No sé quién es el autor de esa frase que se ha hecho célebre y que la escuchamos en una de las películas de “Batman”, pronunciada por el personaje de Alfred, fiel escudero de Bruce Wayne. Presumo que debe ser de su director y guionista, Christopher Nolan, lo cierto es que ha sido un hit y retumba en las mentes de millones, no solo por lo cruda, sino por lo real.
A lo largo de la historia, hemos conocido personajes así, personajes que nos recuerdan la famosa frase de Carataco, Rey de los Catuvellauni, una tribu celta de la Britania preromana que fue capturado y llevado ante el emperador Claudio, este lo indultó y le perdonó la vida debido a un contundente discurso donde el reo le dice, “Mi castigo será olvidado, pero si me perdonas seré un ejemplo eterno de tu clemencia”.
Esa frase histórica, le sirvió al Celta Rey para salvar el pellejo, pero su paso a la historia se consolida por otra frase que encierra una poderosa reflexión que ha sido una y otra vez debatida a lo largo de los siglos.
El Rey tribal al conocer y recorrer la Roma imperial luego de su indulto y con asombro por la monumentalidad de la otrora capital del mundo dijo, “¿Cómo pueden estos, teniendo tales posesiones, ambicionar nuestras pobres cabañas?”
Para muchos, la respuesta a esta pregunta-reflexión obedece a la satisfacción de los egos, la vanidad, por locura, por dinero, por religión, esoterismo y hasta racismo; pero para otros, la respuesta correcta es porque “hay quienes simplemente quieren ver el mundo arder”, no puede haber otra explicación cuando Claudio teniéndolo todo, sin haberlo forjado, ambiciona las pobres cabañas.
Putin, amo y señor de uno de los más poderosos estados del mundo, qué puede ambicionar de Ucrania?, qué puede ambicionar Netanyahu de una franja en Gaza, qué podría ambicionar occidente con la guerra en Sudán, que podría ambicionar Azerbaiyán contra los históricamente perseguidos Armenios; nada, no tienen nada que ambicionar, simplemente los señores de la guerra, los que mueven los hilos allá y en el Plateado Cauca, o en el Catatumbo, Norte de Santander, solo quieren ver el mundo en llamas.
Podrán decir lo que quieran, que es por religión, por dinero, por poder, entre otras razones, pero de fondo no son estas las causas, además, es curioso ver que siempre que se buscan las relaciones de poder y los hilos conductores de todos estos conflictos, los caminos conducen a los mismos 3 o 4 países controlados por 3 o 4 conglomerados económicos.
Esos señores y señoras son los que ejemplifican la frase cinematográfica, ellos no pueden acumular más poder, ni riquezas, no les alcanzan 3 vidas para gastar esos vanos tesoros, así que esos retóricos argumentos no pueden ser sus motivaciones, es ilógico que lo sean.
Dicho esto, veo que el mundo no tiene otra alternativa que seguir condenándolos en los tribunales destinados para ellos, como la C.P.I., que ya emitió medidas en contra de Putin y Netanyahu, pero también en contra Mohammed Deif y Omar Al-Bashir, entre otros.
Tribunales que ya condenaron a otros como Taylor de Liberia, Mubarak de Egipto, Hussein de Irak, la señora Polin Iram Masuko de Ruanda o Ríos Montt de Guatemala, contra los tiranos condena, contra los señores y señoras de la guerra, prisión perpetua.
Pero esto, que nos deje una reflexión, lo digo utilizando otra gran frase que obedece a un proverbio africano, “el niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para sentir su calor”, algo que curiosamente se me hace muy parecido al personaje de la misma saga de películas, el Guasón. Ojalá y algún día lo entendamos como nación y no sigamos cultivando señores y señoras de la guerra.