En el cuarto Congreso Internacional de Tiburones que se realizó este sábado en el Oceanogràfic de Valencia, que congrega a casi un millar de expertos en tiburones, rayas y quimeras de 69 países, con el objetivo de contribuir a salvarlos de la extinción masiva que les amenaza, mediante la ciencia, la presión política y la divulgación como instrumentos, ha detallado la Fundación Oceanogràfic en un comunicado.
Los tiburones son una especie imprescindible para los ecosistemas marinos, la actividad pesquera y la humanidad, argumenta a EFE la experta en escualos Sarah Fowler, quien aduce que la extinción de estos animales, ya muy amenazados, dejaría “un mundo dañado”.
La autora de ‘Guía de campo de los tiburones del mundo’, que asistió al Congreso en Valencia, asevera que la sobrepesca es la “principal amenaza” para “absolutamente cada especie” de escualos, rayas y quimeras.
De este grupo de más de 1.500 especies, se calcula que al menos un tercio está en riesgo de extinción, sobre todo a causa de la mortalidad por pesca que no distingue “si el tiburón acaba en un plato de comida o si es devuelto al mar”.
Una práctica todavía habitual es el ‘finning’, que consiste en capturar a un tiburón para cortarle las aletas -el producto que se comercializa- y acto seguido devolverlo al mar, sin que puedan volver a nadar.
Riesgos por la crisis climática
Otros riesgos que enfrentan estas especies son la crisis climática y la destrucción de hábitats naturales, amenazas que sin embargo “son de momento problemas menores comparados con la pesca”, reconoce Fowler, quien insiste en actuar para controlar esta actividad.
Fowler compara la preservación eficiente de las especies marinas con una cuenta bancaria: “Puedes coger un poco de dinero cada año, pero los ahorros se quedan en el banco, y así es como deberíamos gestionar la pesca, de manera sostenible”.
“Si lo cogemos todo, ¿qué harán los pescadores el año siguiente?”, se pregunta la experta, y advierte de que “tener respeto y cuidado” con estas especies es también una cuestión de justicia con las generaciones futuras.
El problema, reconoce, está en coordinar la conservación con los intereses de las empresas pesqueras, la demanda mercado y los propios pescadores, de forma que todos estos intereses lleguen a un acuerdo “para salvar a los tiburones”.
No obstante, la “mala imagen” en el imaginario colectivo de los escualos juega en su contra, sobre todo después de que películas como la célebre ‘Tiburón’ (1975), dirigida por Steven Spielberg, que Fowler valora como una cinta “asombrosa”, hayan generado una “única visión” del animal.
Fowler reivindica que “la mayoría de los tiburones no suponen ningún peligro para las personas, y aun así sus poblaciones decrecen”.
De hecho, las especies son diversas en su alimentación -algunos comen plancton, otros marisco, calamares o pulpos- y, aunque “tienden a estar en la cima de la cadena alimenticia, muy pocos comen mamíferos”, dice.
No todos son como el tiburón blanco
“No son todos como el tiburón blanco”, prosigue para romper el mito, sino que “la mayoría mide un metro de largo y vive en el fondo del mar”, y matiza que incluso algunos “no pueden nadar muy bien”. “Hasta yo puedo nadar mejor que algunos de ellos”, bromea.
Su libro, escrito junto al investigador David Ebert y completado con las ilustraciones de Marc Dando, constituye uno de los textos más relevantes de especies de tiburones, que escribieron por el “desconocimiento” que había en torno a estos animales cuyos orígenes se remontan a antes de los dinosaurios.
La guía ha pasado por varias revisiones y actualizaciones, “nunca termina, porque todavía estamos descubriendo nuevas especies o redescubriendo otras que pensábamos que estaban extintas o que no se habían visto durante décadas”, asevera Fowler.
EFE
Foto: Pexels
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