Cada uno que lea este artículo que vote a quien le dé la gana, que ya para eso es seguramente mayor de edad, pero que vote. En democracia la legitimidad del poder las dan las urnas, y ojalá siga así por muchas décadas y no caigamos en el populismo ramplón. Pero para esto hay que creérselo, y una buena parte de los colombianos no vota nunca. No se cree en esta democracia. No confía en el sistema o le da pereza. Normalmente es la mitad de los que están llamados a votar. Demasiados. Tenebroso.
El hartazgo de esta campaña ha sido extraordinaria, por larga y por sucia. Llevamos casi un año de movimientos en la sombra y la mayoría de la ciudadanía está cansada de la politiquería de siempre disfrazada de los actores de siempre y de algunos otros nuevos. Y varios años más de una polarización como la actual sería difícil de soportar. Gane el que gane, o mejor dicho, pierda el que pierda, lo más honesto, honrado y patriótico sería reconocer los resultados, la derrota e irse para casa. Desearle suerte al presidente electo y dedicarse a otra cosa. En el caso de Rodolfo a sus empresas, y en el caso de Petro a lo que haga fuera de la política. Aunque lamentablemente lo dudo.
El cambio que quieren los colombianos
Porque repito, cuatro años más de polarización no los aguanta nadie. Porque no es justo ni deseable ni bueno para nadie. Y porque la democracia, que es fuerte en el país, no puede ponerse en cuestión desde el tumulto de las calles o el agite de las redes sociales y los medios de comunicación interesados. El próximo presidente ya bastante difícil lo va a tener como para que encima deba estar lidiando con una oposición irresponsable o que manipule la realidad a través de las redes sociales o los tumultos violentos. Uno de los grandes retos como país es que la institucionalidad aguante los desmanes si llegan a producirse sean de quien sean, ojalá no.
Redes, fango informativo
Precisamente las redes sociales se han convertido en un estercolero informativo. De difícil detección de lo real o la mentira, y más propagandístico que otra cosa. Piense que más de la mitad de las cosas que ha leído en estas semanas de mensajes políticos en su Facebook, Twitter o Whatsapp son MENTIRA. Hasta muchas de las encuestas que nos llegan diariamente de centros respetables a nuestros celulares en formato PDF son inventadas (las manipulan y las mandan correr para desinformar), y obviamente otras están sesgadas. Así es muy difícil también pedir a la gente que vote responsablemente y con criterio. O la democracia también comienza a detectar estas fallas del sistema, o esas fallas acabarán con la democracia.
Los colombianos deben ir a los colegios electorales este domingo ilusionados con su candidato. Y tranquilos porque el resultado que salga de las votaciones es el que es. Atrás quedan las suspicacias de las elecciones al Congreso y primarias. Ya en la primera vuelta presidencial, Colombia, sus instituciones desde la Registraduría hasta todos los servidores públicos que hicieron posibles los comicios, se deberían felicitar. Sin apenas incidentes de orden público. Con un conteo extraordinariamente rápido y lo que es más importante, una sensación de seriedad. Ni un problema, ni una sospecha. La democracia del primer mundo con un software, el de Indra, impecable. Rápido, sencillo y seguro. Al menos en eso, nuestra democracia si es de primera.