Podemos decir que la carrera presidencial ha iniciado en forma; la abundancia de candidatos y los acontecimientos que a diario reflejan la realidad del gobierno, así lo indican. Pero sin lugar a dudas una de las marcas fundamentales del inicio de la contienda por la casa de Nariño, es el afán del mismo gobierno y del presidente por iniciar una campaña en la cual aspiran prolongar la estadía de su proyecto político cuatro años más. Dios nos libre.
Pero si algo ha quedado claro durante el periodo de este gobierno, es la necesidad de tener una administración nacional que actúe con sentido común. Y el sentido común indica que uno de los principio fundamentales de una sociedad es lograr generar equilibrio entre los recursos que necesita y los que gasta.
Tenemos que reconocer que Colombia es un país derrochón, un país que se endeuda más de lo que realmente requiere, y lo hace porque no hay nada más venenoso para una sociedad que el estar liderada por la política; una política que genera inflación y con ella devaluación; y lo hace debido a que parte de la lógica de los políticos, los cuales en su afán de alimentar sus paciones y apetitos ejercen su poder en dos direcciones: durante la campaña comprometiéndose con cosas imposibles de hacer, y durante el ejercicio del poder endeudando al Estado para cumplir con un aparte muy pequeña de aquello con lo que se han comprometido, con la enorme inclinación a que ni siquiera esa pequeña parte se cumpla puesto que los recursos terminan en los bolsillos de uno u otro contratista.
Este endeudamiento produce entre otros, inflación y devaluación; lo que no permite que el ciudadano logre los niveles de vida que podría lograr con un gasto justo por parte del gobierno central. Y como resultado de todo lo anterior tenemos el aumento de los impuestos que asfixia a los generadores de empleo.
Colombia en esa lógica irracional gasta el 60% de sus ingresos en temas administrativos, el 20% en pago de la deuda y el resto en inversión social, de la cual un grueso de la misma se va en subsidios que son más esclavistas de lo que fueron los españoles en su tiempo con los pueblos étnicos de nuestro país, es lo que llamo esclavitud 2.0
Es necesario que el gasto público obedezca a un racional más aterrizado a nuestra realidad económica, no podemos gastar más de lo que recaudamos, es necesario un gobierno que realmente trabaje en la reducción del Estado.
Es increíble que un país como el nuestro, tenga más ministerios que países grandes y poderosos como Estados Unidos, con 15 secretarías para un país de más de300 millones de habitantes, o Alemania e incluso Corea del Sur, solo por hacer algunas comparaciones. No se entiende como con el territorio y con el número de habitantes que tenemos, tengamos un aparato gubernativo tan robusto, pero sobre todo que deja mucho que desear en términos de eficiencia.
Necesitamos un gobierno que propenda por reducir el tamaño del Estado, para hacerlo más eficaz a la hora de tomar decisiones y de actuar; fusionar ministerios debe ser una prioridad. Por ejemplo porque no pensar que el ministerio de comercio sea una oficina que pertenezca al Ministerio de Hacienda o a cancillería? Y que se cree un ministerio que agrupe a todos aquellos que tiene que ver con el bienestar de los ciudadanos, me refiero a crear un solo ministerio en donde encontremos lo que hoy es el ministerio de trabajo, de Salud, Educación, Vivienda, Deportes, Cultura, Bienestar familiar.
Volver a convertir el Ministerio de Justicia en un viceministerio. Necesitamos a un presidente que logre acabar con las contralorías departamentales, que resuelva el enredo entre las funciones prácticas de la procuraduría y la defensoría del pueblo, Realmente necesitamos estas dos instancias públicas con las nóminas abultadas que tienen?
Colombia necesita pensar que en aras de la eficiencia, es necesario reconocer que en algunos departamentos se necesita la intervención del Gobierno nacional con mayor intensidad que en otros, y que la tarea de convertirlos en productivos es una misión que se debe cumplir desde el nivel central, porque definitivamente en las manos de la administración territorial lo único que conseguirán será hundirse más en la pobreza que es el resultado entre otras de la corrupción reinante.
Durante las primeras horas de la implementación del acuerdo de paz con las FARC, se engordó la institucionalidad, con el argumento que era necesario e indispensable; no dudo que quizás para ese momento lo era, pero en la actualidad muchas de esas entidades pueden desaparecer, puesto que, o han cumplido con la función que se les asignó o simplemente nunca lo hicieron.
Pero lo anterior solo se logrará si llega a la presidencia una persona con la independencia necesaria de la política y de los políticos. Por eso necesitamos alguien diferente con la intensión y decisión de hacerlo, alguien que patee el tablero y piense diferente aquellos que lo hacen con sus deseos y haga un gobierno de sentido común.
Jefferson Mena
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