Cada vez las encuestas se vuelven más determinantes en la intención de voto de los colombianos. Lo que auguraban como un triunfo de los clanes políticos y los barones electorales regionales, se hizo realidad ayer en el marco de las elecciones locales.
La distribución del mapa político evidenció que sus maquinarias se impusieron en el centro del país, la Costa Atlántica y el Valle del Cauca. Los Char, los Ñoños, los Gnecco, los Barreto, los Caicedo, Dilian Francisca Toro, Federico Gutiérrez, Carlos Amaya, Jorge Rey, entre otros, fueron los grandes triunfadores de esta disputa electoral, muy a pesar de que el presidente Gustavo Petro twittee diciendo, con una posición triunfalista, que la coalición de gobierno ganó en nueve departamentos y que solo en Nariño obtuvo 21 alcaldías.
Al clan Char no le afectó en absoluto las relaciones, reveladas por la presa, de Serfinanzas (banco de esta familia) con el cartel de Sinaloa; tampoco la investigación y captura del exsenador Arturo Char por presunta compra de votos y corrupción electoral. Alex Char se coronó con 73.24% de los votos, superando a su contrincante inmediato, Antonio Bohórquez, quien obtuvo el 9.31% de los votos. Este clan Char también obtuvo la gobernación del Atlántico con el triunfo de Eduardo Verano de la Rosa, reconocido líder liberal, a quien bendijeron electoralmente.
Similar situación sucedió en Córdoba donde los Ñoños y los Besaile respaldaron electoralmente al ganador, Erasmo Elías Bechara, a la gobernación y a Hugo Kerguelen, a la alcaldía de Montería. El caso del clan Gnecco en Cesar evidencia la miopía política del pueblo colombiano. La casa de la prófuga Cielo Gnecco, a través de Elvia Milena San Juan, se quedó con la gobernación del departamento con el 44.13 del total de los votos, derrotando a la candidata del Centro Democrático, Claudia Zuleta. Los Gnecco también se quedaron con la alcaldía de Valledupar, donde impusieron a Ernest Orozco, político cercano a la familia y quien ya había sido alcalde de la ciudad.
En el caso del Tolima, los Barreto pusieron a la exrepresentante a la Cámara Adriana Magali como gobernadora departamental con 59% del total de los votos. En la alcaldía de Ibagué la ganadora fue la exsecretaria de Salud, Johana Aranda, quien contó con la aquinesia del senador Oscar Barreto, líder de este clan político.
Aunque es parte de la coalición de gobierno, Carlos Caicedo (actual gobernador del Magdalena), apoyó al exalcalde de Santa Marta, Rafael Martínez, para quedarse con la gobernación del departamento. Lo propio pasó con la alcaldía de Santa Marta, donde el clan Caicedo impulsó la candidatura de Jorge Luis Agudelo, quien le ganó a su contrincante por alrededor de 300 votos.
Dilian Francisca Toro, quien es considerada la baronesa política del Valle del Cauca, se quedó con la gobernación del departamento con el 41% de los votos escrutados y luego de que la candidatura de su contendor inmediato, Tulio Gómez, fuera inhabilitada por el Concejo de Estado. En Cundinamarca, por su parte, no había duda de que Jorge Rey se quedara con la gobernación. Rey, quien ya había sido gobernador, contó con el apoyo de todos los sectores políticos a excepción del Centro Democrático, que optó por la candidatura de Nancy Patricia Gutiérrez. Jorge Rey, Barón electoral en Cundinamarca, obtuvo el 57.48% de los votos, superando con creces a Gutiérrez quien se quedó con sólo el 10.71%.
El uribismo, en cabeza del excandidato presidencial Federico Gutiérrez a la alcaldía y de Andrés Julián Rendon a la Gobernación, fue el gran ganador en este departamento. Fico Gutiérrez barrió en las elecciones a la alcaldía con el 73% del total de los votos, mientras que Rendón llegó a la gobernación con el 38%. Carlos Amaya, entretanto, volvió a ser gobernador de Boyacá con el 42.6 del total de los votos, derrotando Rodrigo Rojas quien obtuvo el 35,8%.
En general, la contienda electoral deja varios sinsabores que es necesario reflexionar: por un lado, el retorno de los clanes políticos y barones electorales en gran parte del país. Algunos mencionan que Colombia retrocedió ocho años en los avances democráticos que se habían conseguido para deslindar la política regional de las castas tradicionales. En segundo lugar, un descontento generalizado frente a las elecciones, pues además de evidenciarse una alta abstención electoral, el voto en blanco primó en varios municipios. En tercer lugar, la perdida electoral del partido de gobierno; aunque existieron gobernaciones y alcaldías donde el Pacto Histórico ganó directamente y, en otras, en coaliciones con sectores alternativos, en las ciudades principales el petrismo fue derrotado. El caso de Bogotá es el más diciente. La derrota aplastante en primera vuelta de Carlos Fernando Galán con 49% de los votos, puso de presente la mala estrategia electoral que implementó el candidato del Pacto Histórico, Gustavo Bolívar, quien se quedó en tercer lugar con el 18.71% de los votos.