Esta semana para mí fue especial, el jueves 18 de diciembre TransMilenio cumplió 25 años moviendo a la ciudad. No hablo solo de buses y estaciones; hablo del derecho a movernos que materializa los derechos a la salud, a la educación y al trabajo. Hablo de la ciudad feliz que queremos construir. Pero aquí no solo hay nostalgia: hay estrategia, propósito y futuro.
Gracias a una extraordinaria idea del exalcalde Enrique Peñalosa y al trabajo de su equipo, Bogotá vivió en el 2000 una transformación total en la forma en que sus ciudadanos se movilizaban. La ciudad conoció TransMilenio: un sistema de transporte público masivo basado en derechos, igualdad, orden, sostenibilidad y felicidad.
TransMilenio es la columna vertebral del actual Sistema Integrado de Transporte Público de Bogotá – SITP. Con 10.509 buses y 143 cabinas de TransMiCable, más de cuatro millones de personas dependen a diario de este sistema para movilizarse. Pero hay que reconocer los retos que se mantienen: según Bogotá Cómo Vamos (2025), Transmilenio continúa siendo el modo de transporte de la ciudad que menos satisfacción genera entre sus usuarios con tan solo el 35% (misma cifra que en 2024).
Por eso digo sin rodeos: TransMilenio tiene falencias, pero si todos lo cuidamos y nos lo apropiamos, se pueden solucionar. Necesitamos voluntad política. Que los gerentes públicos y nosotros los políticos trabajemos por mejorar los retos del sistema y visibilizar lo que sí funciona y nos hace sentir orgullosos.
Bloquear, vandalizar e incendiar el sistema de transporte público que mueve a más de la mitad de la población de la ciudad, no tiene sentido. De hecho, bloquear el sistema no es protestar, es transgredir derechos. Cuando alguien cierra una troncal, no alza una bandera social; apaga oportunidades. Defender el servicio esencial de transporte público es defender a la mayoría.
Este año, la evasión del pasaje ronda el 13% y a la fecha genera pérdidas de miles de millones. Frente a esta situación, respaldo medidas como las barreras anti colados. ¿Y por qué? Porque es una herramienta que hoy necesitamos para proteger el sistema y evitar que siga siendo desangrado. Sin ingresos no hay servicio, y sin servicio no hay derechos. Simple y directo.
Veo con mis propios ojos el caos que generan manifestaciones traumáticas: bloqueos en la 26, en la 30, en el Portal Norte, en las Américas. Veo ciudadanos con maletas corriendo bajo la lluvia, madres con niños en brazos, trabajadores angustiados. Lo digo con firmeza: eso no es pacífico, eso es castigo colectivo. Empatía no significa justificar el desorden que anula los derechos de la mayoría; significa evitarlo.
Bogotá necesita orden. Ocho de cada diez manifestaciones afectan la movilidad. Miles de bloqueos confirman que el problema no es aislado, es estructural. Frente a eso, no me quedo callado: a los vándalos y capuchos que atacan el sistema les digo que aquí no hay épica, hay falta de educación y delincuencia.
El derecho a movernos es el corazón de la ciudad. Un buen sistema permite que ricos y pobres nos encontremos como iguales. Esa es la verdadera inclusión. Por eso invito a ver el vaso medio lleno: 25 años de avance en movilidad organizada, eficiente y sostenible, pese al pesimismo y a los sabotajes políticos.
Hoy la ciudad apuesta por la multimodalidad y por viajes sostenibles. El sistema no es perfecto, pero existe, funciona y mueve millones. Desde el Concejo, continuaré trabajando por blindar TransMilenio, no para silenciar voces, sino para que Bogotá avance con orden, igualdad y garantía de derechos.
PORTADA
Condenan al coronel (r) Pluvio Hernán Mejía por su participación en los falsos positivos
Según Petro, «en la DIAN existe una red de corrupción donde habría congresistas y candidatos presidenciales involucrados»
Cárcel para los exministros Luis Fernando Velasco y Ricardo Bonilla
¿Para qué invitó Gustavo Petro a María Corina Machado a Colombia?