Esneyder Negrete – @esnegrete
Al Iberoamericano llega la versión brasilera del clásico de Ibsen, La dama del mar. Una adaptación de Susan Sontag bajo la dirección de Bob Wilson, quienes con una mirada contemporánea, sofisticación y juegos visuales, logran hacer de esta pieza una obra de tensión, delicadeza y gran belleza. [Entrevista Confidencial Colombia]
Ellida, es una mujer que vive una infancia de gran libertad al lado de su papá junto al mar de Noruega. Ante la muerte de su padre, se casa con un hombre mayor que ha enviudado y tiene dos hijas. Ellida se siente atormentada por la nostalgia de un pasado que ya no existe, en medio de una rutina anodina y asfixiante lejos del mar, en la que se siente atrapada.
Todo el ambiente en la obra respira el anhelo de Ellida por el mar: el vestuario, diseñado por Giorgio Armani, refleja las tonalidades del mar, la escenografía del propio Wilson utiliza la madera, evocando la cubierta de un barco, y los cambios escénicos se enmarcan por una tela a modo de vela y por los cambios en la iluminación.
El paisaje sonoro en La dama del mar reúne canciones del fólclor escandinavo, los sonidos del mar y el violín único de Michael Galasso, compositor y director de orquesta estadounidense, fallecido en 2009, quien colaboró en las obras de Wilson durante casi cuatro décadas y se hizo famoso por su trabajo en el cine con el hongkonés Wong Kar-Wai.
Seis actores interpretan esta hermosa y sencilla historia que engrana perfectamente con el texto de Susan Sontag y la dirección Bob Wilson, que nos demuestra una vez más por qué es uno de los grandes directores del siglo XXI.
Esneyder Negrete – @esnegrete
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