Debido a las constantes tomas y ataques de las guerrillas, hace varios años que la Policía Nacional tuvo que abandonar El Plateado, corregimiento del municipio de Argelia en el Cauca, y han sido infructuosos los intentos de retoma de este y de todo lo que se conoce como el Cañón de Micay, enclave de cultivo de coca para la producción de cocaína, su transporte y comercialización hacia la costa pacífica principalmente. Hasta este año, gran parte de este territorio, volvió a ser ocupado por la Fuerza Pública, y se plantea una acción integral del Estado para contrarrestar las violencias, alimentadas esencialmente por el narcotráfico.
Las economías ilegales señaladas, el acceso a la compra armas y municiones ilegales, las difíciles condiciones sociales y políticas, la debilidad del Estado y el abandono de sus responsabilidades en materia de salud, educación, vivienda, vías de comunicación, y el desamparo de las economías campesinas, han hecho de esta hermosa región, un caldo de cultivo, en donde proliferan todo tipo de expresiones armadas. Hace muchos años que estas poblaciones del Cauca, al igual que ocurre en muchos territorios del país, son sometidas por parte de los actores armados no estatales y estatales a una constante victimización e infracciones al Derecho Internacional Humanitario- DIH, representadas fundamentalmente en masacres, asesinatos de líderes y lideresas, desplazamiento forzado, confinamientos, instalación de minas antipersonal y artefactos explosivos, y cada dos años al constreñimiento electoral o a la imposibilidad de ejercer este importante derecho democrático.
No es mucho lo que la juventud que habita este territorio puede aspirar a hacer con su vida. Los esfuerzos de las organizaciones sociales y étnicas que intentan por todos los medios, arrebatarle a la guerra sus jóvenes, son insuficientes, y los grupos armados siguen reclutando bajo la presión de las armas, las ofertas económicas o el convencimiento ideológico, y ante la mirada cómplice de políticos y gobernantes. El municipio de Argelia, es hoy uno de los territorios que ostenta una las más altas tasas de homicidios del país, la mayoría de ellos jóvenes.
Parece una historia de nunca acabar, las noticias nefastas se repiten desde hace muchos años, la indolencia de algunos gobiernos, tanto nacionales como locales, las fallidas estrategias militares que priorizaron los bombardeos, la militarización y la persecución contra las organizaciones sociales, sus líderes y lideresas, los abordajes fraccionados y poco integrales para la solución pacífica del conflicto, han demostrado la necesidad de ensayar coordinadamente otras estrategias sociales, políticas, económicas, y de acción dialógica con todos los actores armados en la región, así como motivar la presencia integral del Estado, tal como lo viene desarrollando, aunque con dificultades, el presente gobierno.
Algunos sectores políticos con sus respectivos amplificadores radiales, televisivos y escritos, en medio de la campaña electoral y de desprestigio del gobierno de Gustavo Petro, se rasgan las vestiduras y hasta se muestran compungidos, porque la estrategia de Paz Total, no se rompe y se realiza la toma a sangre y fuego del corregimiento de El Plateado. No les preocupan las vidas de niños, niñas y adolescentes, les preocupan los votos que seguramente no podrán comprar, no les preocupa el fortalecimiento de la democracia y no les conviene la paz y la posibilidad de entendimiento, por esta razón, vociferan cargados de improperios contra el hecho de que voceros del llamado Estado Mayor Central-FARC, se comprometan con la Registraduría Nacional, a dejar ingresar pacíficamente los tarjetones electorales. Hoy estarían felices si los tarjetones hubieran llegado, luego de la muerte en enfrentamientos, de muchos colombianos y colombianas.
Es preciso dimensionar este logro tan importante del proceso de Paz Total. El gobierno nacional y las fuerzas armadas, sin demostrar debilidad, y con un profundo compromiso por la vida y el respeto al Derecho Internacional Humanitario, han logrado que un grupo armado ilegal, comandado en su mayoría por jóvenes entre los 25 y los 35 años, con poca experiencia militar y política, que han demostrado no respetar a cabalidad las reglas de la guerra, se comprometan a avanzar en la firma de un cese al fuego bilateral y a respetar el transcurso de las elecciones. Ha sido el camino de la Paz en el horizonte de la Paz, el que ha logrado lo que anteriores gobiernos no había logrado, que se celebren elecciones en El Plateado y que las confianzas entre las partes se vayan fortaleciendo, para garantizar que lo pactado en la mesa de diálogo, se implemente a corto, mediano y largo plazo.
Seguramente se tendrá que mejorar en muchos aspectos de esta recién instalada mesa de diálogo, se tendrá que profundizar de forma ágil en la definición de los mecanismos de participación de la sociedad, se tendrá que ahondar sobre los puntos de la agenda pactada en el municipio de Tibú, el pasado 16 de octubre, se tendrá que avanzar en los protocolos que hagan posible que el cese al fuego bilateral se mantenga hasta que se logre la firma de un acuerdo que ponga fin a la confrontación armada con este sector de las guerrillas, que no se sintió conforme con el proceso de paz que llevó a la firma del acuerdo en el 2016, con el grueso de las FARC-Ep.
Lo cierto es que ya se han logrado elementos que son importantísimos para transformar pacíficamente un conflicto armado, y es sentarse a dialogar oficialmente, avanzar en la toma de confianzas, cumplir lo que sea posible de cumplir a corto plazo, y silenciar los fusiles para que las ideas fluyan y la sociedad vaya sintiendo que la paz avanza. Ojalá este escenario, posibilite avanzar hacia un cese al fuego bilateral entre el ELN y el EMC-Farc, y por qué no, multilateral con todas las fuerzas en proceso de diálogo.
Tendrán que hacer un mayor esfuerzo, el conjunto de la ‘guerrillerada’ y los comandantes del EMC-Farc, por acatar el Derecho Internacional Humanitario, por suspender la instalación de minas antipersonal y artefactos explosivos que victimizan a la población civil, por frenar el secuestro y la extorsión, por detener definitivamente la estigmatización y los asesinatos contra líderes, lideresas sociales y firmantes del acuerdo de paz, por parar el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes, entre otros delitos. Este proceso de paz debe prontamente dejar de gatear, lo que demanda también, que las Fuerzas Armadas cumplan a cabalidad el cese al fuego y se borre todo manto de duda, frente a posibles complicidades con grupos herederos del paramilitarismo.
La sociedad también tiene su cuota para aportar. Debe, a través de la movilización, las acciones simbólicas, los pronunciamientos y demás formas de manifestación noviolenta, rodear el proceso, respaldar las acciones y acuerdos que se implementen en el marco de los acuerdos, alistarse a participar los más unidos posible en los distintos escenarios que se abrirán y, de esta forma lograr que las partes dialogantes sientan que su compromiso más importante es con el pueblo colombiano, que ya no resiste más guerra y más violencias, y que no se deben levantar de la mesa de diálogo, hasta no pactar un acuerdo que haga posible las transformaciones que borren de nuestra existencia, las causas estructurales que generan y alimentan el conflicto armado.
Luis Emil Sanabria D.