a la implementación de los acuerdos de paz con las Farc e hizo todo cuanto pudo por retrasarla, entre otras, por su evidente desconocimiento del país.

Superado el nefasto período presidencial de Duque y con la llegada de Gustavo Petro muchos pensaron o creyeron que se volvería a retomar el concepto de posconflicto y que los planes y programas que se trazaron con la firma de la paz con las Farc retomarían la importancia perdida, pero no fue así.

Increíblemente un hombre que viene de un proceso de paz como lo es el primer mandatario, no ha sabido conducir al país por el camino de la paz y más bien lo que ha sucedido es que la mala situación en la que Duque dejó al país en materia de orden público, con Petro empeoró, lo más preocupante es que no tiene reversa.

De nada va a servir el famoso conclave entre el primer mandatario y sus ministros, cuando la situación en materia de orden público no tiene como remediarse porque Gustavo Petro no solo dio reconocimiento de beligerantes a los grupos disidentes, sino que además paralizó a las Fuerzas Militares, quienes no han combatido con todo el rigor que se requiere.

Hoy los territorios que requerían mayor atención del Estado donde se supone los planes de consolidación llegarían con mayor fuerza, han vuelto a ser lugares de confrontación no solo con la fuerza pública sino además entre los grupos irregulares, siendo estos los de mayor intensidad, según consta en los estudios de ONGs como INDEPAZ y la Fundación Ideas Para la Paz.

Todo lo anterior hizo que la palabra posconflicto, que estuvo muy de moda durante más de cuatro años, desapareciera del todo. Hoy nadie la recuerda, ni siquiera Juan Manuel Santos su mayor promotor, y por supuesto el gran responsable de que esto no se consolidara.

Podría también culpar a Iván Duque, pero hay que entender que el llegó al Palacio de Nariño no a dar órdenes sino a obedecerlas. Esperé que Gustavo Petro corrigiera el rumbo, pero, al contrario, lo ha empeorado tanto que dudo que en el futuro inmediato se pueda volver a hablar de posconflicto.

Oscar Sevillano

Un debate con un nivel muy bajo

No es posible que en Colombia el defender una idea de manera fuerte y vehemente, se confunda con la grosería y la ofensa, hasta el punto de tocar las orillas del lenguaje vulgar y grotesco.

Lo anterior lo digo por la manera como discutieron el presidente Gustavo Petro y el senador Miguel Uribe Tubay, por las diferencias de ambos en el pasado, el primero como alcalde de Bogotá y el segundo como concejal, sobre el cambio climático.

 

El primer mandatario tildó al congresista de ignorante y el otro ni corto ni perezoso lo comparó de manera metafórica con un matón de barrio con una actitud retadora, así como cuando un estudiante de un colegio invita a otro a darse golpes utilizando la tan conocida frase: “a la salida nos vemos”.

Es bueno preguntarse si este nivel tan bajo en el debate es lo que esperamos los colombianos del común, de quienes se ufanan de ser los  tomadores de decisiones, porque hasta donde tengo entendido, lo que se quiere de quienes interactúan en la política del país es que discutan los temas en los que no están de acuerdo buscando puntos de encuentro que les permita superar las diferencias.

Lo que menos se desea es verlos insultándose y maltratándose mutuamente porque no por el hecho de mostrarse como el que más grite o más insulte, instantáneamente se les va a aplaudir o se van a convertir en los más adorados.

Puede que esto les genere el tan anhelado Like en las redes sociales, pero esto no necesariamente se traduce en admiración, cariño y respeto. Más bien por el contrario, se les puede volver en su contra porque los colombianos estamos hastiados de tanta polémica innecesaria y mucho más si esta viene cargada de agresividad, provocación y violencia verbal.

Aun así, piden a sus contrarios no generar odios, como si ellos no generaran el suficiente.

No les quedó ni regular la manera en cómo se trataron el primer mandatario y el senador Uribe Turbay. Me pregunto si para esto se prepararon en las universidades Externado y Los Andes, y si maltratar al contrario fue lo que les enseñaron durante el tiempo que estudiaron en otros países.

Nota relacionada: Petro tilda a Miguel Uribe de “ignorante” y Miguel Uribe responde señalándole de “mentiroso, matón de barrio y cobarde”

No es esto lo que esperamos quienes estamos al pendiente de los debates. Claro que se pueden tener diferencias, pero por muy profundas que estas sean no hay necesidad de agredirse verbalmente el uno al otro, porque con este ejemplo lo único que demuestran es que ninguno de los dos está preparado intelectualmente para dar una discusión pública con altura.

Oscar Sevillano

Dejen llegar a la fiscal

La llegada de Luz Adriana Camargo al cargo de fiscal general de la Nación ha despertado gran cantidad de suspicacias e intrigas en quienes estuvieron muy tranquilos y cómodos con Francisco Barbosa a la cabeza del ente investigador y no les gusta que ahora llegue al cargo una persona que no se dejará influenciar por nadie, sea de derecha o de izquierda.

Prueba de lo anterior, es que, a pocas horas de haberse elegido a Luz Adriana Camargo, se interpuso una demanda contra su escogencia como fiscal general de la Nación, que el Consejo de Estado inadmitió, pidiendo la respectiva corrección a la acción judicial.

 

Alegan quienes no parecen estar muy contentos con la nueva fiscal que el haber trabajado en el pasado con el ministro de Defensa, Iván Velásquez, pone en duda su independencia. Lo extraño es que mientras Francisco Barbosa dirigió el órgano de investigación judicial en Colombia, no mostraron ninguna prevención y al parecer, se les olvidó que venía de ser funcionario del entonces presidente de la república, Iván Duque.

Tampoco dijeron algo cuando el cargo lo ocupó Néstor Humberto Martínez quien venía de ser superministro del Gobierno de Juan Manuel Santos.

¿Por qué están tan preocupados por lo que en adelante pueda hacer la nueva fiscal?; ¿tiene algún temor? ¿hay algo que ocultar? ¿por qué tanta incomodidad?

No es ni lógico ni mucho menos coherente pretender sacar a alguien de un cargo sin antes conocer ni su trabajo ni el enfoque que tendrá su gestión. Es como rechazar la sopa antes cocinarla. Pero algunos políticos que esperan que determinados fallos favorezcan sus intereses no quieren o no desean que Camargo conozca los expedientes y de una nueva orientación al trabajo de investigación y posterior acusación que pueda ejercer la Fiscalía en los casos judiciales.

Aun así, se les escucha criticar al presidente de la república porque según dicen, “no respeta la institución”, ¿y ellos sí la respetan? No es necesario ser adivino para saber que solo lo hacen sí les conviene porque cuando no les conviene, dicen todo lo contrario y al igual que Petro, también han propuesto una Asamblea Nacional Constituyente o el llamado a un Referendo cuando el escenario político les ha sido adverso.

No me cabe la menor duda que la nueva fiscal, Luz Adriana Camargo, hará su trabajo con total independencia y podría decir que es esto, lo que algunos políticos les molesta.

Oscar Sevillano

@sevillanoscar

Políticos versus técnicos

Escuché con atención la intervención en la plenaria del Senado de la República del congresista, Iván Cepeda, el pasado miércoles 6 de marzo y debo decir que quedé bastante sorprendido porque tiene toda la razón en su reclamo a la oposición al Gobierno Petro, porque los argumentos con los que ejercen su derecho a expresar sus opiniones son muy poco inteligentes.

Esa pobreza en los argumentos se deja ver en que, por ejemplo, hoy por hoy se reclama al presidente Gustavo Petro porque sus últimos nombramientos los ha hecho con un rigor político y no con el tan mentado rigor técnico con el que se debería hacer, según ellos.

 

Lo curioso del asunto es que los mismos que hoy reclaman al presidente Petro por hacer nombramientos con carácter político y no con un carácter técnico, son los mismos que en el Gobierno Duque, reclamaban al entonces primer mandatario porque los nombramientos de sus ministros los hacía con rigor técnico y no con rigor político.

A lo anterior se le puede aplicar la frase de la Chimultrufia: “Como digo una cosa, digo otra. Digo hay cosas que ni qué”.

A nadie se le puede descalificar su capacidad laboral, sin antes tener evidencias que no puede cumplir con la misión que se le encomienda.  Con toda su razón el nuevo director de Departamento Nacional de Planeación, Alexander López, defendió su nombre y su honra ¿Quién dijo que es necesario estudiar en Oxford o Harvard para conocer de las necesidades de los territorios y trabajar para que los indicadores de necesidades básicas insatisfechos mejoren? Lo único que se requiere en este caso es conocer a fondo las regiones y su gente.

Si el ser técnico y tener diez títulos como egresados de las grandes universidades de Estados Unidos y Europa es garantía de éxito, no entiendo como este país no sale del fracaso porque prácticamente todos los políticos nacionales gritan en Do Mayor que cuentan con un alto número de postgrados, maestrías y doctorados

Que yo recuerde Gina Parody fue directora del Sena y ministra de Educación sin ser ni maestra ni tener ni idea sobre el sector. Marta Lucía Ramírez ocupó el cargo de ministra de Defensa sin antes conocer sobre las Fuerzas Militares y de Policía y ni hablar del caso de Germán Vargas Lleras a quien nombraron ministro de Vivienda sin que tuviese la menor idea de cómo se pega un ladrillo con otro.

¿Cómo es que entonces ahora se exige que en los altos cargos se nombre a gente experta en el sector que va a manejar y antes, cuando otros lo hacían, todos calladitos?

Ahora, si el tener técnicos en los altos cargos evita que se pierdan los recursos públicos y se generen actos de corrupción, que alguien me explique cómo es que un técnico como Pierre García tiene orden de captura de Interpol por temas de corrupción. Por cierto, hay que recordar que Pierre García fue director de Prosperidad Social del gobierno Duque.

En lugar de deslumbrarnos con los cartones de grandes títulos de los políticos que para lo único que sirven es para adornar una pared y demostrar lo extravagantes y provincianos que somos, deberíamos exigirles un conocimiento real de lo que es nuestro país.

Oscar Sevillano

La particular visita del uribismo a la OEA

Es muy curioso, paradójico y hasta chistoso ver al Centro Democrático acudir ante organismo internacional que vela por el cumplimiento de la democracia y protección de los derechos humanos en América como lo es la Organización de Estados Americanos (OEA)

Y pienso que es curioso porque según ellos, el presidente, Gustavo Petro, maltrata la democracia colombiana al pedirle a la Corte Suprema de Justicia, la pronta elección de quien ocupará el cargo de fiscal general de la Nación, que en este caso sería una de las tres mujeres ternadas por el primer mandatario.

 

Según ellos, el presidente de Colombia no está respetando la separación de poderes y de acuerdo a sus declaraciones, estaría acorralando a los magistrados.

Pedir una pronta elección de un fiscal general de la Nación es una cuestión de sentido común, porque esta persona es quien estará a cargo de una entidad que maneja investigaciones judiciales supremamente sensibles, que necesitan resolverse y que no pueden estar a la deriva por mucho tiempo.

Esto no es un capricho personal de Gustavo Petro. Ahora, sí lo que no les gusta es que sea el presidente de la república, quien proponga los nombres de quien ocupará el cargo, es bueno que lo digan, pero que además digan también, ¿cuál es temor? Y sobre todo, ¿por qué el miedo a que el ente investigador sea manejado por una persona que no les es cercana como si lo fue Francisco Barbosa?

Por otro lado, es bastante particular que sean precisamente los miembros de un partido como el Centro Democrático, quienes asistan a una reunión con la cabeza de un organismo internacional a defender a la Corte Suprema de Justicia, una entidad que fue perseguida por el gobierno del jefe de este grupo político, es decir, el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Supondría que en aras de la sinceridad que acompañó esa visita ante el secretario de la OEA, Luis Almagro, expresarían también su preocupación por las investigaciones de los falsos positivos que se cometieron en el gobierno Uribe y que hoy se encuentran sin resolver; supongo además, que también expresaron sus dolencias por la barbarie cometida por efectivos de la Policía en el gobierno de Iván Duque, que dispararon sin control en medio de una noche de protesta en Bogotá y donde murieron civiles que nada tenían que ver con los desórdenes.

Sería bastante extraño que no explicaran las razones por las cuales Iván Duque, presidente de un gobierno del Centro Democrático, en lugar de hacerse al lado de una ciudadanía víctima del abuso policial en medio de un estallido social, se fue a una estación de Policía de Bogotá a disfrazarse de Policía.

Por supuesto, espero no hayan olvidado las explicaciones por las presiones que recibieron en su momento quienes integraban la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia para que eligieran al fiscal que el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, quería, es decir, a Camilo Ospina, el mismo que ideó los premios a los militares que terminaron incentivando los Falsos Positivos. Por ese entonces, Uribe los insultaba y los tildaba de aliados de la guerrilla, recuerdo.

Ese doble racero del Centro Democrático lo único que provoca es que la ciudadanía se decepcione muchísimo más de la política e incentiva en gran medida la desconfianza hacia los políticos, una comunidad de personas donde no todos somos iguales ni pensamos ni actuamos de esa manera tan… uribista.

Oscar Sevillano

@sevillanoscar

La Corte y Francisco Barbosa

Es cierto que la Corte Suprema de Justicia no tiene un límite de tiempo para elegir al reemplazo del actual fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa, pero también es cierto que no puede tampoco dilatar la decisión, prologando de paso una interinidad que no le sirve en nada la estabilidad institucional.

Creo necesaria la pronta elección de quien asumirá el cargo, en este caso, una de las tres mujeres ternadas por el presidente, Gustavo Petro, porque no solo evita una interinidad indefinida, sino que, además elimina la posibilidad de que el fiscal saliente, Francisco Barbosa, maneje los hilos de la entidad a través de su actual subalterna, la vicefiscal, Marta Mancera.

 

Sería fatal que la Corte Suprema de Justicia se preste al juego de Francisco Barbosa porque es evidente que le gustaría dejar a su vicefiscal ocupando el cargo de fiscal general por tiempo indefinido vaya uno a saber si con la intención de seguir dirigiendo la entidad a la distancia y de paso influir en las decisiones que se tomen.

Lo anterior lo digo por la seguridad con la que Barbosa da por hecho que Mancera será su reemplazo, lo que hace que uno se pregunte, sí existe algún acuerdo por debajo de la mesa entre el fiscal saliente y la Corte Suprema de Justicia para demorar la elección.

Tan seguro está Barbosa de lo que podría pasar luego de su salida de la Fiscalía, que, durante su visita a los Estados Unidos, presentó a su vicefiscal como su próxima sucesora, lo que además deja la duda de, sí existe un acuerdo entre el fiscal saliente y la posible fiscal (e), especialmente por casos como el del expresidente Álvaro Uribe Vélez, en donde Barbosa parece interesado en archivarlo, mientras ha puesto el acelerador en los procesos que de una u otra manera ponen en jaque la legitimidad del gobierno Petro.

A esto es a lo que la Corte Suprema de Justicia no debe prestarse porque la investigación judicial es un trabajo bastante delicado como para que siga convertido en la base para una eventual campaña política a la presidencia por parte de quien hoy dirige esta labor.

La Fiscalía General de la Nación no puede ni debe seguir actuando como un partido de oposición. Su dignidad como institución debe recuperarse y esto no se va a conseguir con base en una fiscalía interina indeterminada, además, pero con la sospecha de que podría ser manejada a la distancia por Francisco Barbosa.

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Rolando en su laberinto

Si nos pidieran poner un rostro a la jugadita que le hicieron la mayoría de los integrantes de la plenaria del Concejo de Bogotá a quienes se declararon en oposición a la Alcaldía de Carlos Fernando Galán, sin duda alguna la elegida sería la del concejal de Cambio Radical, Rolando González, quien aceptó la postulación de sus colegas para aspirar a la Segunda Vicepresidencia de la Corporación, sin darse la oportunidad de analizar si era conveniente o no.

Por supuesto su elección para el cargo no se hizo esperar y acto seguido, llegaron las críticas al Concejo de Bogotá por no dar espacio en la mesa directiva a la oposición. Es claro que los cabildantes que planearon esta jugadita no calcularon lo que se podía venir porque este mismo procedimiento se repitió en otros lugares del país, siguiendo el mal ejemplo.

 

Dice el concejal Rolando González que, aunque la ley dice que se debe dar espacio a quienes no acompañan al gobierno de turno para que participen en una de las vicepresidencias de las corporaciones de control político, en el momento en que se dio la elección, ninguna de las bancadas había oficializado su posición ante el Consejo Nacional Electoral, que esto se había hecho únicamente de palabra.

Aunque este argumento es cierto, ante los ojos de la opinión pública resulta poco creíble, porque los políticos en nuestro país no consultan las leyes para cumplirlas. Para nadie es un secreto que estos señores acuden a  las normas para encontrar los vacíos y hacerles el quite y así de paso salirse con las suyas.

Puede que el concejal Rolando González no haya planeado ni orquestado la jugadita, puede ser que la postulación lo haya tomado por sorpresa. Lo que no entiendo es la razón para haberla aceptado, si de antemano sabía de la existencia del Estatuto de la Oposición al que Cambio Radical, su partido, acudió para hacer respetar su derecho de no acompañar a la administración de Claudia López.

¿Por qué dejarse llevar como oveja al matadero? ¿es que acaso el concejal Rolando González no sabe que decir No también se vale?

Quienes orquestaron este plan para no darle espacio a la oposición en Bogotá están muy tranquilos porque saben que los ojos del país no están sobre ellos sino sobre la persona que escogieron para llevar a cabo su macabra idea. ¿Quiénes son? Nunca lo sabremos y aunque lo sepamos, ellos jamás lo van a admitir, así que ni para qué perder el tiempo buscando a este especie de conspiradores.

Aunque es claro que la imagen del Concejo de Bogotá quedó mal parada ante la opinión pública nacional por cuenta de esta jugadita, también es cierto que la cara de esta jugadita es la del concejal Rolando González, quien, por no saber decir, No, se encuentra en una situación bastante incómoda, así no lo reconozca y asegure que está tranquilo.

El cabildante González dijo que hará una especie de retiro espiritual durante este fin de semana y que el lunes dará a conocer su reflexión final y cuál es su conclusión, que esperaría sea la mejor y que ayude a restaurar su imagen y que de paso aprenda a decirles No a sus colegas, especialmente a los que no se caracterizan por jugar limpio.

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Y Laura Sarabia ahí

Muchos creyeron que la actual directora del Departamento de Prosperidad Social, Laura Sarabia, luego del escándalo por el uso del polígrafo con la niñera de su hijo, caería en la desgracia y que el presidente Gustavo Petro no volvería a contar con ella durante su gestión como primer mandatario de la Nación.

Pues lo cierto es que no solo regresó al Palacio de Nariño, sino que además Petro le otorgó más poder del que antes tenía como una muestra de la inmensa confianza que siente hacia ella por la capacidad laboral que hasta el momento ha demostrado.

 

Puede que Laura no sea la funcionaria más querida por quienes integran el gabinete del presidente Gustavo Petro, ni por quienes prestan sus servicios profesionales en el Palacio de Nariño, pero lo cierto es que sí el presidente la ha mantenido en su círculo cercano es porque ella le está entregando los resultados que él quiere ver, algo que parece no han entendido algunos ministros.

Puede que por aquellos estados emocionales que suelen llegar cuando se logra algo de poder, Laura haya maltratado incluso a quienes llegaron a ostentar un lugar de gran influencia en la Nación y en la opinión pública, pero aun, ni con las quejas en su contra fue expulsada de la Casa de Nariño, un lugar en la política colombiana que es lo más parecido al Olimpo, donde se supone vivían los dioses en la antigua Grecia, quienes sostenían enormes rivalidades entre ellos y no perdían oportunidad para darse uno que otro codazo e ir al gran dios Zeús a llenarle la cabeza de intrigas e inquinas para hacer quedar mal al otro.

El tiempo ha demostrado que Laura Sarabia de bobita no tiene nada, que no solo conoce lo que quiere el primer mandatario sino que busca los medios para lograrlo, algo que Petro  valora y es lo que  motiva a mantenerle su lugar.

Seguramente habrá más razones para no retirarla. Uno no sabe, puede ser que por haber estado en la campaña ‘Petro Presidente’ conoce uno que otro secretito que no conviene que se sepa.

En la decisión de dejarla en el primer círculo de poder de la Presidencia de la República, también podría estar ahí la mano de la primera dama Verónica Alcocer. La Casa de Nariño tiene muchas verdades ocultas que impiden que el país conozca la realidad de la política en Colombia y la forma como esta se maneja, pero lo cierto es que la presencia de Laura Sarabia en el período actual Gobierno Nacional, está más que cantada y segura.

Cambiando de tema: He visto mucho show por parte del concejal de Bogotá, Juan Daniel Oviedo, quien llega a todos los lugares con pose de estrella de Hollywood, llamando la atención. Al parecer, el cabildante no sabe que el respeto de la ciudadanía en la política se logra con base en el trabajo, los argumentos y los conocimientos que se tiene de los temas, en este caso, los que corresponden a la capital del país.

Por favor doctor Oviedo, pare su show, que el Concejo de Bogotá, aunque se trate de un escenario político, no se parece a las pasarelas del Reinado de la Simpatía, y dedíquese más bien a conocer la manera en cómo funciona la política en Bogotá.

@sevillanoscar

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Los retos de Galán

Muchos son los retos que tiene el nuevo alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, y concuerdo con quienes consideran que la movilidad y la seguridad son los más grandes y en donde tendrá que tomar decisiones desde el momento de su posesión, porque son temas que no dan espera y que tienen desesperados a los ciudadanos.

Me gusta la prudencia con la que asumió el proceso de empalme con Claudia López, porque no se dejó tentar por la calentura del debate que suele estar a la orden del día ni por las decisiones de última hora que, con un claro ánimo provocador tomó  la administración saliente como por ejemplo,  firmar la contratación de la ciudadela educativa de Suba y la continuidad del proceso de licitación del Corredor Verde entre la calle 100 y la Calle 32, muy a pesar de las solicitudes que hizo Galán para que se le permitiera revisar estos proyecto una vez tome posesión del cargo.

 

Ojalá que mantenga la misma prudencia durante su período como alcalde de Bogotá y no caiga en las provocaciones de quienes no han entendido que su tiempo ya pasó y que son otras las ideas que hoy gobiernan. Que se llene de calma y no permita que el presidente Gustavo Petro se dedique a amargarle su administración con cada obstáculo que lance para la ejecución de obras de gran infraestructura en Bogotá como el metro, los regiotram o la ampliación de la Avenida Boyacá, por ejemplo.

Otro grande reto que le espera a Galán, es el de trabajar por una educación pública de calidad en primaria y secundaria, donde a pesar de los grandes esfuerzos que han hecho las últimas administraciones en la capital, esta continúa siendo deficiente. Ojalá que tanto el alcalde como su secretaria de Educación sean conscientes de que no sirve de nada tener colegios con edificios faraónicos, si los resultados de la enseñanza no son buenos.

En educación lo que importa no es lo hermoso de la edificación donde se imparten las clases a niños y jóvenes, sino el éxito en la enseñanza y esto va de la mano de contratar más y mejores maestros e implementar una metodología que incentive en los estudiantes las ganas de aprender.

No podemos olvidar tampoco la necesidad que tiene Bogotá de trabajar en los barrios de estratos 1 y 2 en las localidades de Suba, Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa, Usaquén, Tunjuelito, etc.,  pensando además en brindarles la posibilidad de ayudar a esta población a mejorar las condiciones de vivienda, dándoles acceso a los servicios públicos pero sin caer eso sí en las extravagancias de Enrique Peñalosa, quien cree todavía que con pintar con colores fuertes a la fachada de las casas en las zonas periféricas de la ciudad, se le cambia la cara a estas zonas.

Está también el reto de dotar a la ciudad de una mejor y mayor tecnología para lo cual debe trabajar de la mano con la empresa privada, en lo que no tengo la menor duda que sabrá hacer una buena gestión.

Quizá otro de los retos que tiene es el de no dejarse distraer por los debates en las redes, en los que sin duda alguna sus adversarios le lanzarán anzuelos, y en el que no faltarán los exalcaldes reclamando como propia la concreción de una obra, y en donde no me cabe la menor duda, estará también Claudia López, de quien esperaría se dedique a cumplir su papel de exalcaldesa y entienda que su tiempo ya pasó.

Mis mejores deseos para el nuevo alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, a quien recomiendo hacer un llamado a los bogotanos a calmar las ansias y que entiendan que la concreción de un buen trabajo requiere de tiempo y que no se pueden pedir milagros que lleguen de la noche a la mañana, mucho menos en temas como la movilidad y la seguridad donde la ciudad en los últimos cuatro años parece haber claudicado.

@sevillanojarami

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¿Qué pasó con el #NosEstánMatando?

Por: Oscar Sevillano

Es por lo menos curioso que desde que los movimientos políticos que hoy conforman la coalición del Pacto Histórico llegaron al poder no se les volvió a escuchar un solo reclamo por el asesinato de líderes sociales, como sí sucedió durante el gobierno de Iván Duque.

 

Tampoco se les volvió a ver los carteles que solían colocar en las curules de Senado y Cámara que decía #NosEstánMatando, ni hablándole duro a los ministros de Defensa y del Interior por la inercia del Gobierno ante estos atroces hechos que azotan a los diferentes territorios donde se vive el conflicto armado con mayor intensidad.

Apoyar al Gobierno no significa que se debe pasar por alto los errores que comete y mucho menos cuando estos involucran la vida y la dignidad de millones de personas en veredas y municipios que se encuentran lejos de Bogotá, a donde escasamente se ven dos o tres policías y una cuadrilla del Ejército o de la Infantería de Marina, y de vez en cuando se ve pasar un helicóptero de la Fuerza Aérea.

No puede ser que las baterías con las que personajes como María José Pizarro, David Racero o Alexander López, por ejemplo, se hayan acabado o se encuentren suspendidas. Cada día vemos al menos uno o dos casos de asesinatos a líderes sociales, que últimamente suelen juntarse también con masacres.

De acuerdo con INDEPAZ, en lo que va del año 2023 se han cometido 157 asesinatos a líderes sociales y además se han cometido 90 masacres, cuatro menos que en el 2022, reducción por la que no se puede ni se debe sacar pecho.

¿Dónde están los resultados en materia de cambio? ¿Qué ocurre con la respuesta oportuna que deben dar las Fuerzas Militares y la Policía Nacional para contener este tipo de hechos? ¿Qué pasa con la Inteligencia Militar y de la misma Policía? ¿se debilitó acaso?

El presidente Gustavo Petro tiene la responsabilidad de implementar de una buena vez los Acuerdos de Paz con toda la capacidad del Estado, tratando de tapar todos los vacíos que quedaron ante el flojo desempeño del gobierno de Iván Duque en esta materia. Ojalá y lo sepa hacer.

Es cierto que el Pacto Histórico heredó esta situación de la presidencia de Iván Duque, pero también es cierto que los resultados que hasta el momento arroja la gestión del gobierno actual son muy pobres, y es también pobre el control político de parte del mismo Pacto Histórico al Ejecutivo para que no solo mejore los resultados, sino que además acelere los planes y proyectos con medidas de choque.

Si quien estuviese a la cabeza del país fuera un integrante de un partido de derecha o de centro, no me cabe la menor duda de que el Pacto Histórico tendría una actitud vehemente frente a los asesinatos de líderes sociales, no puede ser que como el primer mandatario es el líder de esta coalición de fuerzas de izquierda, entonces prefieran callar y mirar para otro lado.

@sevillanoscar

¿A qué está jugando Hugo Ospina?

Los bogotanos no podemos caer en el juego de una persona como Hugo Ospina que un día dice apoyar a los cerca de 100 mil comerciantes, empresarios y emprendedores de varios sectores que vienen adelantando la campaña «Súmate» asegurando que está preocupadísimo por la economía de la capital del país y se toma la foto con ellos, para luego convocar a un paro de taxis amenazando a la ciudad de paralizarla sino le hacen caso a sus exigencias.

Sorprendido quedé al verlo en la mesa sentado junto a los empresarios del sector textil, del calzado y de bares y restaurantes, prometiendo estrategias para impulsar la economía de la capital del país durante la temporada de diciembre y diciendo además que no permitiría que el gremio de taxistas promoviera jornadas de protestas.

 

Hoy vemos que sucede todo lo contrario porque el señor Hugo Ospina está invitando a todos los taxistas en Bogotá a una nueva protesta, dando a entender que harán bloqueo de vías, especialmente en la Avenida El Dorado.

Desde hace mucho llegó a mi cabeza la idea de que el señor Ospina no es sino una persona que en su afán de protagonismo busca llamar la atención a como dé lugar, y poco le importa los métodos para conseguir su objetivo de hacerse popular.

No puede ser que los bogotanos permitamos que un sujeto que utiliza un lenguaje provocador y amenazante para llamar la atención nos amenace con paralizarnos y volvernos la vida de cuadritos el día que se le antoje.

He tenido la oportunidad de dialogar con algunos taxistas acerca del tema, quienes me han dejado claro que si el señor Ospina desea parar los dos o tres taxis que están a su nombre, bien puede hacerlo, pero que ellos no, entre otras, porque hoy por hoy, quienes conducen los vehículos amarillos en la mayoría de casos no son sus propietarios sino personas que deben no solo conseguir su sustento diario sino además tiene que pagar una cuota a los dueños del carro, a quienes poco les importa las razones que tiene don Hugo para protestar.

Si hay inconformidades bien sea con el Distrito o con el Gobierno Nacional, y si estos no atienden ni abren canales de diálogo, bienvenida la protesta siempre y cuando sea pacífica y no afecte el normal funcionamiento de toda una ciudad, pero, que un sujeto que busca afanosamente popularidad nos amenace con volvernos la vida de cuadritos no se puede permitir, y en eso el llamado que hace la alcaldesa Claudia López a la Fiscalía para que actúe, es totalmente válido.

@sevillanoscar

Señores del petrismo, vivan y dejen vivir

La reciente manifestación en Bogotá convocada por los senadores del Pacto Histórico, María José Pizarro e Inti Asprilla, en conjunto con la concejal, Heydi Sánchez, en contra del proyecto del cable aéreo centro histórico, dejó en evidencia que el petrismo no entendió el contundente mensaje que le enviaron los votantes de la capital del país en las elecciones del pasado 29 de octubre.

Oponerse a los grandes proyectos de infraestructura en Bogotá que buscan mejorar la movilidad de quienes dependen del transporte público para desplazarse de un lugar a otro en la capital, llevó al Pacto Histórico a perder las elecciones de Alcaldía en la ciudad en la primera vuelta, relegando a su candidato al tercer lugar.

 

Ellos parecen no darse cuenta de su triste realidad y se empeñan en que lo mejor para la ciudad es cambiar el modelo de la primera línea del metro por uno subterráneo, sin importarles el tiempo que esto va a tomar y las futuras demandas que traería una decisión de esas; también quieren que no se extienda la Avenida Boyacá hasta la 200 porque la prioridad para ellos es ganar votos con base en el populismo ambiental, en lugar de permitir una solución de transporte a quienes viven al extremo norte de la capital. Tampoco les gusta el regiotram de occidente y es de suponer que lo mismo va a ocurrir con el del norte.

Odian al Sistema TransMilenio, no porque consideren que es malo ni porque tenga miles de problemas sino porque les recuerda a Enrique Peñalosa.

Ahora, fieles a su estilo de llevar la contraria, se oponen también a que bogotanos que habitan en los barrios Egipto, Los Laches,  El Dorado, Girardot, Las Palmas, Nueva Granada, etc.,  puedan desplazarse con facilidad y en un menor tiempo hacia el centro de la ciudad a través de un cable aéreo.

Entonces no quieren más TransMilenio, no quieren el metro elevado; no les gusta los regiotram y tampoco un cable aéreo en el centro histórico.

Lo curioso en el caso de los cables aéreos, es que olvidan que fue Gustavo Petro quien diseñó y gestionó el primer proyecto de este modelo de transporte elevado para que los habitantes de Ciudad Bolívar lleguen más rápido a sus lugares de destino.

Bien dicen que para ser de izquierda no hay que tener buenas ideas ni ser poseedor de una brillante inteligencia, que basta con oponerse a todo así no se tenga la razón y por las demostraciones del petrismo en Bogotá, veo que es verdad.

No entiendo las razones de esta fuerza política para no querer un cable aéreo que mejore la movilidad de las personas que habitan en los barrios de la parte oriental del centro de la ciudad, ¿en qué les afecta? Porque ni María José Pizarro, ni mucho menos Inti Asprilla ni la concejal Heydi Sánchez viven en esta zona de la ciudad y así vivan allí, no es este el transporte que utilizan para hacer sus diligencias diarias.

Los  bogotanos necesitan soluciones a los problemas que deben enfrentar todos los días, uno de esos el de movilidad y quitarles esa esperanza no es ni sano ni lógico, así es que señores del Pacto Histórico, ya que no son capaces de asumir y reconocer que perdieron unas elecciones por culpa de ustedes mismos y no están dispuestos a reflexionar, les pido por favor, que vivan y dejen vivir.

@sevillanoscar

¿Por quien votar para el Concejo de Bogotá?

Elegir personas idóneas, responsables, serias y transparentes para que integren el nuevo Concejo, es también una necesidad que tienen los ciudadanos en la capital del país porque en manos de los próximos cabildantes está también la suerte de Bogotá.

No puedo señalarle a los bogotanos por quién deben votar, ni más faltaba, porque esta es una decisión personal y libre. Lo que si puede decir sin ningún titubeo es que el próximo Concejo de Bogotá, no debe parecerse en nada al saliente, que desde mi punto de vista fue una total vergüenza.

 

Los únicos destacados que cumplieron su papel de advertencia y control político son quienes integraron la oposición, entre ellos Ana Teresa Bernal, Heydi Sánchez, Carlos Carrillo, Javier Ospina y Manuel Sarmiento.  De los independientes solo destaco a dos: Marisol Gómez y Juan Baena.

Por supuesto no puedo obviar la gran labor de control político que hicieron los concejales, Martín Rivera, Lucia Bastidas, Luis Carlos Leal y Diego Cancino, quienes, siendo integrantes de la bancada de la Alianza Verde, partido de la alcaldesa, Claudia López, desempeñaron un papel de independencia crítica, lo que, por supuesto les trajo un costo bastante alto, razón por la que tres de ellos decidieron no continuar ni en el Concejo ni en el partido.

De la mayoría del resto de concejales no se puede decir lo mismo porque algunos de ellos, criticaban a la alcaldesa en los micrófonos de sus curules durante sus intervenciones mientras le aprobaban los proyectos con acuerdos por debajo de la mesa.

Otros dedicados a presentar proyectos de acuerdos solo buscaron que su estadística en la calificación de Consejo Como Vamos creciera a su favor, no importa si la iniciativa no servía para nada,  y,  por supuesto, -los que poco intervenían- únicamente parecían preocuparse porque el número de ceros en su pago del mes aumentara con su registro en las sesiones, para, a los 10 o 15 minutos retirarse y no regresar, -claro está- con el argumento de que “la política y el verdadero control está en las calles con los ciudadanos”.

Elegir un bueno concejal es también una responsabilidad de los votantes en la capital del país, porque son quienes tienen en sus manos decisiones trascendentales como el presupuesto anual del Distrito; aprobación de grandes obras de infraestructura que diseñe la Administración, junto con el plan de desarrollo que presente el nuevo alcalde, y son quienes advierten los errores en que pueda incurrir el próximo gobierno de Bogotá y denuncian además los casos de corrupción que podrían darse.

La elección del Concejo de Bogotá es algo tan serio como lo es la del nuevo alcalde. Pilas, a elegir buenos concejales.

Óscar Sevillano

@sevillanoscar