Premoniciones

En el momento en que Gustavo Petro ganó las elecciones de 2022, los sectores que conformaron el Pacto Histórico, al igual que muchos analistas, pensaron que la victoria se repetiría en las elecciones regionales. A pocos días de estas, el vaticinio es que eso no sucederá simplemente porque en la política regional hoy en día no es relevante ganar con el pacto. Basta con tener algunos operadores políticos dentro de él para ganar, o adaptarse y buscar otros.

Lo triste es que la debacle no será solo del pacto, sino de toda la izquierda regional, que verá cómo se hunde la posibilidad más cercana que tenía para quebrar el fuerte poder de las élites, clanes, familias u operadores regionales. En el mejor de los casos, tendrán unos pocos apoyos en los concejos y probablemente menos de los que ya tenían. La frustración será tan grande como lo fue la expectativa.

¿Pero por qué no fue posible trasladar la victoria a municipios y departamentos en el primer gobierno de izquierda en Colombia? En primer lugar, porque no se logró mantener la alianza. Las disputas públicas entre distintas facciones de militantes, con otros partidos que formaban parte de la coalición y la imposibilidad de armar listas fueron de conocimiento público. Fue un error garrafal que puso a competir a personas que llevaban años apoyando proyectos de cambio social sin contraprestación alguna con políticos profesionales que elección tras elección se adaptan para mantenerse en el poder. Adivinen quiénes tenían todas las posibilidades de ganar.

En segundo lugar, porque la operación política regional es muy distinta. Las figuras nacionales no impactan en las elecciones regionales a menos que haya transacciones claras con los intermediarios de toda la vida y una muy amplia popularidad que haga que el votante tome decisiones motivadas y entusiastas porque ve la posibilidad de que su vida mejore. De lo contrario, el mecanismo de pago a líderes políticos locales para la consecución de votos con amplios costos de transporte y alimentación, así como las promesas de empleo, se impondrán. Apoyos como el del MAIS a Dilian Francisca Toro reflejan que los antiguos aliados hoy prefieren separarse del Gobierno Nacional con tal de no perder.

Ahora, partidos como el MAIS siguen siendo partidos de Gobierno, al igual que La Fuerza de la Paz de Roy Barreras, y todavía hay varios operadores políticos que vienen del partido de la U. ¿Por qué tan erráticos en su comportamiento? ¿No era más rentable para todos mantener la alianza que los llevó al poder presidencial y ceder en la competencia interna?

En teoría, sí lo era, pero muchos de los políticos profesionales en las regiones perdieron capacidad de negociación e interlocución con el gobierno central y tienen la percepción de que no lograrán obtener ni la burocracia prometida ni los apoyos necesarios para aumentar su capital electoral. Al mismo tiempo, la población común no percibe mejoras en su vida diaria, a excepción de sectores específicos como el campesinado organizado, que ha visto avances en sus agendas y la baja de precios gracias a la política macroeconómica. Pero eso no es suficiente. La política social y su implementación han sido opacadas por apuestas más ambiciosas del gobierno, pero menos conectadas con la gente.

A pesar de los cambios muy positivos, como el rechazo a la estigmatización de sectores sociales y la violencia a la que son sometidos, la tolerancia cero a la violación de los Derechos Humanos en la fuerza pública, la inclusión y la diversidad en el gobierno, no es suficiente. Petro está desaprovechando los instrumentos que le dejó el Plan Nacional de Desarrollo y, especialmente, la posibilidad de fortalecer la democracia y las instituciones locales con programas más locales, efectivos y masivos, como podría ser una renta básica universal para el campo o transferencias condicionadas más eficaces. Incluso, podría avanzar en programas de desarrollo menos retóricos si permitiera que instituciones como el DPS tuvieran mejores desempeños y desconcentraran la burocracia en el próximo Ministerio de la Igualdad.

La premonición es que las elecciones regionales y locales tendrán un desenlace triste en el que el clientelismo regional tendrá un aire nuevo y renovado, incluso a título de independientes. Queda esperar que ojalá yo esté equivocada.

Laura Bonilla