Recientemente, en septiembre, Fedesarrollo le hizo una enorme contribución al país con su documento La corrupción en Colombia: diagnóstico y recomendaciones para controlarla, Documento elaborado en el marco de la Comisión de Expertos Anticorrupción de Fedesarrollo, en el que compila el trabajo de la comisión de expertos que integraron para tal fin y de un sinnúmero de juiciosas investigaciones del mismo Fedesarrollo, Transparencia por Colombia, la Misión de Observación Electoral, DeJusticia, la Fundación Vortex, e investigadores de la Universidad de los Andes y la Universidad Externado de Colombia, además de una cantidad apreciable de referencias de reconocidos investigadores de este flagelo tanto en Colombia como en el mundo. Por ser un documento tan importante sobre el problema raíz más grave que tiene Colombia, que afecta transversalmente a todas las actividades de la vida de los nacionales en forma muy impactante, debería ser de estudio obligado para todo aquel que esté decidido a sacar adelante a esta pobre patria, tan abusada pero tan resiliente. Los jóvenes, los primeros.
Fedesarrollo es una entidad sin ánimo de lucro, no gubernamental, insertada en “el modelo de economía de mercado, con una participación eficaz del Estado en la provisión de bienes públicos, en un ambiente democrático y con una política social efectiva orientada al logro de una sociedad incluyente y equitativa” que hace estudios para fomentar el desarrollo económico y social. Con esta declaración y su promesa de preservar el equilibrio, su independencia y credibilidad, y sobre todo al verificar la asertividad del documento no queda duda del gran valor de su trabajo en estos momentos tan desesperanzadores para nuestro país.
En esta columna le he dedicado muchos artículos a estudiar los mecanismos de corrupción, desde el uso del llamado lobbying (cabildeo) que por su carácter legal puede ser silencioso pero devastador y con impactos negativos permanentes y de largo plazo, la podredumbre actual en la contratación pública y hasta las manifestaciones de nuestra cultura cotidiana que de alguna manera propician el problema. El documento de Fedesarrollo señala sin ambages todo lo necesario mediante tres elementos principales de la relación sistémica de la corrupción nacional: la captura de la política y el sistema electoral; la captura del sistema de justicia y control y la captura de la operación del estado en sus componentes de compra pública, empleo público y regulación; y la formulación e implementación de la regulación y política pública. Hace una interesante priorización de acuerdo con el impacto y a la factibilidad, clasificando en cuatro grupos las recomendaciones: Prioridades de corto plazo, Prioridades de mediano plazo, Complementarias de corto plazo, Complementarias de mediano plazo, que sugieren la hoja de ruta para lograr soluciones.
En esa relación sistémica se desarrolla un mecanismo de amplificación que consiste en que las consecuencias retroalimentan a las causas, lo que hace más difícil cualquier análisis y por supuesto, cualquier solución. Una muy importante de todas estas causas analizadas radica en la relación entre financiadores de campañas y los políticos que devuelven posteriormente esos favores recibidos por medio de la contratación estatal, que han llegado a establecer verdaderas mafias con acción permanente casi imposibles de acabar.
Para romper esa siniestra relación, una de las recomendaciones es la financiación estatal de las campañas, con todo y los desafíos que desde su enunciado plantea en torno a la misma corrupción. En el mismo análisis se incluyen desde la precariedad del diseño del Consejo Nacional Electoral, su inoperancia y su composición politizada y sesgada, los efectos de la proliferación de candidatos independientes y el debilitamiento de los partidos, hasta la ausencia de fondos necesarios para implementar la financiación de las campañas. Resulta que no tenemos recursos para financiar las campañas, pero sí para “financiar” la corrupción. Hay que complementar las recomendaciones con este tipo de evaluaciones para poder encontrar los argumentos necesarios y sobre todo, el valor para encarar estos desafíos. Para ilustración al respecto y tomado del mismo documento, tenemos una estructura de financiamiento de campañas inverso al promedio de los países de la OCDE en donde se observa que ¾ partes se hace con recursos públicos y ¼ parte de privados; aquí al revés. La financiación de alrededor del 75% de parte de privados es uno de los más potentes generadores de corrupción.
Los hechos nos demuestran que estamos asfixiados por este problema de manera casi terminal. Por eso este documento de Fedesarrollo ayuda mucho. Es un diagnóstico con recomendaciones que deja claro los qué y la prioridad para el avance del rescate. Definidos los qué, hay que concentrarse en los cómo.
El mismo documento da cuenta de avances en varias de las recomendaciones con proyectos de ley que van haciendo trámite en el congreso y de otros avances ya logrados a propósito de las exigencias para la entrada a la OCDE en los años anteriores, por ejemplo. Ninguna de las recomendaciones es fácil de implementar (la factibilidad que habla el documento) debido a que quienes deben arreglar el problema son parte de los mismos que sacan los beneficios (ilícitos) del problema: los políticos (los malos políticos, para ser precisos).
Pese a esto, la vía de solución es el mejoramiento de nuestro marco legal. Difícil y tortuosa pero es la vía que tenemos. Tan lentas llegarán las soluciones como lenta sea la comprensión de las nuevas generaciones de que debemos cambiar a la mayoría de los politiqueros actuales que dominan indignamente el noble oficio de la política en nuestro país, traicionando a su pueblo con sus malas e ilícitas actuaciones. Ayudaría mucho que los mayores saliéramos de las posiciones cuasi dogmáticas que tenemos y dejáramos de “comernos tanto cuento” de los politiqueros que han demostrado una y otra vez su falsedad y cinismo.
Esa vía podría llamarse la revolución democrática que se genera y desarrolla en el interior de nuestra sociedad, a través de educación política y buena influencia en nuestras familias, amigos y vecinos. Hay que tener la claridad que cualquier otro tipo de revolución no nos garantiza que vaya a parar en lo deseado; con los conocidos casos vecinos sabemos ya que podríamos terminar muchísimo peor que donde arrancamos, que ya está muy mal.
Por lo pronto es necesario que todos estudiemos y entendamos cada punto en el documento y volvernos consumidores de cuanto haya que nos mejore la comprensión del problema de corrupción, sin duda nuestra peor desgracia, que nos está quitando la posibilidad de un futuro razonable. Y con base en un mejor conocimiento político, empecemos a desechar a los principales causantes del problema ¡votando bien!
* @refonsecaz – Ingeniero, Consultor en Competitividad.