En septiembre de 2022, Bogotá alcanzó un hito: por primera vez operó un sistema formal, accesible y compartido de bicicletas. Las bicis naranjas, rosadas y azules del Sistema de Bicicletas Compartidas se integraron al paisaje urbano, materializando la Política Pública de la Bicicleta que inició su construcción en 2018 con el Acuerdo 708, que estableció los lineamientos para garantizar el derecho que tenemos los bogotanos de elegir la bicicleta como medio de transporte.
Estos lineamientos definieron la accesibilidad como principio rector: asegurar a todas y todos el uso y el disfrute de la bicicleta y de su infraestructura. No fue una declaración simbólica. Significó la necesidad de ofrecer a los ciudadanos un sistema alternativo de transporte, que permita la integración con otros modos de transporte, reducir emisiones contaminantes y fomentar la salud pública.
Y es que Bogotá lleva casi 10 años luchando por tener un sistema de bicicletas públicas. Entre 2015 y 2017 se tuvo una concesión que resultó fallida por graves incumplimientos del contratista, y en 2016 y 2018 se presentaron dos propuestas de Asociación Pública Privada (APP) que fracasaron por falta de información y desistimiento del originador, respectivamente.
Por eso, es que el Sistema de Bicicletas Compartidas es un hito y un servicio que no podemos dejar acabar. Este sistema arrancó fuerte en 2022. En sus primeros ocho meses completó casi 700.000 viajes, superando a Sao Paulo, Buenos Aires y Santiago en el mismo periodo. En su primer año registró más de 1,2 millones de trayectos, operó con 300 estaciones en seis localidades y una flota de 3.300 bicicletas, y obtuvo una calificación ciudadana de 4,1 sobre 5, según Piedrahita y Bocarejo (2024).
Sin embargo, el panorama cambió. El vandalismo creció, las tarifas subieron —el paquete mensual pasó de $31.990 a $34.650, aumentando 8,3 %—, el estado de las bicicletas se deterioró y varias estaciones se desmontaron. Los problemas de devolución por estaciones llenas o vandalizadas se hicieron recurrentes. No es solo un problema de operación: está en riesgo un servicio esencial.
El Contrato 2022-63, firmado el 11 de enero de 2022 entre la Secretaría de Movilidad y M1 Transportes Sustentaveis Ltda. (Tembici), fijó plazo hasta diciembre de 2029 y un modelo de retribución al Distrito en especie por el aprovechamiento económico del espacio público, con racks para parqueo. Hasta agosto de 2024, el operador entregó 1.929 ciclo parqueaderos en menos de 36 meses, superando los 1.545 proyectados.
En febrero de 2025, la cuarta modificación al contrato amplió el área de aprovechamiento económico del espacio público y la cobertura del servicio a 16 UPZ, e incorporó nuevo mobiliario urbano como parte de la retribución de Tembici al Distrito. Esta expansión es un intento por mejorar el servicio y garantizar su existencia, esperemos que así sea. Al final, con o sin Tembici, la ciudad tiene que garantizar un sistema de bicicletas públicas.
Desde el Concejo de Bogotá buscamos asegurar el Sistema de Bicicletas Compartidas. La gran pregunta es cómo lo hacemos viable. ¿Con el contrato con Tembici? ¿Con un esquema de libre competencia? ¿Con una prestación directa del servicio por parte del Distrito? ¿O con un sistema de transporte donde las bicis, otros servicios y empresas públicas y privadas funcionan como un gran hub urbano de movilidad?
El Sistema de Bicicletas Compartidas es una herramienta clave para la movilidad sostenible. Según la Encuesta de Movilidad 2023, el 7,94% (1.161.152) de los viajes sostenibles en Bogotá se realizaron en bicicleta, frente a un 33,69% (4.923.927) en transporte público y 28,06% (4.101.164) a pie. Bogotá – Región tiene 1,43 millones de bicicletas, en su mayoría convencionales. La bicicleta pública no es un capricho: multiplica opciones de viaje, reduce congestión y mejora la calidad del aire.
Si queremos una ciudad humana, con menos trancones, menos ruido y más espacio público, la bicicleta debe ser parte de la solución. Y no cualquiera: una red pública, robusta, accesible y funcional para todos. Dejar caer el Sistema de Bicicletas Compartidas sería retroceder en movilidad sostenible.
Bogotá ya hizo lo difícil: implementó el sistema. Ahora debemos defenderlo, ajustarlo y garantizar que siga pedaleando hacia una ciudad más humana y con más espacio público para todos. Para salir de la tusa por Bogotá debemos asegurar el derecho que tenemos de movernos de forma segura y sostenible.
PORTADA
Petro sanciona la ley que permite el acceso a las artes y las culturas en las aulas
Nacen las primeras diferencias en el Frente Amplio
Cámara aprueba iniciativa que previene el reclutamiento de mercenarios
Pacto Histórico es oficialmente partido político