Elon Musk se ha descrito a sí mismo como “pro-medio ambiente” y “súper pro-clima”. Sin embargo, también apoyó decididamente a un candidato presidencial que ha desestimado el calentamiento global como un engaño. (The New York Times, 8 de noviembre de 2024).
Musk no solo se declara pro-medio ambiente y súper pro-clima, sino que ha adoptado posturas pragmáticas y concretas frente al cambio climático, destacando la necesidad de una transición energética sin perder de vista el equilibrio económico. En una entrevista con Donald Trump durante la campaña presidencial de Estados Unidos, afirmó lo siguiente:
La economía “colapsaría” si obligáramos a las empresas de petróleo y gas a cerrar.
Deberíamos avanzar hacia una economía energética sostenible, y hacerlo más rápido sería mejor que más lento.
“No tenemos que apresurarnos” hacia esa nueva economía, incluso si continuar quemando combustibles fósiles causará “dolores de cabeza y náuseas”.
A primera vista, podría celebrarse con entusiasmo que alguien con estos ideales forme parte del gobierno de Trump, que bordea el negacionismo climático, pero no todo es color de rosa. Musk tiene intereses en defender ese discurso, y sus acciones no siempre reflejan un compromiso genuino con el cambio climático.
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Tesla
Vehículos Eléctricos: Tesla es líder en la producción de vehículos eléctricos (EVs), fundamentales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Los EVs ayudan a disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, una de las principales fuentes de emisiones de carbono.
Energía Renovable: Tesla también produce paneles solares y soluciones de almacenamiento de energía, como las baterías Powerwall, que permiten a hogares y empresas almacenar energía solar y reducir su dependencia de la red eléctrica.
Desarrollo de Baterías: Tesla invierte considerablemente en el desarrollo de baterías de alta capacidad y eficiencia, esenciales para almacenar energía renovable y mejorar la autonomía de los vehículos eléctricos. La innovación en esta área es crucial para la transición hacia un futuro más sostenible.
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Reducción de la Huella de Carbono: A través de sus Gigafábricas, Tesla busca reducir la huella de carbono de la producción industrial, con instalaciones diseñadas para ser más eficientes energéticamente y, en algunos casos, funcionar con energía renovable.
Es claro que detrás de este compromiso con la lucha contra el cambio climático existe un interés en beneficiar a Tesla en la transición energética. Esto no es necesariamente negativo. “Si mi empresa puede ayudar en ese propósito, ¿por qué no hacerlo?”. Sin embargo, no debemos ser ingenuos y creer que Elon Musk es un defensor desinteresado del cambio climático.
No solo es lo que dice, también hay una contradicción en lo que hace.
Volar, volar, volar
El uso desenfrenado de vuelos en aviones privados por parte de Musk crea parte del problema que su negocio automotriz (Tesla) intenta abordar. Desde octubre pasado, cuando asumió el control de X, el avión privado de Musk, un Gulfstream de $70 millones con 19 asientos y una cocina, ha realizado alrededor de 200 vuelos, trasladándose entre sus intereses comerciales en Texas, hogar de SpaceX y Tesla, y el Área de la Bahía, donde X tiene su sede.
También ha habido viajes más largos a Francia, Italia y Singapur, según los registros de vuelos, lo que significa que el jet privado de Musk ha pasado casi un mes en el aire durante el último año, generando más de 2,500 toneladas de emisiones que calientan el planeta.
Las emisiones de estos vuelos superan con creces las causadas por el hogar promedio estadounidense, que suman menos de 50 toneladas al año. Musk ha argumentado que el avión le permite trabajar más horas y es la “única excepción” a un estilo de vida relativamente austero para alguien con una fortuna personal de más de $230 mil millones, una cifra que se acerca al PIB de Grecia. Las emisiones derivadas de las inversiones de Musk también son significativas, con un informe de Oxfam que señala que su participación en Tesla lo hace responsable de otras 79,000 toneladas de emisiones de CO2.
Aun así, eso es mucho menos que otros en el exclusivo mundo de los ultrarricos; el informe calcula que 125 de las personas más adineradas emiten un promedio de 3 millones de toneladas de contaminación que calienta el planeta al año a través de sus operaciones financieras.
Una investigación de Jared Starr, un científico de la sostenibilidad en la Universidad de Massachusetts, encontró que el 10% más rico de los estadounidenses era responsable del 40% de la contaminación climática del país.
Dijo: “Musk es una figura complicada. Por un lado, ha desempeñado un papel crucial en la popularización de los vehículos eléctricos y el almacenamiento de baterías con Tesla, pero por otro, está llevando a turistas espaciales en misiones que crean una gran cantidad de contaminación. Los jets privados también usan mucho combustible fósil, por lo que él mismo estaría en la categoría de superemisor”.
Si bien es positivo que Musk apoye la lucha contra el cambio climático, no debemos ser ingenuos y creer que moderará las posiciones de Trump una vez que asuma como presidente. Al igual que Bezos y Zuckerberg, que estarán en primera fila durante la investidura presidencial de Trump, Musk jugará a favor de sus intereses. Es difícil creer que un billonario como Musk actúe en favor del bien general sin considerar sus intereses personales. Apostar por la mayoría podría implicar demasiado riesgo para ellos.
El sistema está manipulado, amigo mío. Los ricos tienen su agenda, y tú no estás en ella. El lobo de Wall Street (2013)