“No sentí la catarsis, sino como un exorcismo”: Sebastián Quebrada, director de ‘El Otro Hijo’

Foto fija de El Otro Hijo

Convertirse en el otro hijo es un proceso que puede parecer cruel y más si esto viene acompañado de un duelo. Cuando se aborda la trasescena de lo que queda con un actor secundario dentro de una familia, y que carga con el peso de la ausencia de su hermano, afloran emociones que difícilmente entendería alguien que no ha vivido este drama.

A las salas de cine del país llega El Otro Hijo, un intento de explicación de lo que puede llegar a sentir un adolescente al que su presente queda signado por la muerte de su hermano. Este filme, que representará a Colombia en los Premios Goya, se exhibirá desde este jueves 2 de noviembre y es la ópera prima del director Juan Sebastián Quebrada.

“Muchas de las películas que se hacen en Colombia son primero un milagro, que la gente la vea es un milagro doble”, dice Quebrada cuando le pregunto sobre el reconocimiento que recibió la película con los estrenos en el Festival de Cine de San Sebastián, el BIFF en Bogotá o la elección para poder ser nominada a los Goya. Además, él resalta la fase de distribución y comunicación. “Si eso no se da, pues es como que uno dijo una frase al vacío y uno no quiere que se quede en eso”, concluye.

Esta película se basa en una historia personal del director sobre la pérdida de su hermano. Sin embargo, la trama llega a nutrir una tendencia notable en el cine nacional, que se centra en la exploración del interior de los jóvenes y qué está pasando con ellos. Otros filmes de diferente calibre abordan de cierta manera la juventud como Anhell69, Un Varón o Alis por nombrar algunos.

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Otro tópico que encarna el alma de El Otro Hijo está con la salud mental de los jóvenes y adolescentes. Sobre ello, el productor de la película, Franco Lolli, reflexiona sobre la importancia de que desde el arte y el cine se comience a dar una conversación en torno a esto.

“Siento que hay una tendencia clara. Muchas películas de ellas se escribieron durante la pandemia, que generó una necesidad de juventud y vida, de estar afuera. Esta película parte de una experiencia muy personal del director con la muerte de su hermano, pero termina abriéndose a hablar de algo mucho más amplio, que es el problema de la salud mental de los jóvenes en Colombia pospandemia. Yo he visto en mis estudiantes -que estuvieron el último año de colegio en pandemia- que son muy retraídos y no necesariamente está bien”, explica Lolli al respecto.

El elenco es variado, pero los personajes principales son adolescentes que fueron retratados por un elenco novato en la industria audiovisual. Por ejemplo, El Otro Hijo es la primera experiencia actoral del protagonista Miguel González (Federico), que actualmente se encuentra terminando el colegio y tiene 18 años.

“Yo acompañé a mi exnovia a que hiciera el casting y me lo terminaron haciendo a mí también. Yo había visto cómo se lo habían hecho a varios amigos míos, pero yo nunca me había interesado en acercarme a eso”, cuenta González.

@juliangmejia1

Voces de ‘El Otro Hijo’ ?. Estreno en salas el 2 de noviembre ?. #cinecolombiano #cine #festivaldecinesansebastian #elotrohijo

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Imprimirle la carga emotiva que requiere el personaje de Federico no fue tarea fácil para él. En la película él debe que cargar con su duelo, intentar mantener la cordura de su madre y tratar de no dejarse saturar por las dificultades de un padre distante que se niega a la veracidad de la muerte de su hermano Simón, interpretado por Simón Trujillo, el hijo del actor Diego Trujillo.

En parte, ese dolor es compartido con Laura (Ilona Almansa), que aparece como un personaje secundario, pero es vital para que Federico se mantenga en sus cabales después de que sus compañeros superan el duelo.

“Para mí el dolor que vive la familia es infinitamente superior a cualquier otro, pero el de Laura también es muy duro, solo que es menos visto que el de Federico. El de ella era poco visto porque inevitablemente en estos espacios hay una estructura de pirámide. Ellos siguen en el colegio, tienen que seguir haciendo sus vainas, pero -si bien los amigos también sufrieron el golpe- ya continuaron y ellos dos todavía siguen desconectados. Eso hace que haya un pequeño momento donde se puedan encontrar a partir de un dolor y se ve una complicidad y calidad humana impresionante”, aclara Quebrada.

En palabras del director, la película hace una microscopia de emociones. En parte, a ello se debe la reiteración de primeros planos y otros planos muy cerrados que se encargan de transmitir el dolor que cada personaje con su peculiaridad va llevando mientras la historia avanza sin que termine faltando mucho por develar en los 89 minutos que dura.

“Uno de los retos que yo sentía en la película es que como alguien una vez me dijo: ‘El tipo de película que quieres hacer, no se puede esconder la emoción. Si existe, bien; si no, no puedes mentir al espectador, porque no lo va a percibir y se va a desconectar’”, enfatiza Quebrada.

Ese compromiso emotivo hizo que tanto el elenco como la producción pudiera hacer un ejercicio de relativa sanación con los duelos personales de cada uno a través de esa historia. En el proceso, los actores tuvieron la oportunidad de llevarlo a cabo y eso pudo reflejarse en la manera actoral que enfrentaron en cada escena.

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Para Miguel “fue un acto catártico para todos, de enfrentar nuestros propios dolores a través de la película y al final tiene un resultado lindo”; mientras que Sebastián afirma: “Yo no siento la catarsis, sino como un exorcismo”. Lolli complementa que “nosotros tenemos un cine relativamente joven como pequeña industria. Entonces, primero nos ocupamos de los problemas más grandes del país, de orden público y poco a poco hemos ido autorizándonos a hablar de nuestra interioridad. Por más de que yo viva en Colombia, mi problema más grande no son los paramilitares, ni la guerrilla, ni Petro, ni Duque, ni Uribe; mi problema más grande son relaciones amorosas, familiares y laborales. En eso es lo que uno está pensando todo el día”.

El quiebre de El Otro Hijo desde el trabajo de producción con lo que generalmente se venía haciendo en el cine colombiano es importante. Las locaciones retratan a Bogotá como un personaje mudo, que se siente, que por momentos comunica y que condiciona los comportamientos de cada uno de los personajes.

La película intenta salirse de los clichés que hay al momento de retratar los dramas de las personas de un entorno de clase media-alta o clase alta. Incluso, es notable la diferencia de contextos sociales y económicos que puede haber entre una persona adinerada y otra millonaria. Para eso, el trabajo de arte jugó un papel crucial y da pie para ver este filme desde otra perspectiva.

“Bogotá es una ciudad que ha sido filmada, pero no necesariamente bien. Es una película muy muy bogotana y si alguien va hacia el norte, pues debe aparecer en el norte en la película, porque muchas hacen eso de manera muy falsa. No queríamos hacer un cine turístico en Colombia. Se ha hecho mucho cine de gente que va y filma zonas del país que no conoce y no sabe lo que está filmando. Muchas veces un gerente de locaciones le propone a uno cuatro, que son las mismas que se usan en los comerciales. Nosotros tenemos una regla con Sebastián y es decir que no queremos rodar un apartamento donde ya rodaron cuatro películas más”, explica Lolli.

Tomar la decisión de hacerlo de esta manera no es muy económico y por eso tuvieron que recurrir a amistades y conocidos de los entornos de las locaciones para poder grabar varias de las escenas.

Con todo y eso El Otro Hijo es una realidad y ahora únicamente resta que el público colombiano se anime a darle una oportunidad a este filme en las salas de cine y saque sus conclusiones personales. Más adelante se conocerá si logra tener una nominación a los Premios Goya del año entrante como Película Extranjera.

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