A 2.595 metros sobre el nivel del mar, entre montañas cubiertas por neblina y bajo un aire que rara vez supera los 14 grados, se encuentra Sesquilé, un municipio cundinamarqués donde la historia respira en cada rincón y la tradición se mezcla con el misticismo de los antiguos muiscas.
El camino hacia este pueblo parece una travesía hacia el pasado. Las fachadas coloniales, los tejados rojos y las calles empedradas conservan el encanto de un lugar que se resiste a perder su esencia ancestral. Sesquilé no solo guarda memoria: la revive, la celebra y la comparte con quienes llegan buscando algo más que un destino turístico.
Catalogado como el pueblo dorado de Cundinamarca y reconocido por la ONU Turismo como un destino rural único en el departamento, Sesquilé es hogar de uno de los lugares más emblemáticos de Cundinamarca: la Reserva Forestal Protectora Laguna del Cacique Guatavita y Cuchilla de Peña Blanca. Desde lo alto, la laguna se revela como un espejo esmeralda rodeado de páramo y silencio, un lugar donde, según cuentan los pobladores, aún se escuchan los susurros de los dioses muiscas.
Fue allí donde nació una de las historias más poderosas de América: la Leyenda del Dorado. Los relatos transmitidos de generación en generación aseguran que, en tiempos antiguos, las tribus muiscas realizaban un ritual sagrado para investir a su nuevo cacique. El elegido era cubierto con polvo de oro y adornado con joyas y esmeraldas antes de sumergirse lentamente en las aguas heladas de la laguna. Con este acto, ofrecía las riquezas a los dioses como símbolo de purificación y renovación del poder espiritual.
La noticia de aquellas ceremonias se esparció más allá de las montañas y encendió la codicia de exploradores y conquistadores. Se habló entonces de una ciudad hecha de oro, escondida entre los Andes. Así comenzaron las expediciones, las búsquedas desesperadas, los intentos por drenar la laguna en el afán de encontrar los tesoros sumergidos. Pero nada de eso resultó: solo se hallaron algunos objetos, rastros de una fe que pesaba más que cualquier riqueza material.
Hoy, la Laguna de Guatavita sigue siendo un tesoro. No uno de oro, sino de cultura, historia y vida. Sus aguas reflejan siglos de creencias y mitos que dieron forma a la identidad de un pueblo y de una nación. Con el paso del tiempo, se ha convertido en un símbolo de la memoria colombiana y en un referente internacional del turismo sostenible, donde la naturaleza y la leyenda se funden en un mismo relato.
Sesquilé, el pueblo dorado, continúa custodiando ese misterio. Y mientras el viento sopla sobre la laguna, parece recordar a quienes la visitan que algunos tesoros —los más valiosos— no se encuentran al fondo del agua, sino en las historias que el tiempo se niega a olvidar.
Las bondades de La Reserva Forestal Protectora Laguna del Cacique Guatavita y Cuchilla de Peña Blanca
La Laguna del Cacique Guatavita a su alrededor, el silencio del páramo se mezcla con el murmullo del viento y el canto de las aves. Es un escenario que no solo cuenta historias del pasado, sino que ofrece a los viajeros una experiencia viva, donde la naturaleza y la cultura dialogan en cada paso.
Los turistas que visitan este santuario natural encuentran mucho más que el eco de la Leyenda del Dorado. La laguna abre sus senderos a turistas y curiosos que buscan explorar su riqueza ambiental y espiritual. Las rutas de senderismo interpretativo permiten recorrer el paisaje mientras se aprende sobre la flora, la fauna y las antiguas tradiciones muiscas que aún perviven en el territorio. En cada curva del camino, el visitante puede detenerse para fotografiar el paisaje, observar aves o simplemente dejarse envolver por el aire frío y la energía que emana del lugar.
La experiencia se enriquece con la posibilidad de adentrarse en los kusmuy, antiguos templos sagrados donde los muiscas rendían culto a sus dioses. Desde allí, las vistas son sobrecogedoras: la laguna parece un ojo inmenso que todo lo observa, un recordatorio del vínculo entre la tierra, el agua y el espíritu.
Desde la CAR, se invita a las comunidades y a los visitantes a conocer las maravillas que resguarda el Aula Ambiental Abierta – Reserva Forestal Protectora Laguna del Cacique Guatavita y Cuchilla de Peña Blanca, para promover un turismo sostenible y responsable, que respete la tradición, valore su origen y preserve el equilibrio natural que hace de este sitio un tesoro nacional.
Si vas a visitarnos recuerda:
• Los recorridos parten con una frecuencia de 15 a 20 minutos y duran en promedio dos horas. Se recomienda llegar con tiempo suficiente.
• Durante su permanencia en el parque siempre deberá permanecer en grupo y con el acompañamiento de un guía CAR. Por su seguridad, NO tome senderos no autorizados ni se aparte del grupo.
• NO está permitido el ingreso de mascotas de ningún tipo, bebidas y alimentos al parque, por tratarse de una zona de reserva forestal protectora.
• El parque NO presta servicio de alquiler de zonas para camping o picnic. Tampoco alquiler de quioscos u hornillas.
• Los pagos por concepto de ingreso y otros servicios se reciben únicamente en efectivo, debido a las condiciones geográficas del parque, no se cuenta con la señal para el uso de despóticos electrónicos como datafonos.
• Está prohibido el uso de drones para realizar tomas de vídeo y fotografías aéreas, ya que estos pueden afectar la fauna y flora del ecosistema además de pertubar la tranquilidad de los demás visitantes.
• El parque NO cuenta con servicio de parqueadero. Se recomienda dejar su vehículo en parqueaderos vigilados en los municipios aledaños o utilizar transporte público.
Tarifas:
• Ingreso oriundo: $4.000 cop
• Ingreso nacional: $21.000 cop
• Ingreso extranjero: $28.000 cop
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