Bogotá enfrenta una nueva amenaza que no puede permitirse normalizar: el regreso descarado del antisemitismo. Este no es un debate abstracto sobre conflictos lejanos; es una realidad palpable que ya se manifiesta en vandalismo y agresiones en nuestras calles promovidas por Gustavo Petro.
Recientemente, se ha confirmado la reaparición de grafitis con consignas de odio en fachadas de locales y edificios del norte de la capital. La Zona T y la Carrera Séptima han sido escenarios donde consignas como «Israel genocida» se han pintado, afectando a establecimientos comerciales y conjuntos residenciales. Es vital trazar una línea: la protesta y la crítica política son bienvenidas en la democracia, pero el vandalismo, los mensajes de odio y las agresiones a personas son, sencillamente, crímenes de odio. El Antisemitismo es una muestra de racismo.
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El fenómeno se está extendiendo. Hace apenas semanas, una sinagoga en Cali amanecía cubierta de grafitis abiertamente antisemitas, un hecho que la Confederación de Comunidades Judías denunció inmediatamente. La retórica antijudía nunca es gratuita; se traduce, inevitablemente, en agresiones reales. La ciudad no puede esperar a que el daño escale.
Lo más preocupante es la fuente de legitimación que impulsa esta hostilidad. Cuando la más alta figura del poder ejecutivo, el Presidente de la República respaldado por sus secuaces del Pacto Histórico, se permite escribir textualmente que «Hitler está vivo en la política del mundo» o compara repetidamente a sus adversarios con el genocida nazi, está haciendo algo más que una analogía de mal gusto.
La verdad incómoda es esta: Hitler está vivo en los discursos que reaniman el antisemitismo dentro de Colombia promovidos por la izquierda radical.
Al banalizar el nazismo, el poder legitima el lenguaje que da permiso a algunos para perseguir, para señalar comercios y para destruir fachadas de la misma forma que se hacía hace casi un siglo. Quienes protagonizan estos actos no están marchando solo contra la política de un Estado; están señalando y violentando judíos que viven, trabajan y estudian en nuestras ciudades. El antisemitismo, por definición, siembra el odio hacia los judíos.
Colombia debe combatir toda forma de violencia, especialmente el Antisemitismo, para que nunca más volvamos a repetir el Holocausto.
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