A lo largo de 2024, la economía colombiana comenzó a mostrar signos de recuperación, impulsada por una mejora parcial en la demanda interna. De consolidarse esta tendencia, el PIB pasaría de un crecimiento de 0,6% en 2023 a 2,0% en 2024, y seguiría acelerándose hasta 2,8% en 2025 y 3,5% en 2026.
El consumo privado crecerá un 2,1% en 2024, 3,4% en 2025 y 3,2% en 2026, beneficiado por mejores condiciones financieras que incrementarán la capacidad de compra de los hogares, impulsando el gasto en bienes durables y semidurables. El consumo en servicios, tras una desaceleración cíclica hasta 2025, se dinamizará nuevamente en 2026. En efecto, la tasa de interés de política monetaria, que cerrará 2024 en un solo dígito, seguirá bajando hasta 6,00% en 2025. La inflación, que cerrará en 5,4% este año, disminuirá hasta 3,8% en 2025 y 3,4% en 2026. Además, la recuperación del mercado laboral desde 2025 será clave para sostener el crecimiento del consumo.
La inversión fija, que crecerá un 6,5% en 2025 y 2026, estará impulsada por infraestructura, edificaciones no residenciales y maquinaria desde este año, con la vivienda sumándose a partir de mediados de 2025. Sin embargo, la inversión como porcentaje del PIB ha perdido terreno en los últimos años, y serán necesarios nuevos catalizadores para alcanzar los niveles máximos del pasado, que sustentaban un mayor crecimiento potencial.
El crecimiento de la demanda interna incrementará las importaciones y ampliará el déficit en la cuenta corriente, que se espera cierre en 2,9% del PIB en 2024 y suba a 3,5% en 2025, financiado principalmente por inversión extranjera directa. Aunque el déficit fiscal seguirá disminuyendo, se mantendrá elevado en los próximos años. En este contexto, el tipo de cambio se depreciará ligeramente en 2025, alcanzando 4.265 pesos por dólar, para luego apreciarse moderadamente en 2026, cerrando en 4.195 pesos.
En conclusión, la demanda interna será el motor de la recuperación económica, impulsada por mejores condiciones financieras, la recuperación del empleo y la infraestructura regional.
Por: Mauricio Hernández-Monsalve