Cuando se hable de la presencia de los venezolanos en Bogotá, deberíamos pensar también en que no hemos hecho mucho por ellos o al menos no lo suficiente.
No es extraño verles deambulando por las calles vendiendo dulces o en el TransMilenio pidiendo ayuda, bien sea para alimentar a sus hijos o para pagar la cuota diaria en la pieza donde habitan en sectores como Patio Bonito, el barrio Santa fe o en las localidades de Suba y Ciudad Bolívar.
También es cierto que en algunos casos la mala situación por la que atraviesan en ciudades como Bogotá por ejemplo, los ha obligado a buscar el dinero fácil que les ofrecen las redes o estructuras criminales que existen en la capital y como consecuencia de esto, se les ve delinquir en las calles y avenidas, bien sea a través del hurto o en el mercado de las drogas ilícitas.
Todo esto hace que la convivencia no solo en Bogotá, sino en todas las ciudades de Colombia donde existe este problema, se vea afectada y es lo que debería obligar a los gobiernos locales y al Estado a ejecutar acciones contundentes para que se evite que los migrantes del vecino país, sean capturados por las redes criminales o que caigan en situación de mendicidad.
Por supuesto, hay que invitar a las comunidades de los barrios y localidades de la ciudad de Bogotá a trabajar de la mano con el Distrito y el mismo Estado, para que no se les mire como un ser extraño que llega a invadir determinado territorio, sino como una persona que huyendo de un régimen mafioso como el de Nicolás Maduro, busca mejores oportunidades para él y su familia.
También es claro que si se les va a brindar una oportunidad laboral, esta no se puede hacer con sueldos miserables de bajo costo, porque esto es abusar de las personas que necesitan ayuda de manera urgente.
Con toda seguridad que hay programas que se lleva a cabo desde el Distrito y el Gobierno nacional, y también desde algunas organizaciones internacionales de derechos humanos, que pueden ser buenos, pero que no son suficientes y que de no reforzarlos, lo único que se va a provocar es que esto se convierta en una especie de olla a presión que en cualquier momento puede estallar.
*Directora de la Fundación Acuerdos por la Paz