Primero agradecieron en coreano; la narradora repitió en inglés: a partir de ahora tendrán lugar dieciséis días de competencias en cada sede. Deseamos a todos los atletas buena suerte y mucho éxito. Así finalizó la ceremonia de apertura de los Juegos de la XXIV Olimpiada, el 17 de septiembre de 1988.
Mi hermana cumplía años y se preguntaba si sus amiguitos irían a su fiesta. Mi hermano disfrutaba viendo las mascotas Olímpicas de los juegos pasados, entre las que se robaba el protagonismo Hodori, el tigre Amur de Seúl 88. Mi madre lidiaba conmigo esperando que diera mis primeros pasos en aquellas tierras exóticas, enigmáticas y lejanas. El cónsul, ya para esa época parte de nuestra familia, charlaba con mi padre como si fueran viejos conocidos. Mi madre y él, embelesados, escuchaban las anécdotas, unas cómicas y otras sublimes, sobre la cultura coreana.
Todo son fotografías en la mente de cada uno de ellos. Seúl 88, la novela publicada por la Editorial Escarabajo, es el cuadro completo, página tras página, que resalta un lugar, un pueblo y un momento donde se construyó la historia. Es el relato de vivencias reales, en cabeza de tres protagonistas ficticios; Constantino, un mayor del ejército de Colombia que ha sido designado para representar al país ante el Comando de Naciones Unidas y Corea del Sur; Margarita, su esposa, una antropóloga que se refugia en la escritura de cuentos buscando superar la pérdida de un hijo y Orlando, un alma libre, y el designado cónsul en Seúl.
Así, tan esperanzados como temerosos, cinco colombianos viajamos a la Corea meridional –separada de su hermana del Norte en treinta minutos en el año de 1945– y por cuya existencia como configuración política, cientos de soldados del Batallón Colombia ofrendaron sus vidas.
En medio de una nevada que aún mi madre describe como cegadora, mi familia arribó a Seúl. En el aeropuerto internacional de Kimpo nos recibió un amable diplomático de origen opita. ¿Un apretón de manos entre mis padres y aquel hombre era garantía suficiente de que todo saldría bien?
Los acontecimientos que vinieron después podrían arrojar pistas: visitas a la frontera entre las dos Coreas, el espionaje urbano, la soledad de los expatriados, la nostalgia vista en las heridas centenarias, el choque de las culturas, el susto latente ante la posibilidad inminente de una guerra nuclear, y, en contraste, la celebración de los Juegos Olímpicos y el culmen del Milagro en el río Han. Todo ello me enseñó que la familia y la patria misma son parte de una herencia superior a nosotros mismos.
A medida que fui creciendo, descubrí de dónde provenía la medalla coreana que mi padre portaba en sus veneras; aprendí el valor del baúl de olmo, (bandaji) que mi madre adoraba en la sala; y escuché un sinfín de veces que yo me demoré en soltar la lengua, gracias a que en la casa me criaban en español, la ajumma jugaba conmigo en coreano, y el televisor me atontaba en inglés.
A la Guerra de Corea también la llaman La Guerra Olvidada, debido a la falta de atención pública que recibe en comparación con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam. De alguna manera, lo mismo ocurre con los soldados, marinos y aviadores que combatieron en las montañas, bosques y ríos de Corea, y en los mares que rodean la península. Los colombianos debemos recordar siempre que alrededor de cinco mil hombres del Batallón Colombia lucharon contra chinos y norcoreanos entre 1951 y 1953.
Un día, la novelista y Premio Nobel estadounidense Toni Morrison dijo: “Si hay un libro que realmente quieres leer pero aún no se ha escrito, entonces debes escribirlo”. Pues bien, “Seúl 88” es el libro que quise leer y nunca encontré en las estanterías de las bibliotecas y librerías. Por lo tanto, deseo que esta novela toque el alma de los lectores y acerque a mis compatriotas a capítulos de nuestra propia historia como nación, contada desde la ficción.
¿Quién es Felipe González Girado?
Además de escritor, con Magister en Creación Literaria de la Universidad Internacional de Valencia, Felipe González Giraldo es un destacado abogado con más de 14 años en el oficio. Cuenta con una especialización en Derechos Humanos y Derechos Internacional Humanitario por la Universidad Sergio Arboleda. También es Magíster en Derecho por la Universidad Externado de Colombia y Magíster en Artes Liberales de la Universidad de Chicago.
Sobre esa doble faceta, Felipe González dice: “Siempre fui escritor y mi profesión como abogado me permitió aprender materias que quizá nunca habría descubierto si me hubiera dedicado sólo a escribir, sin el conocimiento de otras disciplinas o artes. Grandes escritores fueron abogados. Traigo a colación a Franz Kafka, Yukio Mishima, Mario Vargas Llosa o Marguerite Duras. Incluso Leo Tolstói o García Márquez estudiaron Derecho antes de dedicarse por completo a las letras. De este modo, el abogado–escritor gana por partida doble, porque la vida alimenta la literatura y la literatura enriquece la vida”.
“Seúl 88” es una novela histórica basada en hechos reales. Luego de combatir en las selvas de Antioquia, Constantino, un militar colombiano, es enviado junto con su familia en misión diplomática a la República de Corea, casi cuarenta años después del retorno del Batallón Colombia, el único ejército latinoamericano en pelear en la Guerra de Corea (1950-1953).
Por: Felipe González Giraldo, novelista colombiano
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