Este 19 de diciembre entra en vigor el Acuerdo de Exención Mutua de Visas de Corta Estadía entre Colombia y Belarús. Se trata de una decisión concreta para reducir barreras, facilitar negocios, impulsar el turismo y acelerar la cooperación. En un mundo donde la incertidumbre geopolítica encarece rutas, insumos y financiación, Colombia necesita abrir puertas reales, con resultados medibles, hacia socios complementarios y mercados no tradicionales.
La relación con Belarús tiene un punto de partida claro: hoy el intercambio comercial es todavía pequeño y concentrado. Sin embargo, esa aparente limitación es precisamente la oportunidad. Lo que Belarús ofrece con fortaleza —fertilizantes potásicos y maquinaria agrícola— encaja con una urgencia nacional: mejorar productividad, abaratar costos del campo y modernizar la economía campesina. Y lo que Colombia puede posicionar —flores, frutas tropicales y agroalimentos— tiene potencial en un entorno euroasiático donde la oferta tropical es naturalmente escasa. De hecho, en el comercio bilateral reciente, los principales envíos colombianos hacia Belarús incluyen flores cortadas, entre otros rubros, lo que confirma que existe una base exportadora sobre la cual construir escala.
La entrada en vigor de la exención de visados debe leerse como el “habilitador” de una hoja de ruta: sin movilidad, no hay misiones empresariales; sin reuniones presenciales, no hay cierres técnicos; sin confianza entre equipos, no se concretan inversiones. El paso siguiente —y el verdaderamente decisivo— es convertir la facilidad migratoria en acuerdos operativos: instrumentos de cooperación, agendas sectoriales y proyectos demostrativos que muevan la relación de las intenciones a los hechos.
Por eso, el país debe priorizar tres frentes. Primero, una agenda de consultas políticas estable y verificable, con un Memorando de Entendimiento que ordene el diálogo diplomático y permita destrabar cuellos de botella regulatorios y logísticos. Segundo, un Memorando de Entendimiento de cooperación agrícola para transferencias tecnológicas, formación, esquemas de financiación y pilotos territoriales. Tercero, un Memorando de Entendimiento de turismo —con acciones conjuntas de promoción— que aproveche la exención de visas para diversificar flujos, conectar operadores, facilitar ferias y atraer visitantes en ambas direcciones.
Nota recomendada: Gobierno inaugura en Isla Grande una granja generadora de energías limpias
Aquí es donde la agroindustria belarusa puede jugar un rol estratégico para Colombia. Belarús es un actor relevante en la producción y exportación de fertilizantes potásicos: en 2023 exportó alrededor de USD 2,01 mil millones en fertilizantes potásicos, ubicándose entre los principales exportadores globales en esa categoría.Esta capacidad importa porque Colombia consume grandes volúmenes de fertilizantes y su precio incide directamente en el costo de los alimentos.
Pero el punto más transformador —por su efecto directo sobre productividad y dignidad campesina— es la maquinaria. La empresa estatal Minsk Tractor Works (MTZ), conocida por su marca “BELARUS”, afirma operar en 125 países y exportar más del 90% de su producción, situándose entre los grandes exportadores de tractores del mundo. A esto se suma un ecosistema industrial que incluye fabricantes de cosechadoras y equipos complementarios, como Gomselmash, que declara presencia en varios continentes y una oferta amplia de maquinaria agrícola.
¿Por qué esto es clave para la reforma agraria colombiana? Porque la reforma agraria no puede reducirse a la discusión —necesaria— sobre acceso y formalización de tierras. La transformación rural exige, simultáneamente, factores productivos: tecnología, asistencia técnica, riego, conectividad, asociatividad y acceso a mercados. Esa visión, expresada por el Gobierno Nacional en su apuesta por un Sistema de Reforma Agraria y Desarrollo Rural, reconoce que sin capacidades productivas la democratización del campo se queda a mitad de camino. La mecanización apropiada —especialmente para pequeña escala— puede ser la diferencia entre una parcela que sobrevive y una economía campesina que prospera.
Desde el Congreso y desde el Grupo de Amistad Parlamentaria con Belarús, el compromiso es hacer seguimiento a esa hoja de ruta para que Colombia no se quede en la foto protocolaria. La política exterior útil es la que aterriza en el bolsillo de la gente: en el fertilizante más barato, en el equipo que reduce jornadas extenuantes, en la cosecha que llega al mercado, en el turismo que genera empleo, en el intercambio que fortalece regiones.
Si el 19 de diciembre abre una puerta, lo responsable es cruzarla con planes, instrumentos y resultados. Colombia necesita socios para industrializar su campo y diversificar su inserción internacional. Belarús, por complementariedad productiva y capacidad agroindustrial, puede ser uno de ellos. La tarea es simple de enunciar y exigente de ejecutar: convertir la movilidad sin visa en cooperación sin excusas.
PORTADA
Condenan al coronel (r) Pluvio Hernán Mejía por su participación en los falsos positivos
Según Petro, «en la DIAN existe una red de corrupción donde habría congresistas y candidatos presidenciales involucrados»
Cárcel para los exministros Luis Fernando Velasco y Ricardo Bonilla
¿Para qué invitó Gustavo Petro a María Corina Machado a Colombia?